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diciembre 7, 2023

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o y Rocky

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Por mi 16 aniversario me regalaron un pastor belga precioso, con el cual jugaba y salía a dar largos paseos, era una compañía fiable. Pasaron los años, creció y yo tenía algo menos de tiempo para él, empezar la universidad, los nuevos amigos de la uni 

Así hice los 19, la universidad cambio muchas cosas en mí, una de ellas la manera de vestir, olvidé los pantalones y usaba vestidos y faldas, era cuando más me miraban, y eso me gustaba. Pero también a Rocky le gustaba más, no paraba de meter el hocico cada vez que iba en falda corta, yo me reía y él ladraba, como un pequeño juego, y en casa me decían que hacía vestida así, que hasta el perro notaba que no debía ir así, creo que él, pero olía lo excitada que estaba con los chicos de luni. 

Así fue pasando los días y cada día Rocky me olfateaba más y yo me dejaba más. Un fin de semana, como muchos otros, mis padres se fueron y me quede sola, el sábado tenía una fiesta en casa de una amiga y no podía perdérmela. Fui a la fiesta, pero no recuerdo como volví a casa, solo recuerdo despertarme tumbada en la cama, con las piernas colgando por fuera de ella, aún vestida y teniendo un orgasmo infernal, incorpore de golpe la cabeza cerrando las piernas, era Rocky, me había dado el orgasmo de mi vida… 

Me levanté de la cama, no sabía qué hacer, aún estaba colapsada por el orgasmo y se empezaba a notar la resaca monumental que llevaba encima. Sin casi ni darme cuenta me metí en la ducha, no me sacaba ni el dolor de cabeza ni el orgasmo que me había dado Rocky. 

Al salir de la ducha me tomé mi ibuprofeno y me fui a dormir completamente desnuda a ver si se me pasaba un poco el dolor de cabeza, me desperté que ya era media tarde, el dolor había pasado, pero Rocky estaba ahí en el suelo mirándome. Le sonreí y me fui al baño, él me siguió, de ahí al sofá, ni ganas de vestirme tenía, me puse el televisor y así pasé un buen rato hasta que Rocky vino a oler, tuve el instinto de echarle, pero le dejé oler mientras me lo miraba con una sonrisita de recuerdo de la mañana. 

El paro se tumbó enfrente de mí y se puso a limpiar sus partes, me sonó a me caliento oliéndote y después ya me espabilo yo. Me reí yo sola un buen rato, mientras esa entrepierna había crecido mucho, me lo miraba y no daba crédito, jamás me había fijado y si sabía que muchas veces hacía eso él. 

Me noté que mi vagina despertaba, mis pezones estaban muy duros, no entendía, o no quería entender, me estaba mirando cuando el hocico de Rocky apareció entre mis piernas oliendo, no le aparte, solo abrí un poco más las piernas, él supo que le daba permiso y dio un lametón, me miro y continúo lamiendo y lamiendo y yo ya no sabía cómo ponerme, estaba completamente ida, necesitaba algo más, en un arrebato me levanté y me puse a 4 patas delante de él, pero en lugar de subirse lamia y lamia y yo ya no puede más que me volví a correr como una loca quedada extasiada boca abajo en el suelo. 

Al rato, tras recuperar la respiración, me levanté y le dije que tocaba comer, que había gastado muchas energías y que me merecía una cena ligera. Prepare mi ensalada y al ir a recoger el bol en el armario de debajo de la cocina, note como me empujaban al suelo, quedando a 4 patas y como me subía encima Rocky, mi primer instinto fue miedo, luego de inmediato a la expectativa al notar su cosa buscando mi cosa. Y la encontró, note una entrada de golpe tremenda y el inicio de un ritmo que jamás había tenido, qué locura, estaba teniendo mi mejor día de sexo y no había hombres, que locura. Tuve que agarrarme al mueble de la cocina para aguantarle, me mordía el labio para no gritar de placer, quería fundirme ahí mismo, eso sobrepasaba cualquier cosa que había hecho, en mi segundo orgasmo él también se corrió, dios que dolor, no entendía que pasaba, me asusté, pero él estaba quieto, inmóvil encima de mí, no sé por qué eso me tranquilizo, a la que la bola se quitó, se bajó de mí y me limpio toda bien limpia. 

Le sonreí y le dije que esto se repetiría, fuimos al salón, me senté en el suelo para no ensuciar el sofá y ambos comimos ahí en el suelo, como lo que éramos una pareja de perros. Y desde entonces, hasta que él ya no podía, fui su perra y vivía como el sí, nos quedábamos solos. 

Rocky fue el primero de muchos. 

 

 

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Una respuesta

  1. helenx

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