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Anónimo

septiembre 8, 2024

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El cuarto oscuro

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Una follada lujuriosa en el cuarto oscuro de una discoteca

 

Pilar desde que tuvo uso de razón supo que era lesbiana, siempre le había gustado ver a las chicas y nunca le habían atraído para nada los hombres.

Su lugar preferido era la discoteca La Gata Mágica, una discoteca gay que ella solía frecuentar los fines de semana en busca de pareja.

Pero he allá que Pilar no era lo que se pudiese llamar una chica popular, realmente no gozaba de muchos atributos físicos, se podría decir que era una chica simplona, pero eso sí, tenía carisma e increíble sentido del humor; estaba rodeada de muchas amigas, pero no tenía novia, a pesar de eso no disminuía en ella su carácter, tomaba eso con mucha sumisión y no perdía nunca las esperanzas de conseguir pareja.

Pilar era una monita muy pequeña, prácticamente no tenía téticas ni culo y aparte de todo era flaquita, tenía una boca pequeña, pero con labios muy bien perfilados que parecía siempre estar sonriendo, ojos pequeños color marrón y una nariz pequeñita como de ratón.

Era una chica enamorada del amor, su mayor ilusión era encontrar otra chica que le diera tres vueltas y la hiciera sumirse en las mieles del amor, esto era lo que realmente quería, sentir amor, y a raíz de esto Pilar tenía muy poco sexo, por no decir nada, para ella el amor era lo más importante, más allá de la lujuria del placer de una noche.

Pero no era que no tuviera ganas de sentir placer, se masturbaba frecuentemente en las noches fantaseando en las tiernas manos de su enamorada, se imaginaba siendo recorrida por todo el cuerpo, con sus téticas apretadas y unos dulces dedos estimulando su clítoris, en unos suaves labios apretados contra los suyos, en una lengua muy húmeda recorriendo su cuello, gimiendo de placer, sintiendo su cuerpo estremecer; esta era la fantasía de Pilar, tener una pareja que la hiciera sentirse especial, única. Y a veces se acordaba de su última novia que tanto placer le hizo sentir hasta que la abandonó por otra al muy poco tiempo de haber estado con ella; a pesar de esto, ella a veces recordaba con alegría los buenos momentos que le hizo pasar.

Esa noche en La Gata Mágica, como en otras muchas noches, Pilar se encontró con sus amigas y empezaron a bailar.

 

-Hoy les tengo una sorpresa –Dijo Samantha-

 

Todas se miraron a los ojos pensando con qué les iría a salir Samantha. Ella era la mayor de todas y la que les alcahueteaba todo a ellas. Sacó una bolsita con pastillas y les dijo a todas:

 

-Hoy vamos a tener una noche muy especial.

-¿Qué es eso Samy? –Preguntó ingenuamente Pilar-

-Son éxtasis corazón.

 

Y poniéndoselas Samantha en la lengua se las dio a cada una de ellas mientras les daba un beso.

Ya habían pasado treinta minutos y Pilar no sentía nada, se figuró que eso del éxtasis no era la gran cosa, y como era la primera vez que lo probaba, le dijo a Samantha:

 

-Samy, eso no me hizo nada. ¿Qué se supone qué es lo que uno tiene que sentir?

-El cielo, mi cielo, no seas tan desesperada y espérate otro poquito –Repuso Samantha-

-Será esperar –Inquirió Pilar-

 

Todas siguieron bebiendo y bailando. Como era costumbre de Pilar, miraba para lado y lado buscando a una chica que se fijara en ella, esperando unos ojos que estuvieran fijos en ella y a los cuales ella pudiera corresponder; en eso se pasaba la noche entera Pilar, soñando con su adorada novia.

Pilar se empezó a sentir especial, presa de una alegría tan inmensa que la sacaba de la ropa, se sentía feliz, plena, con ganas de flotar por los aires como si fuera una nube, tenía tan sensible su piel que al menor rose, así fuera con el aire, sentía mucho placer. Los colores se hicieron más vivos, las luces pareciera que se movieran en cámara lenta, su cuerpo se movía por inercia, podía sentir la música como si atravesara todo su cuerpo, nunca había sentido tantas ganas de bailar, de brincar, de gritar, de sonreír. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música, era tanto el placer que sentía en ese momento que se empezó a sentir excitada, sentía placer en todo el cuerpo, sentía placer en su coñito, sentía placer en sus téticas, en sus manos, en su espalda, en su cuellos; se sentía realizada.

