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Una Madre muy especial
Una madre muy especial
Blanca, una joven mujer de 25 años, sigue viviendo con sus padres, pues si bien es cierto tiene un empleo como recepcionista en una empresa de confecciones, no le pagan lo suficiente como para poderse independizar, además su madre la ayuda con el cuidado de su hijo, pues es una madre soltera que tiene un hijo de 11 años, ella comparte su habitación con su hijo, desde que nació, y quizás por eso mantiene una relación muy especial, pues al igual que toda madre, quiere mucho a su hijo Alfredo, juega con él, todo el tiempo que puede, cuando llega a casa, lo acaricia y le demuestra su cariño como cualquier otra madre lo haría, pero a diferencia de otras madres, algunos de esos juegos, y caricias, excitan sexualmente a Blanca.
Todo empezó desde que Alfredo nació, pues al darle de lactar, ella sintió placer ante la succión de sus pezones por parte de su hijo, después que dio a luz a su hijo no había tenido relaciones sexuales con ningún hombre, porque su madre la hacía ir de su trabajo a su casa, yéndola a recoger con su hijo en brazos, por lo que no podía salir, ni ir a ningún otro lado que no fuera la empresa de confecciones y su casa, y quizás por este motivo ella realmente disfrutaba de darle de lactar a su hijo, porque era una de las pocas cosas que le producía placer, tanto así que Alfredo pudo lactar de su madre hasta casi los 8 años, y aun ahora que ya no lacta, parte de sus juegos son el que él hace como que esta lactando, y Blanca disfruta mucho de ese juego, cuando él se prende de uno de sus pezones y lo empieza a lamer, y chupar, ella siente que su cuerpo se estremece, y ante cada chupada a sus pezones, una oleada de placer recorre su cuerpo y siente como su entrepierna se humedece, mientras su pequeño hijo lame, mordisquea y chupa sus pezones, con una destreza adquirida durante los años de práctica que llevan a cabo estos juegos, como íntimos rituales entre ellos, con una complicidad, digna de parejas con años de relaciones sexuales, pero este no es el único juego al que ambos se entregan con pasión, pero vayamos por partes, no adelantemos los hechos, y empecemos por el principio.
Cuando su pequeño hijo Alfredo, tenía algo más de 2 años, un día, después de que había lactado, el niño se mostraba particularmente fastidioso, no dejaba de llorar, y estaba intranquilo, Blanca intento de todo para calmarlo, lo mecía en sus brazos de una lado para otro sin conseguir que se calmara, ya la desesperación estaba haciendo presa de ella, pues no sabía que mas podía hacerle, decidió volverlo a cambiar, y cuando le quito el pañal apenas húmedo, y cuando ya estaba por cerrarle el nuevo pañal, recordó, que durante una visita al doctor por su control mensual, el médico le había explicado , después de expresar cierta admiración, por el tamaño del pene de su hijo, que, según dijo era bastante más grande que lo normal, que, dado que el bebe tenía el prepucio completo y bastante largo, ella tenía que tener especial cuidado para su limpieza, y evitar no solo alguna infección, si no también que la piel del prepucio su adhiera al glande, y deje de desplazarse hacia abajo libremente, lo que sucedía muchas veces con muchos niños, por descuido de los padres, el médico, sosteniendo el pequeño pene entre sus dedos, procedió a jalar suavemente el prepucio hacia abajo, y este con alguna resistencia, al final se retiro, mostrando poco a poco la cabecita redonda y muy roja, luego volvió a regresar la piel hasta cubrir la cabeza del pene, para repetir la operación un par de veces más, hasta que considero que Blanca había entendido como hacerlo, y entonces cuando toda la cabecita estaba afuera, le mostro como entre los pliegues había como una grasita blanca, la que le explico debía retirarse con un pañito húmedo.
