El pasado martes me ocurrió una historia que creo tenía que contar a los lectores de relatos. Salí del colegio con mi amiga Daniella como siempre para irnos a casa, charlando de nuestras cosas, al cruzar por una de las puertas de salida vi a dos hombres que arreglaban las ventanas. Enseguida advertí que los dos se quedaron mirando nuestras falditas de colegialas y nuestros culos al pasar, Daniella no le dió importancia pero yo llevaba todo el día muy caliente con el relato de «los nuevos vecinos». Puse una escusa a Daniella para que continuase sola y volví sobre mis pasos pasando de nuevo al lado de aquellos dos tiarrones. Uno era moreno y muy fuerte, tendría entre cuarenta o cincueta años, era muy alto y llevaba el buzo ligeramente abierto enseñando un torso fuerte y con mucho bello, tenía bigote y era realmente atractivo. El otro parecía más joven, de unos treinta. Era muy alto también, rubio y con una anchura de espaldas que parecia un culturista. Pasé de largo no sin antes dedicarles una sonrisa al pasar y recibir piropos. Me sorprendió que dos hombres se atrevieran a hacerlo a una chica de apenas dieciseis años más cuando estaban trabajando en el colegio y que podía ser su propia hija, pero de alguna manera notaron que yo no diría nada y que no me molestaba el que me dedicaran su atención. Entré al baño y me arreglé un poco, me desabroché un botón de la camisa y me subí un poco más la faldita. Estaba excitadisima y no sabía como hacerlo pero deseaba tener una aventura con aquellos dos hombres mayores. Cuando salí del baño apenas quedaba nadie en el colegio, escuché el sonido de un taladro y salí por el pasillo dispuesta a exibirme de nuevo ante los hombres. Nada más verme dejaron de trabajar para mirarme descaradamente, pasé de nuevo y entonces el más mayor se dirigió a mi.

– Oye todas las chicas de este colegio son tan bonitas?.

-No lo sé, usted mismo lo habrá visto.

-Si pero como tu hay pocas, eres preciosa…

Continué andando, esperando algo.

-Perdona, ¿podías decirnos donde está el comedor del colegio?. Vamos a parar una hora para comer y la verdad es que no sabemos donde ir.

Esta era mi oportunidad y no la desaproveché. Yo misma conduje a los hombres delante de ellos para que viesen bien mi trasero y mis piernas. Era claro que ellos tampoco se cortaban, me estaban desnudando con la mirada y yo me sentía como una perra en celo que llevaba a mis amantes al sitio que necesitaba mi caliente coño. Llegamos al gimnasio, cerré la puerta nada más entrar y los dos enseguida supieron mi intención.

-¿oye cuantos años tienes?

-dieciseis. y vosotros

-Yo tengo cuarenta y cuatro y mi compañero cuarenta.

-vaya, entonces estoy de suerte.

Los hombres se quedaron asombrados y sin que pudieran reaccionar me agaché ante ellos bajandoles la cremallera de sus buzos, se lo quitaron y se desnudaron por completo ante mi. Eran dos tios muy corpulentos y sus pollas eran enormes y gordas, no me podia resistir mas y comence a mamarsela a los dos con desesperacion, era tal el deseo de verga que tenia que me acuerdo perfectamente que al poco rato de empezar tuve un orgasmo maravilloso, sin embargo prosegui hasta que se corrieron en mi cara. Despues con fuerza me follaron sin parar por el culo, por el coño y me llenaron haciendome una mujer de verdad, lo de los niños de mi edad no funciona, esto si que es follar. Me jodieron de tal manera que estuve una semana entera masturbandome con solo el recuerdo de aquel trio en el gimnasio..