 

-¡Samy!, esto es lo máximo –Le susurró Pilar al oído-

-Ves, te dije que esperaras un poco corazón –Le contestó Samantha-

 

Y Pilar sentía tantas ganas de hablar, que describió a Samantha todo lo que estaba sintiendo, le contó de su alegría, de sus ganas de flotar, de su placer, de todo lo que ella estaba sintiendo, y Samantha la acariciaba mientras ella le iba contando y Pilar se sentía en completo estado de éxtasis, esas caricias la tenían suspirando y Samantha lo hacía de gusto para hacerla sentir más placer.

Pilar estaba bailando esa noche como nunca en su vida lo había hecho, estaba tan sumergida en la música que no tenía que hacer el mínimo esfuerzo para moverse, por el contrario, sentía que la música tenía el poder de hacerla bailar; cerraba los ojos, alzaba las manos y bailaba con tanta sensualidad que empezó a levantar miradas; pero ella estaba en tal estado de éxtasis que se le olvidó todo por completo y dejó de mirar de un lado para el otro buscando su bendita pareja y se entregó por completo a la música y al placer que estaba sintiendo. Era tan sensual, tan erótico su baile que hasta sus propias amigas la empezaron a ver provocativa.

 

-Pily, te ves tan provocativa, que se me antoja revolcarme con vos aquí mismo –Le dijo Jodie-

-Vení mejor y dame un abrazo –Pidió Pilar-

 

Y Pilar y Jodie se dieron un largo abrazo, que para Pilar, fue un abrazó eterno, disfrutó sentir su piel pegada con la de ella, suave, mojada, deliciosa.

Pilar seguía moviéndose, bajaba, subía, entregada al más dulce placer y no se había dado cuenta pero una chica que estaba cerca de ella no paraba de mirarla, tenía sus ojos puestos en ella, la veía tan provocativa, tan sensual; sí, a esa miniatura que no paraba de mover las caderas, la veía a la cara y le encantaba ver todo el placer que se reflejaba en ese rostro. Y así Pilar que normalmente no levantaba el menor suspiro estaba siendo presa de muchas miradas, y es que como era tan pequeña y estaba expirando tanto placer, se veía completamente irresistible.

La chica que estaba al lado de ella contemplándola, estaba esperando el momento de verla sola para hablarle, le daba pena hablarle delante de sus amigas sobretodo porque pensaba que alguna de ellas era su novia, pero a pesar de esto, le quería hablar, decirle lo hermosa que se veía, lo mucho que la estaba deseando, de lo mucho que quería sentirla, de tenerla en sus manos; esa chica no paraba de fantasear con Pilar, y como está ya un poco borracha, estaba segura que cuando le hablara y le dijera todo lo que estaba sintiendo por ella, iba a caer en sus manos.

Pilar, estaba completamente inocente de lo que estaba pasando a su alrededor, cada tanto sus amigas le decían cosas hermosas y se sumían en largos abrazos y esa chica que estaba mirándola se moría de las ganas de abrazarla también, pero nunca la veía sola, no la desamparaban ni un solo momento, hasta que a Pilar le dieron ganas de ir al baño, y esa chica se fue detrás de ella.

Se llamaba Sofía, la chica que no paraba de mirarla, era una peli roja crespa con toda la cara llena de pecas, ojos grises, nariz puntiaguda pero pequeña, labios gruesos y grandes, senos pequeños y caderas grandes, de verdad que era hermosa. Pilar la tenía en tal estado de arrechera que cuando la vio que se alejaba de las amigas, como ya había dicho, se fue detrás de ella.

Pilar entró al baño, completamente inocente de que Sofía estaba afuera esperándola, como hubiera sido la felicidad de ella sabiendo que esa peli roja la estaba esperando; pero Pilar estaba concentrada en su casi orgásmica orinada, sintió tanto placer al orinar que se le antojó que lo que había sentido había sido un largo orgasmo.

A Sofía se le hizo eterna la salida de Pilar, apenas pasó por el lado de Sofía, ésta la cogió de la mano y la metió en el cuarto oscuro; Pilar no tuvo tiempo de mirar quién la había cogido. Pero si cayó en la cuenta de a dónde la habían arrastrado. El cuarto oscuro es una sala completamente a oscuras, con unas cortinas negras pegadas a la pared donde no se puede ver nada y que es el sitio predilecto de los amantes cuando ya no se aguantan las ganas de follar; en ese cuarto se oyen solo los gemidos de las parejas entregadas al placer sin el más mínimo miedo de que las vean.