Al recordar esto, Blanca empezó a bajar el prepucio del pene de su pequeño hijo, hasta que la cabecita quedo libre de toda piel y completamente al descubierto, roja, brillante, volvió a subir el prepucio para cubrírsela otra vez, y luego volvió a bajarlo, repitiendo esta operación varias veces, y para su asombro vio como el pequeño pene de su hijo empezaba a crecer, hasta adquirir un tamaño y una dureza bastante mayor que la que habitualmente ella hubiera observado antes, también se dio cuenta que la excitación que ella había sentido hacia un rato mientras que su hijo succionaba sus pezones, y que por la intranquilidad del bebe había casi desaparecido, estaba empezando a renacer con mas fuerzas, mientras masturbaba a su hijo , pudo sentir, como su excitación volvía a producir humedad en su entrepierna, y sus deseos se hacían más intensos a cada momento, y sin casi darse cuenta empezó a inclinarse, hasta que el pene de su pequeño hijo quedo a centímetros de su boca, y sin poderlo evitar le pasó la lengua, a todo lo largo, sintiendo de inmediato como todo su cuerpo se estremecía, ante el contacto de su lengua con el pene de su hijo, una nueva oleada de placer recorrió su cuerpo, y le parecía como que desembocaba en su ya bastante húmeda conchita, que incluso le pareció que empezaba a desbordarse, por lo que como una especie de movimiento reflejo, metió su mano dentro de sus calzones, para encontrar que efectivamente un liquido lubricaba su conchita, y que al tocarse desato una serie de explosiones de placer en su cabeza, que recorrían incesantemente todo su cuerpo, metió su dedo medio en su vagina, mientras que con el pulgar movía su clítoris, se dio cuenta, que estaba engullendo dentro de su boca el pene entero de su hijo, y que lo chupaba con un deseo y una pasión inusitadas, siguió chupando ese pequeño pene, hasta que su cuerpo empezó a sentir el estremecimiento y el inmenso placer de un orgasmo, intenso, profundo, que le brindo una satisfacción que hacía mucho tiempo no sentía.
Se incorporo para ver a su pequeño hijo , y no sin sorpresa lo encontró, tranquilo y sonriente, había desaparecido todo ese mal humor, que hacía unos minutos lo embargaba, y entonces con una amplia sonrisa le dijo a su hijo, pues quién lo diría, satisfecho tu, y satisfecha yo.
Este fue, solo el inicio de muchas oportunidades en que daba a su pequeño hijo, el ejercicio del prepucio, y que terminaba con un gran orgasmo para ella, incluso cuando el pequeño Alfredo se mostraba inquieto, uno de los remedios era desnudarlo y darle una buena mamada, cosa que lo relajaba y lo ponía de muy buen humor a él, y le proporcionaba placer a Blanca, por lo que esta situación se daba bastante a menudo, como uno más de sus juegos, o ritos entre madre e hijo.
Otra oportunidad en que se inicio un nuevo juego o rito entre ellos, fue en una ocasión en que Alfredo ya de unos 7 años, se encontraba lactando echado sobre el desnudo cuerpo de su madre, proporcionándole los mismos placeres que desde bebe le daba cada vez que lactaba, Blanca estaba completamente desnuda sobre su cama, mientras que el niño, a su costado también desnudo, mamaba con deleite sus pezones, apretando con sus pequeñas manitas esos pechos de su madre, para extraerle la leche que contenían, y que ante los apretones , caricias y succiones que le daba, Andrea sentía un placer inmenso.
Hasta allí la escena era muy cotidiana y que se repetía día tras día, salvo pequeñas variaciones de posición, o cosas así, pero lo que hizo especial esta vez, fue que, mientras lactaba Alfredito empezó a acariciar con su mano derecha el vientre de su madre, mientras que con la izquierda presionaba el pecho derecho de ella, y cuyo pezón mamaba, chupaba y mordisqueaba sin tregua, su manito fue deslizándose muy despacio y lentamente, cada vez más abajo, sin que Blanca hiciera nada por detener esta acción, que el mismo Alfredito sentía que era arriesgada, pero hacía mucho tiempo que sentía mucha curiosidad por la entrepierna de su madre, tan llena de pelos, como que escondían algo, y que él quería descubrir que era, siempre la había visto, y hasta tocado en forma siempre muy breve, muy rápida, y quizás cuando era más bebe, había hasta jugado en la entrepierna de su madre, sin darle mayor importancia, pero desde hacía algún tiempo venia concitando su atención, y deseaba verla de cerca, estudiarla, conocerla.
