mayo 3, 2017

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BOB Y YO ……………………………………..Autor MAPMAKER

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BOB Y YO ……………………………………..Autor  MAPMAKER

 

Introduje la cánula en mi orificio rectal; sentí el agua tibia inundando mi intestino  produciéndome deseos de defecar; corrí a sentarme en el inodoro expulsando las heces con el agua tibia. Repetí la acción varias veces hasta notar que no quedaba partículas de excremento en mi intestino.

Luego, llene un enema con una mezcla de gel lubricante y clara de huevo, introduje la cánula en mi ano y  deposité esta mezcla dentro de mi recto.

Regresé a la habitación  con cierto temor; Bob me esperaba con una mirada curiosa….

 

Mi familia había salido a pasear y no regresarían en días, así  pues quedamos solos Bob y yo.

Bob era un labrador chocolate, cariñoso, amoroso, tenía dos años y era virgen. Ese día me propuse que ambos perdiésemos la  virginidad.

.

Me coloque en cuatro patas sobre la alfombra, mi cuerpo temblaba. Bob vino hacia mí. Empezó a olisquear mi trasero, deslizó su lengua en la entrada de mi ano; un escalofrió recorrió mi espalda y un gemido salió de mi garganta.

 

Paladeo el sabor del líquido viscoso que impregnaba mi orificio, eso lo excito aun más.

La roja punta del pene emergió de su funda al colocarse agitadamente sobre mi espalda.

Sus patas se enlazaron a mi cintura mientras impulsaba sus caderas hacia delante, tanteando, buscando. Sentí la redonda y  caliente punta resbalando entre el canal de mis glúteos, sondeando, tratando de localizar mi fruncido orificio.

 

Al encontrarlo, sus patas se aferraron a mis caderas con fuerza y con frenéticos movimientos me introdujo su miembro hasta los huevos. Sentí por vez primera  la penetración de un miembro extraño en mi esfínter; me excito la invasión  aquel pedazo de carne en mi recto.

Este empezó acrecer a medida que arreciaban los embates. La verga se templó en toda su extensión  llenándome el culo por completo.

 

Yo estaba excitado al máximo, la presión de su pene dentro de mí me llevo a un grado de excitación  increíble, me sentía completamente colmado, me sobé el pene y sentí  el semen fluir espontáneamente. Mi esfínter se contrajo espasmódicamente alrededor del grueso pedazo de verga.

 

Fue una eyaculación involuntaria, causada por los espasmos que producía el hinchado miembro aprisionado dentro de mi cuerpo; lo sentía palpitar con estertores que se sucedían cada vez que expulsaba los chorros de semen, esto me causó dos erupciones más.

 

Bob seguía impulsando su cuerpo contra mis nalgas en un intento de penetrarme aún más, pero ya me tenía hasta el tope; sus testículos chocaban contra los míos; el líquido seminal se escapaba por los bordes de mi ano a cada latido de la enorme verga, creando una capa cremosa  en el área acoplada, chorreando por el interior de mis muslos, formando una mancha sobre la alfombra.

 

Bob estaba sobre mi espalda, sentía su jadeo de satisfacción en mi cuello, deslizo una pata sobre mis nalgas, desmontándose de mi cuerpo para quedar pegados trasero con trasero; el grueso nudo impedía que su verga abandonara mi apretada abertura; sentía la enorme presión contra mi anillo.

 Miré el espejo que estaba en la pared, este me devolvió una real imagen de lujuria, de sexo animal, de pasión desenfrenada; un perro enardecido bombeando el cuerpo desnudo de un hombre.

 

Así continuamos,  los minutos pasaron, las contracciones aminoraron al disminuir la emisión de   semen;  sentí como Bob se iba relajando, la presión del grosor de su pene disminuyo al igual que el tamaño del enorme nudo.

 El miembro abandono su encierro saliendo de mi culo con un sonido de succión, dejándolo entreabierto y chorreante. Solo entonces pude observar el tremendo pedazo de carne que había alojado mis entrañas; era enorme y grueso, de ocho pulgadas aproximadamente; me imaginé que cuando estaba completamente erecto e hinchado era mucho más impresionante.

Permanecí en la misma posición, exhausto, tembloroso; Bob agradecidamente empezó a lamer los restos de leche que continuaban manando de mi orificio. Hice que se tendiera a mi lado y comencé a devolverle el favor, lamiendo su cremoso miembro; poco a poco la hinchazón se redujo de una manera increíble hasta desaparecer dentro de su funda de pelos.

Me quede dormido junto a Bob.

Al cabo de un tiempo, me despertó su hocico frío  olisqueándome el culo. Su lengua nuevamente buscaba mi orificio anal; mi pene se puso erecto e inconscientemente fui adoptando la posición en cuatro patas. Esta vez me coloque mejor, arquee mi espalda, abriendo más el compás de mis piernas, presentando más mis nalgas; mis manos colocadas firmemente para aguantar los embates de Bob.

 

Se acomodó sobre mí aprisionándome fuertemente con sus patas, atrayéndome  hacia su verga; esta vez, no tuvo que tantear, en el primer intento me acertó; la verga entro limpia y lubricadamente hasta el fondo; sentía sus bolas rebotar contra mis nalgas.

 

Otra vez la sensación de su miembro crecer dentro de mi recto. Otra vez la sensación de bombeo de leche en mi interior y otra vez la eyaculación de mi pene a la segunda sobada. Era una sensación increíble y placentera; no quería que acabara nunca.

 

Nuevamente el espejo me devolvió la imagen lujuriosa del perrazo  sobre mi cuerpo, dominándome, sodomizándome, cimbreándose tras mis nalgas,  jadeando sobre mi cuello; mi cuerpo desnudo, sudado, soportando aquella penetración.

Resistí estoicamente los embates del peludo animal  gozando los bombeos de aquella enorme verga que me llenaba  completamente el culo.

 

Esta vez demoró más, quizás quería disfrutar más mi cuerpo caliente, mi apretado orificio; su manantial de semen no tenía fin, sus meneos no cesaron hasta que escupió dentro de mí los últimos chorros de leche;  esta vez no cruzo la pata sobre mis nalgas, se quedó sobre mi cuerpo; jadeando, con la lengua afuera.

 

 Así permaneció  hasta que el musculoso miembro se redujo y salió flácidamente de mi orificio.

Se colocó tras mis nalgas lamiendo hasta el último resto de leche, yo estaba exhausto me quede dormido con el culo al aire disfrutando las lamidas y la punta de su lengua que penetraba limpiamente en mi entreabierto y palpitante orificio, limpiando los restos de semen que emanaban de mi interior. 

 

Desde ese día,  Bob durmió en mi habitación; cada vez que le entraba la lujuria, me enganchaba; todas las noches culeábamos en mi habitación  y de día en cualquier lugar de la casa cuando estábamos a solas.

 

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2 respuestas

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