Pilar no tuvo tiempo ni de respirar ante ese jalón con el que la metieron allá, pero inmediatamente se preguntó quién la había metido allá, sería una de sus amigas que toda la noche le habían dicho sobre lo sensual que se veía, y quién más podía ser, eso fue lo máximo que pudo pensar; todo por tener los ojos cerrados toda la noche y no como de costumbre estar mirando de lado a lado a ver quién la estaba mirando. Pero de algo sí estaba segura, si la estaban deseando como para haberla metido a ese cuarto oscuro, la pregunta que se tenía que responder era si se iba a entregar a la lujuria o si iba a salir corriendo de allí, porque hay que recordar que el deseo más intimo de Pilar era entregarse al amor y no a una sola noche de pasión. Y la respuesta a su pregunta fue: lujuria. En el estado de éxtasis en el que estaba su mente solo le estaba pidiendo una cosa, placer y más placer, y si una orinada se le asemejó a un orgasmo, como se sentiría tener un verdadero orgasmo; Pilar se alegró.

Dentro del cuarto oscuro Sofía abrió la cortina y puso a Pilar contra la pared.

 

-¿Quién eres? –Preguntó Pilar seguro de que le iba a responder alguna de sus amiga-

-Alguien que se está muriendo por ti –Respondió Sofía- Solo déjate llevar.

-¡No!, ¿yo quiero saber quién eres? –Inquirió Pilar-

 

Pero la peli roja le puso los dedos en los labios a Pilar y le dijo:

 

-Conténtate con saber que soy una completa desconocida que te desea.

 

Y acto seguido Sofía empezó a besar a Pilar, suave, despacio, sin el más mínimo afán, con los dedos entrecruzados. Qué no pasó por la cabeza de Pilar, de ser una mosquita muerta a convertirse en el deseo de otra chica; qué rico la estaban besando, con qué delicadez, esos labios tan suaves, tan mojados, esa lengua que no paraba de moverse buscando la suya; pero lo que mejor la hizo sentir fue el saber que por fin otra chica que no fueran sus amigas le había puesto los ojos encima, así como ella tanto lo deseaba; y esos labios no paraban de besarla, no se despegaban, era un beso sin fin. Sofía la cogió del cuello y la apretaba contra ella, ya el beso dejó ver tintes de arrechera, Pilar no paraba de gozar, estaba entregada por completo a ese beso. Sofía empezó a bajar la boca, le chupó el mentón, lo apretó con sus dientes, siguió bajando y llegó a su cuello, lo empezó a besar, a chupar; los labios de Sofía se sentían tan rico en su cuello; mojó su lengua y la empezó a subir muy lentamente de nuevo hasta su boca, otro beso, más rico que el anterior, las manos de Sofía empezaron a acariciar los brazos de Pilar, cada caricia, cada movimiento de esos labios la sumergían en tal estado de placer que Pilar empezó recorrer la espalda de Sofía, metió la mano por debajo de su camiseta y empezó a deslizar los dedos suavemente en esa espalda, estaba tan arrecha que su coñito empezó a palpitar, pero Sofía no paraba de besarla y acariciarla, Pilar se sentía muy excitada con todo lo que le estaban haciendo; así que también metió sus manos por debajo de su blusa y sintió la espalda mojada de Pilar, le iba a soltar el brasier pero se dio cuenta de que no tenía, así que volvió a bajar su boca hasta su cuello y siguió bajando hasta llegar a sus senos y los empezó a besar por encima de la blusa mientras seguía recorriendo su espalda con la yema de los dedos; Pilar sentía corrientasos de placer, en su estado de éxtasis todo lo que normalmente se siente es potenciado al mil por ciento; así que Pilar no dejaba de gemir, lo hacía con tanta delicadeza, sus gemidos eran como ella, pequeños, sensuales; esto excitaba más a Sofía, que ahora deslizó sus manos hacia delante y empezó a acariciar los senos, buscó nuevamente su cuello, deslizó su lengua mojada; Pilar desabrochó su brasier también puso sus manos hacia delante y empezó a acariciar las téticas de Sofía, que buscó nuevamente la boca de Pilar y la besó; que delicia sus besos pensaba Pilar, podía sentir el grosor de sus labios, lo blanditos que era, lo rico que se encontraban sus lenguas; aparte de todo, la completa oscuridad en la que se encontraba aumentaba más aun el placer; Pilar se sentía estallar en corrientasos de placer estando en los brazos de una completa desconocida, no quería parar de sentir lo que estaba sintiendo, ahora Pilar quería sentir el cuello de ella y comenzó a chuparlo; ahora podía sentir los gemidos de Sofía mientras apretaba sus pezones; qué rico se sentía Sofía, deseando toda la noche a esa pequeña tan hermosa, y ahora la tenía ahí, sin oponer la menor resistencia; Sofía levantó la blusa y empezó a besar sus teticas, tenía los pezones duros, ella jugaba con ellos, pasaba su lengua alrededor de ellos, los mordía, los chupaba, se metía en la boca las pequeñas teticas y las succionaba; Pilar no paraba de gemir, de desmadejarse con las caricias de Sofía.