Así pues sin encontrar resistencia por parte de su madre, siguió acariciando su desnudo vientre, hasta que llego a su entrepierna y sus deditos se entreveraron con los vellos que allí poblaban toda la entrepierna de su madre, empezó a rotarlos, haciendo que sus pelos se unieran entre si, como creando pequeños montículos de pelos, sus deditos fueron deslizándose, hasta que encontró la abertura que se escondía entre los pelos, deslizo su dedo suavemente una y otra vez, y mientras hacía esto soltó el pezón , y empezó a descender su cabeza por el mismo recorrido que antes había hecho su mano, hasta que llego a ver la abertura donde su dedo estaba, y entonces noto que había una abertura más profunda por lo dirigió su dedo allí introduciéndolo por ese canal que estaba muy húmedo, lleno de un liquido pegajoso, que él empezó a embardunar entre sus dedos.
Blanca había disfrutado la mamada de tetas que le había dado su hijo, como siempre la había excitado, haciendo que su conchita generase esos jugos viscosos, que le permitían meterse los dedos mientras su hijo succionaba sus pezones, y en el momento que estaba pensando que debería empezar a juguetear con su clítoris, sintió como su hijito iba acariciando su vientre, ella estaba con los ojos cerrados disfrutando de la mamada que le daba a sus tetas, por lo que decidió no abrir sus ojos, ni hacer nada, solo dejar a su pequeño bebe, que siguiera haciendo lo que estaba haciendo, acariciar su vientre, casi da un grito de alegría, por la excitación que sintió cuando el niño empezó a bajar su manito, dirigiéndose hacia su concha, no es que antes nunca la hubiera tocado, hubo momentos en que el niño jugaba con sus vellos púbicos, causándole gran excitación, sobre todo cuando alguno de sus deditos recorría toda su raja mojada, habiéndola llevado algunas veces al borde del orgasmo, pero por lo general el niño, perdía el interés muy pronto, y regresaba a mamar sus tetas o hacia cualquier otra cosa en lugar de juguetear con su conchita como ella, siempre deseaba, por lo que, normalmente era ella la que tenía que bajar su mano y masturbarse hasta conseguir llegar, por alguna razón, quizás porque los movimientos del niño habían sido más cautos esta vez, como esperando una reacción de su parte, o por la suavidad y el tiempo que se había tomado para llegar con su manito hasta su concha, ella presentía que esta vez sería diferente, y esto la excitaba mas, se quedo muy quieta mientras su hijo jugaba con su vello púbico, y no pudo evitar dar un respingo, levantando sus caderas un poco de la cama, cuando el niño metió dos de sus deditos en su, ya muy mojada raja, estaba disfrutando mucho esos juegos del niño en su conchita, cuando sintió, que Alfredito dejaba de mamar su pezón, y abriendo los ojos pensando en pedirle que continuara en sus deliciosas succiones, cuando se quedo paralizada al ver que su hijo descendía su cabecita por su vientre en dirección a su conchita, no quiso moverse, para que no se fuera a asustar, así que se quedo muy quieta solo observando y esperando el accionar de su pequeño hijo.
