
Por
Anónimo
Nuevas funciones en el trabajo
Soy una mujer de casi 40, gordita pero guapa. Soy secretaria de dirección, y tengo que vestir elegante. Pero las chaquetas y las blusas siempre me quedan muy ajustadas al pecho porque lo tengo grande, así que me divierte ver la cara de mensajeros o clientes cuando les atiendo, se ve claramente que les gusta. Pero hay uno en concreto, que ha ido más allá. Es un cliente muy importante de mi jefe, es inversor y sin su dinero nuestro negocio se iría al traste. Tiene unos 55 años, es alto, elegante, y siempre que llega me saluda con dos besos que me da en la comisura de los labios, mientras me acaricia la espalda siempre en una zona muy baja. Siempre me está lanzando indirectas, la última fue a finales de julio cuando me preguntó si mis tetas eran naturales o si me había operado, cuando me quise dar cuenta me las estaba tocando. Quisé zafarme, pero sonó el teléfono. Lo cogí, y el se colocó detrás de mi magreandome el pecho mientras yo hablaba con mi jefe, ¡no sabía qué hacer! me alegré de que mi jefe me pidiera que pasara a su despacho, y por fin le perdí de vista.
Pero este mes de agosto, todo cambió. Estaba de vacaciones, cuando a finales de la primera semana de agosto me llamó mi jefe para decirme que este inversor está a punto de firmar un contrato muy importante, pero que ha exigido que yo esté presente. Estando el trabajo como está, no pude negarme, así que cogí el coche y me fuí para mi ciudad. Esa mañana, quedé con mi jefe para que me diera detalles sobre la famosa firma. Cual sería mi sorpresa cuando mi jefe me explica que si no quiero quedarme en la calle tendré que ser muy complaciente con este señor, en todos los aspectos, y me da 300 euros para que vaya a depilarme y a comprarme ropa interior (me dijo literalmente) de zorra. No podía creerlo. Me ví en la calle con dinero en el bolsillo y una cita a las 7 en la oficina donde tenía que hacer «lo que me pidiera». Lo pensé mucho, pero al final no me quedó más remedio que pasar por el aro, así que fui a un centro de estética a depilarme el coñito (lo demás lo tenía ya depilado) y luego a una lencería donde compré un tanga, un liguero, unas medias finas de verano, y un sujetador todo en tonos negros. Me sobró dinero, así que me compré un ajustado vestido negro elegante, con escote anudado al cuello y falda a la rodilla.
A las siete estaba en mi oficina, mi jefe me abrió la puerta, no había nadie más. Silbó al verme, me había peinado con la melena suelta y me había maquillado como cuando salgo de noche. Me dijo ¿estás dispuesta a lo que sea? tuve que contestarle que no lo sabía, que no sabía cómo iba a reaccionar. En ese momento sonó la puerta, era él.
Cuando me vió sonrió satisfecho, me besó directamente en los labios y se dirigió a la sala de reuniones, donde le esperaba mi jefe. Sacaron los papeles con los que iban a trabajar, y me dejaron en mi mesa, esperando nerviosa. Al cabo de media hora me llamó mi jefe y me pidió que les sirviera unos whiskies. Entré con la bandeja y al dejarle el suyo al inversor puso su mano en la parte de atrás de mi rodilla y me acarició la pierna subiendo hasta el culo, mientras hablaba con mi jefe ignorandome totalmente. No me atreví a moverme, él seguía magreandome mientras bebía su copa. Entonces me empujó un poco y me dijo que era una maleducada por no servirle la suya a mi jefe. Me fui de su lado, y le llevé la copa a mi jefe. Entonces el inversor le preguntó ¿puedo usar a tu secretaria? mi jefe me miró y le dijo, claro que sí. Mi corazón iba a mil por hora. El inversor (Luis) le pidió a mi jefe que me quitara el vestido. Mi jefé se quedó a cuadros, apuesto a que pensaba que iba a dejarnos solos. Se levantó, se colocó detrás de mí y me desabrochó el nudo detrás del cuello. Bajó la cremallera lateral y el vestido calló al suelo. Luis miraba complacido como los dos estabamos inquietos e incomodos. Y le dijo a mi jefe, venga hombre, tocala un poco. Entonces noté sus manos sobre mis hombros, acariciandome. Al momento estaba jugando con mi sujetador, rozando mis pezones sobre la tela. Noté como su respiración se aceleraba, se estaba excitando y me metió la mano para tocar mi