 

-¿Te gusta?, no sabes cuánto fantaseé contigo toda la noche, viéndote bailar de esa manera tan sensual –Sofía le habló al oído mientras le daba un pequeño mordisco-

-Dime ¿qué te gustó de mí?

-¡Todo!, lo pequeña y sensual que te veías, esa cara de placer que tenías, la sensualidad de tus movimientos, lo entregada que estabas al momento; me fascinó la forma en que movías tus caderas; sabes, mientras te miraba sentía que con cada segundo que te veía más me enamoraba de ti –Le contestó Sofía-

-No te imaginas lo mucho que me tienes gozando, pero tú me pudiste ver toda la noche y yo no te he podido ver a ti.

-Descúbreme con tus manos, explora todo mi cuerpo, soy tuya –Afirmó Sofía-

 

Y se volvieron a besar, y entre más se besaban más arrechas se ponían y las caricias se empezaron a volver más fuertes, ahora pilar empezó chuparle las teticas a Sofía, qué grandes las tenía en comparación con las de ella, jugueteaba con sus pezones delicadamente, así era todo lo de Pilar, delicado, suave; pasaba su lengua de un pezón a otro, los apretaba, se metía las teticas lo más que podía en su boca y las succionaba; era tan rico oír gemir a Sofía, que con todo lo que había bebido estaba en un estado total de lujuria, entregada al placer, sintiendo al igual que Pilar corrientasos de placer.

Sofía puso a Pilar de frene a la pared, y recorrió la espalda de Sofía mientras le apretaba las teticas; Pilar no paraba de sudar por el éxtasis que se había tomado y el sabor del sudor de ella excitaba más a Sofía que no dejaba de pasar su lengua por toda la espalda. Sofía volvió a besar el cuello de ella y deslizando su mano suavemente le empezó a tocar el coñito por encima del pantalón; Pilar suspiró fuertemente; ella la estaba besando en el cuello, con una mano acariciaba sus tetas y con la otra le tocaba el coñito; Pilar gemía sin parar, entregada a la lujuria, tomó su mano y la puso dentro de su pantalón; Sofía la apretó con más fuerza de lo arrecha que se puso al pensar lo rico que se le estaba entregando.

 

-¿Te vendrías para mí? –Preguntó Sofía-

-Sí, todas las veces que quieras. Soy toda tuya.

 

Y Sofía con los dedos corrió de lado las tanguitas de Pilar y pudo sentir lo mojada que estaba, así que empezó a acariciar su clítoris, y sus dedos se deslizaban de lo mojada que estaba; y Pilar no paró de gemir hasta que se vino en medio de suspiros de placer. Sofía se llevó los dedos a la boca y sintió el sabor del delicado jugo de Pilar y más ganas le dieron de chupar ese coñito; así que le desabrochó el pantalón, bajó las tanguitas, la volteó para quedar frente a ella y empezó por darle un beso mientras tocaba su coñito, bajó hasta el cuello, muy despacio, aunque le imperaban las ganas de chuparle el coño, de ahí bajó a sus teticas, las chupó, con toda la calma del mundo, pero con mucha fuerza; Pilar estaba que se venía nuevamente; bajó lentamente por su abdomen, llegó hasta el estomago, luego hasta el pubis; todo eso mientras le acariciaba el coñito; y después de eso por fin puso su lengua en el coñito de Pilar, la cual gritó al sentir la boca de Sofía en su coño. Sofía sintió el sabor del jugo de ella en su boca, succionaba el coñito para tragar todo su jugo, le pasaba la lengua por todo el coño, lamía sus labios, su clítoris; movía su lengua con tantas ganas que Pilar no paraba de suspirar, de gemir, de sentir tanto placer como sólo se puede sentir con un éxtasis encima; y se volvió a venir.

