El dogo alemán Autor Mapmaker
El dogo alemán Autor Mapmaker
El dogo alemán aprisionó firmemente mis caderas con sus patas delanteras enlazándolas bajo mi vientre para impedir cualquier escape; su instinto le impulsaba a satisfacer la excitación a que lo había llevado de la forma que él conocía; un cuerpo vivo y caliente asumiendo la posición adecuada.
Lo había excitado varias veces sobándole el miembro; se cimbreaba hacia delante tratando de terminar de satisfacerse pero no se lo permitía; desenfundaba un miembro grueso, rojo oscuro con delgadas venas; terminaba en una delgada punta en forma de cono alargado; lo excite a tal punto que cuando me coloqué desnudo sobre la alfombra se precipito sobre mí para poseerme.
El peso de su cuerpo sobre mi espalda obligaba que me afianzara más sobre rodillas y manos; sus muslos se acercaron más a mis nalgas a la vez que percibí el movimiento de sus patas traseras rozando mis piernas; sus ijares empezaron a rozar mis glúteos; mi respiración se aceleró en espera de la inminente penetración.
El miedo a lo desconocido me invadió pero la lujuria superó el miedo al sentir la húmeda punta que empezaba a tantear mi trasero explorando el canal entre mis nalgas; de pronto se encontró con mi húmedo orificio anal iniciando una arremetida firme y violenta; sentí como su lubricado miembro traspasaba el umbral de mi esfínter llenando con firmes movimientos toda mi cavidad anal.
Fue una sensación indescriptible, maravillosa; sensaciones delirantes recorrían toda mi espina dorsal rebotando en mi cerebro causándome una erección involuntaria; sentí erizarse todos los vellos de mi cuerpo mientras gemidos brotaban de mi garganta.
Los embates arreciaron a medida que el miembro del dogo lograba una penetración total; estos fueron disminuyendo al lograr su cometido; entonces me sobrevino una sensación de llenura en el interior de mi ano al empezar a expandirse el miembro dentro de mí.
Fue como si me hubiesen introducido un balón desinflado dentro del ano y luego lo hubiesen inflado con un compresor; crecía y crecía rellenándome todo acompañado de una humedad caliente; la presión se acentuaba en el orificio de entrada, mi miembro goteaba jugos lubricantes producto de la lujuria que me invadía; empecé a masturbarme.
Las palpitaciones del poderoso miembro aumentaban a la vez que la caliente humedad invadía lo más profundo de mis entrañas; mi cerebro creó una imagen obscena de lo empalado que estaba llevándome a un clímax fantástico; chorros de esperma brotaron de mi pene salpicando la alfombra.
El dogo desmonto mi cuerpo quedando acoplado a mi ano mientras las palpitaciones de su verga no cesaban; pasó una de sus patas sobre mi trasero dejándome abotonado como una perra; mi miembro continuaba templado estremeciéndose con cada palpitación de la verga del dogo dentro de mí.
Al cabo de varios minutos, la verga adquirió el tamaño adecuado abandonando su encierro dejando un entreabierto y palpitante culo manando leche incesantemente; aun en ese estado lucía enorme. De allí en adelante, cada vez que podía lo dejaba poseerme; sin preámbulos sin excitarlo; solo me desnudaba, me colocaba sobre la alfombra y el dogo alemán venía a mí con media verga fuera de la funda.
2 respuestas
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