Últimos Relatos sobre Intercambios

Pensé que era la única puta, pero acá he visto varios relatos similares (que me encantaron), y ahora vengo yo a contar mi historia. Ojalá les guste tanto como a mi..

Mi primo Marco me empotró en el hotel y le devoré la verga como animal. Le abrí el culo a dedos antes de darle por detrás hasta que gemimos como putas. "Esto no sale de aquí", dijo después, pero su sonrisa prometía repetición.

Mi madrastra gringa de 55 años me pidió que le untara bronceador y terminamos follando como animales en la cama de mi papá. Le di por delante y por detrás, escuchándola gemir en dos idiomas.

La hija de mi proveedor de aluminio, Lucía de 18 años, vino a "aprender el negocio" y terminamos follando como animales en el taller. La empotré contra los estantes, me montó como una experta y ahora cada visita de su padre viene con miradas picaras y ganas de repetir.

En nuestra última noche en Roma, Fabrizzio nos esperaba en la Fontana di Trevi. Entre los tres convertimos el monumento en nuestro escenario privado: él me cogió salvajemente contra el mármol mientras Roberto grababa. Terminé de rodillas, llena de su semen, con las monedas del fondo como testigos mudos.

Fui a una mercería y el dueño, un señor mayor, me pidió un abrazo. En un rincón escondido me sacó una teta y la devoró mientras yo me tocaba. La adrenalina me excitó, pero cuando llegó su hijo escapé mojada y confundida. ¿Debí detenerlo antes?

A los 20, una prostituta callejera me prendió con solo decirme "¿por qué tanta prisa, moreno?". Terminé en un cuartucho pagando $300 por cogerla en cuatro mientras gemía. Salí con las piernas temblando, sorprendido de haber caído en la tentación, pero sin arrepentimientos.

Me comí a mi empleada de 21 (solo besos y manoseos). 14 años después, la reencontré y por fin la penetré en mi auto. Ahora cada año que vuelvo a la ciudad, le doy como recuerdo de esos deseos adolescentes nunca saciados.

Quedé a dormir con dos amigas en una cama y Daniela, la muy zorra, se frotó contra mi verga dura toda la noche. Fingió dormir pero gemía y se mojó como loca. Al final me corrí como adolescente.

Mi prima Dani cumplió 18 y me volvió loco. Comenzó con bloqueador en la piscina y terminé follándola en el cuarto. Ahora, en cada reunión familiar, intercambiamos miradas mientras recuerdo cómo gritaba mi nombre.