octubre 13, 2025

191 Vistas

octubre 13, 2025

191 Vistas

Haciendo rimming por primera vez

0
(0)

Bueno, pues esta es una historia que nunca pensé que iba a contar, pero aquí va. Hace como un mes empecé a salir con Jorge, que es el jefe de mi mejor amiga en la oficina. Él tiene 35 años, nueve más que yo, y la verdad es que siempre me había parecido un hombre super atractivo, con esa pinta de tipo serio y formal en el trabajo, pero con una mirada que delata que es un poco pervertido. Total, que después de varias salidas a tomar algo, una noche terminamos en su departamento. La cosa se estaba poniendo caliente en el sofá, con besos y manos por todos lados, y yo ya lo tenía encima, con la falda subida y el corpiño desabrochado. De repente, se bajó y se arrodilló frente a mí, y empezó a hacerme un oral increíble, con una lengua que no parecía de este mundo. Yo, perdida en el placer, solo gemía y le jalaba el pelo. Pero entonces, paró y me miró con unos ojos llenos de deseo. «Isabel,» me dijo con la voz ronca, «quiero que me chupes los huevos.»

Eso no me pareció nada raro, la verdad. Con mi ex lo hacía bastante. Así que asentí, un poco nerviosa pero excitada, y cambié de posición para quedar yo arrodillada entre sus piernas. Se bajó el pantalón y los boxers, y ahí estaban, sus testículos, peluditos y con un olor a hombre que, no sé por qué, me prendió mucho. Me incliné y empecé a lamerlos, suavecito al principio, metiéndomelos uno por uno a la boca y chupándolos, mientras con la mano le jalaba la verga, que estaba durísima y palpitaba con cada lamida mía. Él gemía y movía las caderas, y yo me sentía una diosa teniéndolo así de vulnerable. Pero de repente, soltó un gemido más fuerte y dijo: «No, para… más abajo, Isabel. Por favor, lámele el culo.»

¡Ay, Dios! Eso sí que no me lo esperaba. En ese momento me quedé helada, con la boca a centímetros de sus bolas. ¿Lamerle el culo? Nunca había hecho eso. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Él, viendo mi duda, se puso en cuatro patas ahí mismo en la alfombra, con el culo en el aire, y empezó a suplicarme. «Por favor, nena, solo una lamidita. Te lo pido. Quiero sentir tu lengua ahí.» Su voz sonaba tan desesperada, tan necesitada, que algo en mí se encendió. Pero no iba a ser la única en hacer algo tan íntimo. «Está bien,» le dije, tratando de sonar más segura de lo que estaba, «pero con una condición. Tú también me lo tienes que hacer a mí después.»

Él ni lo dudó. «¡Sí, lo que quieras!» casi gritó. Y ahí fue donde todo cambió. Con el corazón latiéndome a mil, me acerqué a sus nalgas. Él las tenía bien formadas, redondas, con un vello oscuro y ese hoyo en el medio que parecía mirarme. Tomé aire, y por primera vez en mi vida, apoyé mi lengua en el ano de un hombre. Al principio fue solo un roce, suave, probando. Sabía a limpio, a jabón, con un toque salado que no estaba nada mal. Él gimió tan fuerte que parecía que le hubiera dado una descarga. «Sí, así, no pares,» jadeaba. Eso me dio confianza. Empecé a lamer con más decisión, haciendo círculos alrededor de su agujero, metiendo la punta de la lengua adentro, sintiendo cómo se contraía bajo mi boca. Era extraño, pero verlo retorcerse de placer me excitaba de una manera nueva. Con una mano le seguía masajeando las bolas y con la otra le daba nalgadas suaves, que hacían que su cuerpo se estremeciera.

De repente, un pensamiento me vino a la cabeza: «¿Y si fuera yo la que está en cuatro, recibiendo esta lamida?» La idea me voló la mente. Y en ese momento, decidí que si lo iba a hacer, lo haría bien. Escupí en mi mano y embadurné su ano con mi saliva, para que estuviera más resbaloso, y luego clavé mi lengua con más fuerza, más rápida, imitando lo que a mí me gustaría sentir. Él empezó a gemir de una manera incontrolable, y sus caderas se movían sin parar. «Voy a correrme,» gritó, y yo, en un arranque de poder, le dije: «No, aún no. Aguanta.» Seguí lamiéndole el culo sin piedad, apretándole los huevos con la mano, dándole nalgadas que ahora sonaban fuertes en la habitación. Él solo podía gruñir y empujar su culo contra mi cara. Y entonces, pasó. Sinti cómo su cuerpo se tensaba por completo y un chorro caliente salió de su verga, mojando la alfombra. ¡Se había corrido solo con que le lamiera el culo! No podía creerlo. Una mezcla de orgullo y lujuria me invadió.

Chat 18+ cercano y sin líos. Únete gratis en segundos. Ver ahora

Pero no terminó ahí. Después de recuperar el aliento, me miró con una sonrisa hambrienta y dijo: «Ahora te toca a ti.» Rápidamente, me puse en cuatro patas, con el vestido todavía puesto pero la tanga bajada. Él se colocó detrás de mí y, sin dudar, enterró su cara entre mis nalgas. Su lengua era cálida y hábil, recorriendo mi propio ano de la misma manera que yo lo había hecho con él. Fue una sensación increíble, un cosquilleo eléctrico que me llegaba directo al clítoris. Gemí como nunca, empujando mis caderas hacia atrás, pidiendo más. Él no se detuvo, lamiendo, chupando, metiendo la lengua dentro de mí, mientras sus manos agarraban mis caderas con fuerza. Yo estaba en otro planeta.

Cuando ya no pude más y me corrí temblando, él se recostó, pero su verga ya estaba dura otra vez. «Otra vez, por favor,» suplicó. Esa noche se repitió la historia cuatro veces más. En cada ocasión, yo lo hacía correr solo con lamerle el culo y jugar con sus bolas. Aprendí a escupirle en el ano para lubricar mejor, a darle nalgadas más fuertes que le dejaban la piel marcada, y a hablarle sucio: «¿Te gusta que tu puta te lama el culo, jefe?» Él enloquecía. En la quinta vez, justo cuando iba a correrse otra vez, intentó meterme un dedo, pero yo le agarré la mano. «Solo lengua,» le dije, firme. Y él, obedientemente, siguió con la boca hasta venirse otra vez, con un gemido que parecía de agonía y éxtasis.

Cuando al fin nos rendimos, eran casi las tres de la mañana. Estábamos agotados, sudados, y la alfombra estaba hecha un desastre. Él me miró y dijo: «Nunca nadie me había hecho sentir así.» Yo solo sonreí, sintiéndome poderosa. Quién iba a pensar que mi primera vez haciendo rimming sería tan intensa. Y la verdad, ahora que lo recuerdo, se me está mojando otra vez la tanga. Creo que le he agarrado el gusto.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Recomendado 18+:
¿Buscas algo real hoy? Acceso gratuito y confidencial.

Ver ahora

Deja un comentario

También te puede interesar

Quiero verte a los ojos

anonimo

10/01/2025

Quiero verte a los ojos

Un mamading inexperado.

toulouse

09/06/2017

Un mamading inexperado.

Una relación muy sana

anonimo

12/05/2021

Una relación muy sana
Scroll al inicio