septiembre 28, 2025

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Nos cogimos a una compañera de trabajo

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Actualmente trabajo como monitorista de rutas de trailes en turno de noche. En la guardia nos quedamos cuatro compañeros, pero en las últimas semanas se ha quedado una compañera que lleva escasos dos meses con nosotros. Ella es como cualquier chica recatada, y su manera de vestir no deja mostrar mucho. Pero en esta noche fue diferente: llevaba una falda de vestir corta y una blusa blanca semitransparente que dejaba ver que llevaba bra rosita.

El turno inició como cualquier otro. Normalmente, en horas de la madrugada, nos turnamos para tomar una siesta cada uno. Era el turno del segundo compañero y él se fue a tomar su descanso. Como cinco minutos después, ella se levantó de su escritorio y fue tras él, lo que a mi compañero y a mí nos sacó de onda. Pero nunca hubiéramos pensado lo que se venía.

Le dije a mi compañero que iba a espiar qué estaban haciendo, pues ya habían tardado un rato. Y en el sofá de espera de la recepción, ella estaba montada encima de él, mientras él estaba sentado. Aún con ropa los dos, pero ella con la blusa desabotonada y con los senos al aire. Inmediatamente me puse duro como piedra y me empecé a amasar la verga por encima de mi pantalón.

Fui con mi compañero que quedaba en la oficina y le conté lo que vi. Regresamos ambos a la recepción y ellos seguían en su rollo. Los sorprendimos encendiendo las luces. Su reacción natural de ella fue taparse y pedir disculpas, rogando que no lo contáramos a nadie (la verdad no sé por qué no pensó que no los íbamos a descubrir).

Total que mi otro compañero le soltó un comentario: «Si no quieres que le digamos a nadie, lo tienes que hacer con los tres». Ella al principio se ofendió y nos dijo que jamás haría algo así. Pero poco pasó hasta que, sorpresivamente, cambió de opinión.

Comenzó a quitarse la blusa, un poco cohibida, y a subirse su falda, mientras nosotros nos quitábamos los pantalones y nos la empezamos a jalar frente a ella. Posteriormente nos dijo que nos sentáramos en el sillón y nos empezó a chupar como novia enamorada: suave, cuidando que sus dientes no lastimaran, dándole pequeños besos y dejándola bien lubricada. Así se turnó con cada uno.

 

Se puso en pie y nos pidió que, por favor, usáramos condón de ella. Allí mismo, sentados, se turnó para cabalgar encima de nosotros, uno por uno. Las cosas cambiaron de ritmo cuando desde la recepción escuchamos el teléfono de nuestra oficina sonando, a lo que el primer compañero fue a atenderlo.

Entre risas y gemidos, cambiamos de posición. La pusimos en cuatro mientras, mientras mi compañero la penetraba, a mí me la chupaba. Cambiamos de lugar y debo admitir que no aguanté más: la escena de ver el culo de mi compañera en cuatro y la situación de estar en horario laboral me excitó demasiado y me vine en sus nalgas. Justo en eso llegó mi compañero y continuó en mi lugar. Dándole ambos, la pusieron de rodillas y terminaron sobre sus pechos. Sin decir nada, se metió al baño a arreglarse. De vuelta todos en la oficina, juramos no contarle a nadie… El único problema es que quedan las cámaras de seguridad, ojalá que no las revisen, jajaja.

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