Alfredito ya había puesto su cabeza a la altura de la raja de su mamá, sin embargo trataba de meterse un poco mas aunque era incomodo, pues debía incorporarse para acercar su cara, cuando en eso su madre hizo un movimiento levantando su pierna derecha , pasándola sobre su cabeza, para bajarla luego a su lado, quedando de esta manera el en medio de las piernas de su madre, por lo que presurosamente se deslizo hacia abajo, y echándose apoyado sobre sus codos, quedo con su cara a pocos centímetros de la raja de su mamá pudiendo por primera vez contemplarla a sus anchas y muy de cerca, no perdía un detalle, de esos labios que sobresalían, de la hendidura, del agujero que se abría un poco más abajo y donde él había metido ya uno de sus dedos, para luego retirarlo brillando por el liquido viscoso que emanaba de adentro de ese agujero, sentía que su corazón latía violentamente, y también una sensación muy agradable lo embargaba, usando sus dos manos, y siempre apoyado en sus codos, el niño se las ingenio para separar los pliegues de piel que estaban rodeando el agujero de la conchita de su mama, y que lo cubrían, lo que llamaba su atención y curiosidad . Al separar los labios exteriores vio como se separaba la raja, mostrando un color rosa brillante, por los líquidos que se estaban derramando de adentro de la conchita de su mama, primero jugueteo con sus dedos, pero luego inclinándose, empezó a pasar su lengua como por instinto.
Blanca no pudo evitar dar un respingo por el placer que había sentido al primer contacto de la lengua de su hijo con su palpitante y humedecida concha, abría las piernas para darle mas comodidad al pequeño en su accionar, si bien es cierto le daba placer sentir la lengua de su hijo en sus labios vaginales, también es cierto que como el niño no llegaba a lamer su clítoris, esto hacia que estuviera sobreexcitada esperando que finalmente esa lengüita lama su clítoris, toda esa situación la estaba llevando a una desesperación por sentir un masajeo en el sitio que ella mas lo deseaba, su clítoris, sin poder después de unos minutos en que su hijo lamia sus labios, no pudo más y bajo su mano , y acaricio su hinchado clítoris, sintiendo de inmediato una descarga de placer, y casi gimiendo de deseo, le dijo con una voz entrecortada, aquí mi amor , lame aquí. El niño miro, lo que dedo de su mama señalaba, y vio como un pequeño promontorio, como un frijolito, entonces incorporándose un poco paso su lengua entre los dedos de su mama que sostenían ese pequeño bulto , al hacerlo sintió que su madre daba un salto y soltaba un largo gemido, por lo que se detuvo, solo para que ella, lo alentara , diciéndole, no , no , mi amor, no pares, sigue nomas lamiéndome allí, no pares, Alfredo con más confianza siguió lamiéndole aquel bultito, y ella temblaba y contenía los gemidos de placer que esa incursión de la lengua de su hijo en su clítoris le producía, dejo de sostener el pequeño promontorio, causante de tanto placer, y en forma refleja, tomo a su hijo por la cabeza para evitar que parar de lamerle allí, porque sentía ya una oleada de placer incontenible, y así tomándole la cabeza a su hijo mientras este no dejaba de lamer, dio un gran gemido, al momento que sentía como todo su cuerpo se estremecía, involuntariamente, sintió que junto con ese gran placer que le estaba dando ese orgasmo, también se le oscurecía todo, y al final sintió que desfallecía.
Cuando unos minutos después Blanca abrió sus ojos, vio a su pequeño hijo mirándola asustado, con su cabeza aun entre sus piernas y con sus enormes ojos completamente abiertos, en una pregunta muda, de si todo estaba bien. Riendo le dijo ven mi amor, le has hecho sentir a mami, cosas muy ricas, todo está muy bien, eres mi rey, mi amor, y abrazándole lo levanto poniéndolo sobre su pecho, mientras no dejaba de besarlo en el rostro y en los labios.
De allí en adelante ambos disfrutaban continuamente mutuamente de sus cuerpos y experimentaban juntos, encontrando un mundo de placeres que compartían entre ellos dos , aunque con el tiempo hubieron muchos descubrimientos del sexo, que hicieron juntos, pero que serian tema de otro relato.
Por ahora solo espero sus comentarios, si desean pueden hacerlos al correo [email protected]
Los espero.
2 respuestas
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