Por

Anónimo

julio 26, 2025

275 Vistas

julio 26, 2025

275 Vistas

Un vecino de aúpa (1)

0
(0)

Me gusta tomar el sol en la pequeña terraza que cubro con plantas para que actuen como pantalla protectora de miradas indiscretas. Porque me gusta tomar el sol de forma casi integral. En estos momentos de relax me visto solamente con un pequeño tanga de nylon celeste que me permite dorar la práctica totalidad de mi piel. Me gusta llevar esta ligera pieza de tela casi transparente porque no impide que el sol me caliente casi totalmente.

Pero la tranquilidad que disfrutaba durante el mes de junio se vio alterada en julio por una visión en el terrado que da justo enfrente de mi terraza. Este terrado, por el que se accede por una pequeña puerta, está desnudo de cualquier aditamento, excepto la celosía verde de una pequeña ventana, y durante todo este tiempo estaba presidido por una tumbona siempre vacía. Rodeado por el cemento de las casas vecinas, prácticamente se hace invisible a miradas indiscretas, excepto las de mi terraza.

Pero llegó julio y mi vida sufrió un cambio importante. La tumbona empezó a estar ocupada por el vecino del ático que se halla enfrentado al mío. Un vecino nuevo de bien ver. Alto, musculoso, pelo rubio y rizado y ojos azules. Un pedazo de hombre del que sospechaba que era gay y que tuvo la feliz ocurrencia de subir a tomar el sol enfrente mío. Me había espiado alguna vez sin que yo me diera cuenta? No lo se, pero, día a día, se fue convirtiendo en mi obsesión. Era un claro exhibicionista que fue elevando el grado de mi interés durante los primeros días de julio.
Si al principio utilizaba un traje de baño normal para sus sesiones de sol, al finalizar junio empezó a reducir el tamaño de la pieza hasta límites de infarto. Creo que, en uno u otro momento, se dio cuenta que yo hacía lo mismo al otro lado de la calle y decidió descararse.
Y en estas llegamos a medio mes de julio. Y a una nueva mañana.

Tal como esperaba, apareció mi vecino de enfrente pera dirigirse hacia la tumbona en la cual solía tomar la ración de sol diaria. Iba descalzo y solo llevaba un ligerísimo tanga rosado que permitía adivinar, casi ver a pesar de la distancia, el contorno del pene. Como acostumbraba, con la mano izquierda colocaba el paquete en buen sitio mientras se echaba en la tumbona bocabajo para que el sol incidiera libremente en toda su figura. Desde mi posición podía observar el atractivo conjunto con especial atención a ambos cachetes, ligeramente separados por la delgada tira del tanga que, por el color, casi se confundía con la piel.

Por mi experiencia diaria, sabía que estaría en esta posición una media hora y ello me permitió hacer un par de cosas pendientes en casa antes de volver a mi punto de observación. Efectivamente, al cabo de una media hora se giró para que el sol le diera en el frente. Ahora, con la mano derecha contuvo el paquete, que estaba bamboleando en su fino contenedor rosado, para que el pene quedara finalmente en posición plana sobre su bajo vientre. A esperar otra media hora, mientras ahora, con los prismáticos, observaba con deleite y todo detalle su hermoso cuerpo i fantaseaba sobre su pene, grueso y venoso, que podía ver casi al natural a través de la ligerísima tela del tanga. Y así media hora más hasta que…
Hasta que… Joder! Un poco más y caigo de emoción. Apareció por la dichosa puerta de mis sueños un negro, negro, negro, cubierto únicamente por un tanga blanco sedoso que apenas podía contener su enorme miembro. Y en reposo! El vecino se tumbó boca abajo, mientras el negro, arrodillado al lado de la tumbona, empezaba a untarlo con una crema blanquecina. Brazos, piernas, espalda y culo. Nada escapaba a los ágiles y duros dedos. Me fijé que elevó casi con cariño la fina tira posterior del tanga para introducir sus dedos entre los cachetes y masajear detenidamente la zona perineal.

Luego, mi vecino se giró. Mi vista se dirigió, obviamente, hacia su pene, enormemente hinchado bajo el fino triángulo anterior del tanga. El negro volvía a aplicar la crema blanca a brazos, piernas y torso de mi satisfecho vecino moviendo con agilidad manos y dedos por toda la piel. Me fijé que sus manos se introducían por los laterales de la braga para masajear el escroto. La consecuencia directa era el aumento notable de tamaño del pene, muy excitado por toda la manipulación.

El negro extrajo de otro tubo una crema que me pareció incolora que usó para masajear el pene, siempre por debajo de la fina tela del tenga. Pienso que se trataba de un producto para retardar una más que probable inmediata eyaculación. El ritmo de la respiración de mi vecino había aumentado notablemente mientras sus dedos se agitaban como si quisiera proteger un sexo, el suyo, que ya no le pertenecía. Al cabo de unos minutos de manipulación, el negro separó la tela que cubría el pene y lo introdujo en su boca en un rápido movimiento. Des de la distancia podía apreciar el movimiento de la lengua del negro envolviendo prácticamente el sexo y estimulando sus centros sensitivos más recónditos. De aquí a la explosión de mi vecino pasó poco tiempo, a pesar de la crema, pues ya estaba muy a punto para el previsible final feliz. Su cuerpo se estremeció con fuerza mientras con la mano izquierda agarraba el miembro del negro cubierto por la seda del tanga. El chico debía estar muy a punto porque noté como se agitaba mientras tragaba el semen de mi vecino. Aquella fue una explosión casi simultánea que me dejó anhelante y con la boca seca.

La visión me había hinchado enormemente mi pene, que pugnaba por abandonar su fino contenedor celeste. No tuve más remedio que llegar también a improvisar un orgasmo rápido para liberar mi tensión por todo lo que acababa de ver.
En la terraza de enfrente, los dos protagonistas de mi visión ya se dirigían hacia la puerta, no sin antes saludarme con la mano y dejarme completamente cortado.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Deja un comentario

También te puede interesar

La del piercing.

anonimo

20/12/2017

La del piercing.

Caricias intimas.

anonimo

25/04/2017

Caricias intimas.

Aquel hombre que sacaba de quicio a mi Abuelo...

anonimo

16/03/2019

Aquel hombre que sacaba de quicio a mi Abuelo...
Scroll al inicio