piel. Luis sonreía, y le pidió con una voz que sonó a orden que me quitara el sujetador. Lo hizo, y mis grandes tetas quedaron al descubierto. Mi jefe me sobó desde atrás, mientras me babeaba el cuello, y Luis sonreía. De repente se levantó, y con un gesto me ordenó que me acercala. Lo hice. Me besó de nuevo en los labios, metiendome la lengua hasta el fondo. Luego me comió los pezones, mordiendolos, hasta que se pusieron rojos. Entonces me agarró de los hombros y de forma violenta me obligó a arrodillarme. Se desabrochó el cinturón, el botón, se bajó la cremallera y se quitó los pantalones. Estaba empalmadísimo. Luego se quitó el boxer y una enorme polla apareció ante mi cara. Me agarró del pelo y me ordenó que sacara la lengua y le mojara el capullo con saliva. Lo hice. No me había soltado el pelo, y de repente noté cómo me empujaba para meterme el capullo en la boca. Me movía suavemente mientras gemía. Cada vez me la metía más dentro, marcando el ritmo, y me decía, muy bien putita, muy bien. Estuvo así un buen rato, hasta que me la sacó de la boca y me pidió que me levantara. Entonces me dijo que me sentara al borde de la mesa de reuniones, y que abriera las piernas. Lo hice, mientras él se quitaba toda la ropa e invitaba a mi jefe a hacer lo mismo. Allí estaban los dos, desnudos y empalmados. Reconozco que me sorprendí cuando Lusi me arrancó el tanga y me metió un dedo de golpe en el coño, porque estaba muy mojada. Lo sacó y me lo metió en la boca, para que probara mis jugos. Luego me separó las piernas aún más y, sin quitarme el liguero ni las medias, acercó su glande a mi coño. No me lo metió, se frotó contra mi clitoris. No pude evitar gemir de placer. Me excité aún más al ver a mi jefe empezar a pajearse mientras miraba. Entonces Luis me dijo, «pideme que te folle», a mí se me escapó un «pero…» y recibí una enorme bofetada. ¡Obedece zorra! entonces le dije «follame!, y recibí otra bofetada. Con más ganas! y dije follame, follame, FOLLAMEEEEEEEEEEEEE y de repente me la metió entera de golpe, y agarrado a mis rodillas se puso a bombear. Me escocía la cara de los tortazos, pero mi coño ardía de placer. Notaba como caía flujo por mis muslos mientras me follaba. Entonces me la sacó y se apartó, haciendole una seña a mi jefe para que se acercara, diciendole que iba a por otro whisky y que aprovechara para follarme. Mi jefe ni se lo pensó, y tal y como estaba me la metió desesperado, sudando y gimiendo como un animal. Luis volvió con su copa y sonreía, a mi me ponía cachonda ver a mi jefe perder los papeles mientras me la metía. Luis le dijo, correte sobre ella, no dentro. Al oir la palabra correrse mi jefe se excitó aún más, bombeando más deprisa. De pronto se la sacó y Luis, reaccionando rápido, me agarró del pelo tirandome al suelo y echando mi cabeza hacia atrás. Mi jefe se pajeó gimiendo mientras se corría sobre mis tetas. Quedé llena de leche, y mi chocho palpitó de placer al oir a Luis exigir a mi jefe que me limpiara con la lengua. Se quedó atónito, pero debió pensar -igual que yo- que tenía que ceder, así que se arrodilló junto a mí y empezó a lamer su propia leche. Yo estaba cachonda como una perra y separé un poco las piernas para acariciarme el clitoris mientras me chupaba. Cuando estuve más o menos limpia, Luis me tomó del pelo y me llevó hasta el sofá. Me acercó al reposabrazos y me hizo darme la vuelta, luego me empujó y caí sobre el sofá dejando el culo en pompa. Me separó las piernas, y me la metió sin piedad, agarrado a mi culo. Me azotaba mientras follaba, y bien fuerte. Noté que estaba a punto de correrse cuando me la sacó, me agarró del pelo e hizo que me diera la vuelta y me arrodillara, para correrse en mi cara. No dejó de pajearse hasta que la última gota estaba sobre mi cara. Luego me pidió que se la limpiara con la lengua, y cuando lo hice, se levantó, se vistió tranquilamente y se despidió de mi jefe sin decir ni una palabra. Yo estaba gimiendo, aún excitada, y cuando mi jefe volvió de acompañarle a la puerta me encontro masturbandome tumbada en el sofá, y su polla volvió a empalmarse mirando como me corría.
2 respuestas
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