Hasta hace poco era un hombre casado; ahora me llamo Renata (antes Rubén) y vine a la Ciudad con mi esposa por cambio de trabajo; justo a la primera semana en mi nuevo trabajo, se organizó una fiesta de disfraces para festejar a los nuevos empleados con sus parejas, entre ellos yo, por lo que no podíamos faltar. Legó el día de la fiesta y mi esposa me dijo que no había rentado los disfraces de piratas que habíamos planeado; de pronto, mi esposa tuvo la idea de que nos disfrazaramos de hombre y mujer, o sea ella de hombre y yo de mujer, después de pensarla un buen rato y como que forzadamente, acepté la propuesta. Tengo una buena altura, mi cuerpo es esbelto, lampiño de todos lados y sobre todo, no es por nada pero tengo un lindo trasero redondito y paradito. Llegó la hora de prepararnos y mi esposa me salió con que estaba indispuesta y no iría a la fiesta, pero me dijo que yo no podía faltar y ella misma confeccionó mi disfraz. Sacó de su vestuario un vestido toples negro de licra con escote a la espalda, unas medias negras con encaje super sexis, un juego de pantis de hilito y bra color negro con lindos bordados; depués de ponerme toda la ropa, me dijo mi esposa que me veía impresionante, sobre todo, que el vestido se entallaba perfecto a mi cuerpo, haciendo relucir mi silueta y mi hermoso trasero y con las medias resaltaban mis piernas bien torneadas. después, me maquilló con mucho cuidado sin perder detalle de las sombras y el labial para darle una bonita forma a mi boca, me puso una peluca negra lacia con caída a la espalda, unos tacones no muy altos, un delicioso y sutil perfume y unos rellenos de latex para resaltar el busto; cuando me ví en el espejo no podía creer que mi esposa me había transformado en una mujer hermosa y muy deseable.

Pedí un taxi y llegué a la fiesta, ya estaban casi todos los invitados; empecé a saludar a mis compañeros(as) del trabajo y todos quedaron asombrados con mi transformación, no lo podían creer!! las chavas me decían: «wow que bien te ves»! «tu disfráz es perfecto»! «podrías pasar como una de las nuestras sin problema»! y los chavos me decían: «No inventes Rubén, si no supiera que eres tu, si te andaba llegando»! «oye, donde tenías escondido ese cuerpo tan bien formado»! a ver, date una vuelta para recrearme la vista, no se puede ser, te ves hermosa»!! jaja ya en confianza empezamos a platicar y a tomar unos tequilas para relajar el ambiente. Conforme fue avanzando la fiesta, empecé a notar que varios de mis compañeros me veían con ojos de deseo, sobre todo a mi trasero y que les digo, la verdad me empezó a gustar ese juego de sentirme una mujer deseada; seguimos tomando, palticando y bailando todos en bola; ya entrada la noche pusieron unas rolas calmaditas y uno de mis compañeros (Leo) me tomó del barzo y me dijo que bailara con él; le comenté que para nada, que yo era casado y no me gustaban los hombres; entonces se acercó y me murmuró: «sólo una canción mi reina, déjate llevar por esa nena que llevas dentro»…en ese momento me cambió el chip y me propuse pasar el resto de la fiesta como una mujercita anhelada; empezamos a bailar y en un ratito ya estabamos muy pegaditos, Leo me tomó de la cintura y me pegó hacía él, haciéndo que sintiera como iba creciendo su bulto, puso se cara en mi cuello y me decía cosas que me ponían súper excitada: «estás deliciosa chiquita» «me encantaría ser el primero en probar ese rico culito» «me encantan tus pechitos, me gutaría probarlos» «quieres que te enseñe lo bien dotado que estoy?»… como yo ya estaba ardiendo en calentura y no me había dado cuenta que la mayoría no nos quitaba la vista de encima, le dije a Leo que nos fuérmaos a tomar otra copa y a platicar para no crear sospechas; me sentía un poco incomodo y confundido porque a pesar de que a esas alturas ya ardía en deseos de ser toda una mujer, no quería tener problemas en mi trabajo. Así es que seguí platicando con Leo, que por cierto, era un chavo de bastante buen ver y muy agradable.

Conforme pasaron los minutos, empecé a notar que a Leo se le estaban pasando las copas, hasta que llegó un momento en que se puso hasta a atrás y se lo tuvieron que llevar a su casa; yo me la seguí pasando muy bien con todo el mundo y el chip de sentirme mujer empezó a desaparecer. Eran como las 2 de la madrugada, cuando noté que iba entrando a la fiesta un hombre muy moreno y  muy apuesto, de pectorales anchos, unos brazos super fornidos y unas nalgas descomunales; no sé que me pasó, pero cuando ví a semejante semestal, volvió a surgir ese deseo latente de ser toda una mujer…

Esta historia continuará