 

-Me vine –Gimió pilar mientras arqueaba la espalda-

 

Pero Sofía hizo oídos sordos y siguió chupando el coñito de Pilar, siempre con la misma fuerza, con las mismas ganas, sintiéndose complacida de tener el coñito de ella en su boca, con todo lo que había fantaseado con ella esa noche y ahora tenerla para ella sola, completamente entregada al placer en un cuarto oscuro, donde al perder el sentido de la vista se multiplicaba el sentido del tacto, y Sofía estaba entregada por completo a ella, muerta de ganas de hacerla venir una y otra vez, sin parar, sin pensar en su propio placer. Y Pilar no cabía de la dicha, sintiendo que una mujer la estaba haciendo sentir deseada, que la tenía en ese estado de lujuria, excitada al mil por ciento. Y Sofía seguía chupando ese coño, y Pilar temblaba de placer, ya se había venido dos veces y está a punto de volverse a venir, era el colmo del placer, nunca se había venido tantas veces y ahí estaba nuevamente viniéndose por tercera vez y Sofía como poseída por las ganas de chupar ese coño iba a seguir cuando Pilar le dijo:

 

-Ya no puedo más, estoy muy sensible.

 

Y Sofía se paro, volvió a tocar muy suavemente el coñito de Pilar y le dijo al oído:

 

-Lástima que ya no aguantes más porque me estoy muriendo de ganas de que no parés de venirte en mi boca una y otra vez.

 

Pero Pilar que después de sentir tanto placer ya tenía el coño tan sensible, así que era el momento perfecto de devolverle el favor a ella y le dio un beso en el que pudo sentir el sabor de su jugo y como estando éxtasis se multiplican todos los sentidos pudo sentir como nunca el sabor del jugo, y pensó que él tenía un sabor muy delicioso. Así que con la misma calma que Sofía había tenido con ella, Pilar pasó del beso al cuello, del cuello a las tetas, y así fue bajando hasta quedar de rodillas; le desabrochó el pantalón, se lo bajó con tanguitas y todo, y empezó a acariciarlo con sus dedos, lo recorrió por completo; estaba completamente mojado, lo olió, se deleitó en su olor, lo siguió acariciando, se sentía tan rico su textura en sus dedos, y cuando ya no se aguantó más puso su lengua en él y qué delicia, qué sabor tan maravilloso, Pilar pasaba su lengua despacio recogiendo todo el jugo que podía, cerraba por un momento su boca y se entregaba al placer de saborear ese jugo, qué rico se sentía el jugo de aquella desconocida, y lo seguía lamiendo, metiéndolo todo en su boca, succionándolo, le daba pequeños mordiscos, le restregaba la lengua en el clítoris, luego lo chupaba; Y Sofía era ya la que no paraba de gemir.

 

-Qué rico se siente, me vas a hacer venir –Decía Sofía-

 

Y Pilar solo se dedicaba a darle placer, sentía muy en el fondo que la quería hacer sentir como ella la había hecho sentir. A veces dejaba de chupar y volvía a posar sus dedos en el coñito; de verdad se sentía muy rico su textura. Ahora muy suavemente Pilar metió sus dedos en el coño de Sofía y le empezó a chupar el clítoris; ella se retorcía de placer, sin parar de gemir le dijo:

 

-Me estoy viniendo para ti.

 

Y al igual que había hecho Sofía, Pilar no paro de darle placer, seguía con los dedos adentro y chupando su clítoris, a veces poniendo su dedo pulgar en el clítoris con los otros dedos adentro y con esa delicadeza que manejaba ella, no dejaba de hacerla gozar; y volvía nuevamente a chuparle el coñito, y Sofía a gemir, a tragar aire a bocanadas, suspiraba, temblaba y de tanto placer que sintió se volvió a venir en la boca de Pilar, que se dio cuenta de que se había venido por los empujones que dio con sus caderas. Sofía se arrodilló y empezó a tocarle el coñito a Pilar, y Pilar el de Sofía, y mientras se besaban las dos se tocaron mutuamente hasta que se volvieron a venir sumidas en un profundo beso.

 

-¿Ahora si te voy a poder ver? Me muero de las ganas de saber cómo eres –Inquirió Pilar-

-¿De verdad me quieres ver?, ¿no te bastó el conocerme con tus manos?

-¡No! Ahora quiero saber cómo eres.

-Y si me ves y no te gusto, ¿no se acabaría la magia de este momento?

-Te puedo asegurar que no se va a acabar la magia, me muero de las ganas de saber cómo eres, además no es justo, tú me viste toda la noche y yo no tengo ni idea de cómo eres –Afirmó Pilar-

-Bueno, está bien, si tu lo quieres yo te complazco, pero que conste que te advertí que yo no soy ninguna belleza.

 

Y así, cogidas de las manos, salieron Pilar y Sofía del cuarto oscuro, llevaban tanto tiempo metidas allá que al salir la luz de la discoteca les lastimó los ojos y no podían ver nada y cuando se acostumbraron a la luz Pilar pudo ver claramente a la hermosa peli roja que se había follado y no se pudo sentir más feliz y le dijo a Sofía:

 

-Eres perfecta.

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Una respuesta

  1. helenx

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