
Por
Anónimo
Visitando a mi amigo [H31]
Fui a la casa de mi amigo a jugar videojuegos. Habitualmente me quedaba hasta tarde y me quedaba a dormir en su casa. En esas ocasiones, por la noche, nos daba por poner videos porno y empezar a masturbarnos, nunca sentimos ninguna atracción entre los ambos, lo excitante era masturbarnos al mismo tiempo, viendo tetas rebotando, culos tragando vergas y bocas succionando hasta la última gota del semen que les ofrecían. Cada quien desde su rincón terminaba siempre con el semen escurriendo hasta los testículos. Y esa noche, como otras, había terminado exhausto, quedándome dormido, desnudo y con la verga empapada, aunque aún bastante caliente.
De repente me desperté a media madrugada, el gasto de energía sexual me había despertado el apetito después de la enorme eyaculación. Moví el hombro de mi amigo para despertarlo y preguntarle si tenía algo de comida que pudiera preparar rápido. Él, hastiado por mi impertinencia, me mandó a preguntarle a su madre por el botín culinario, girándose luego de ello para seguir durmiendo.
Molesto, me fui al cuarto de sus padres, que queda a un lado de la habitación de mi amigo. No lo noté hasta después, pero entré a ese cuarto aún desnudo, con mi verga aún erecta y la punta todavía húmeda por la previa eyaculación. El verano los obligó a dormir con ropas muy ligeras, así que antes de despertar a la madre de mi amigo, pude admirar su culo que intentaba tragar aquel cachetero gris, mientras sus tetas pequeñas descansaban libres apenas escondidas por una blusa delgada y de tirantes. Me acerqué a ella, hablándole despacio y en volumen muy bajo, preguntando si tenía algo de comer en la cocina. Ella va despertando de a poco, parece no entender muy bien mi pregunta, para luego despertar de golpe mientras sus ojos se clavan en mi verga erecta, casi brillando. Noto entonces que sus ojos empiezan a brillar de lujuria, mientras su boca empieza a salivar, deseando aquel enorme pedazo de carne que se bamboleaba frente a ella. El padre de mi amigo dormía casi en el otro extremo, usando sólo unos boxers negros. Sabía por lo que mi amigo me había contado, que estaban algo distantes, así que decidí aprovechar la oportunidad de tomar a una hembra caliente, hambrienta de verga, pues seguro llevaba un ayuno sexual bastante prolongado. Pensarla lujuriosa me puso aún más, y mi erección aumentó, casi al punto de hacer explotar mi verga.
Acerqué un poco más mi pene a la cara de la madre de mi amigo. Ella la recibió dándole unos besitos silenciosos, pero llenos de saliva, humedeciendo mi verga de a poco. Luego de ello empezó a lamer la punta, con una lengua cada vez más habilidosa, sin duda producto de que se estaba despertando del todo. Dejó mi verga tan húmeda, que parecía que ya se la había metido a la boca. Sin duda dejó lo mejor para el final, y empezó a saborearme lentamente. Yo me sentía en el cielo, sintiendo la humedad de su boca, el jugueteo de su lengua y la profundidad de su garganta. Saber que le estaba robando la mujer a un hombre adulto, y en su cama, me prendió aún más. Mis manos trataron de buscar sus ropas para quitárselas. Con bastante dificultad logré quitarle el cachetero, y eso pareció activar un nuevo nivel en la calentura de aquella hembra. Ella se giró un poco, para alinear su coño con mi pelvis, y tomando la base de mi pene, acercó la punta a su coño, que noté muy húmedo. Mientras, yo me incorporé para besarla apasionadamente. Luego de darme a probar su coño, me alejó, y yo, totalmente poseído, apenas pude decirle “Quiero”.
Hirviendo de lujuria nos paramos y fuimos al cuarto de mi amigo, para tratar de continuar con nuestros asuntos, y aprovechando el hecho de que él tiene el sueño un poco pesado. Aproveché el breve camino para terminar de desnudarla y admirar su cuerpo, ahora casi completamente entregado a mi, ese mismo cuerpo con el que tanto había fantaseado desde la primera vez que la vi. Apenas entramos al cuarto ella se arrodilló frente a mí, para engullir completamente mi verga caliente. Noté un movimiento al fondo del cuarto, era mi amigo que parecía haberse girado y cubierto con una manta delgada. Su madre, en tanto, sacó mi verga de su boca para empezar a masturbarla mientras lamía mis testículos. Sentía su lengua caliente, que los empapaba, y el contraste de su saliva más fría, que resbalaba de entre mis piernas, mojándolas incluso. Al volver a mirar, noté cierto movimiento familiar, era mi amigo, masturbándose con la escena que tenía justo enfrente de él. Pensar en ello me calentó más, y decidí ser un alma caritativa, así que nos giré un poco para que pudiera observar claramente cómo su madre devoraba mi verga.
Ella regresó a mi pene, y después de succionarlo, empezó a mamar con más intensidad, metiéndolo y sacándolo de su boca, follándose con esa verga juvenil, caliente y deseosa. No pude evitar entregarme al placer de esa mujer y me dejé llevar por el placer que me hacía sentir. Arqueé mi cuerpo hacia atrás y ella entendió la señal, mamando con más fuerza. Un breve gemido le anticipó y me descargué completamente en su boca. Ella dejó sólo mi punta dentro de su boca y a cada estertor succionaba un poco más, asegurándose de vaciar completamente mis testículos dentro de sus fauces. Oí otro breve gemido, y el bulto en el que se había convertido mi amigo yacía inmóvil, señal inequívoca de que él también había eyaculado. Seguro que en su imaginación también había logrado llenar esa boca experta con su propio semen.
Después de unos instantes, ella continuó succionando la punta de mi pene para hacerme recuperar la erección. En cuanto mi carne se encontraba nuevamente lista, me tomó de la mano y me dirigió a la planta baja, por un poco más de privacidad. La senté sobre el sofá y ella abrió sus piernas para descubrir su vulva ante mí, e improvisar un misionero en aquel lugar. Cuando mi verga se deslizó dentro de su cuerpo entendí por qué me había conducido hasta allá, y es que quería gemir a gusto. Me encantó oírla gemir, así que empecé a bombear con fuerza, sin ninguna piedad para con esa hembra puta y caliente, taladrando y perforando ese pedazo de carne que ahora podía utilizar para mi entero placer. Ella, tal como yo lo había hecho unos minutos antes, se había entregado completamente, y ahora disfrutaba de mi virilidad, gimiendo cada vez más fuerte. Podía sentir el temblor de su cuerpo y las contracciones de su coño, que iban y venían. Mientras, un pequeño charco de humedad se formaba debajo de nosotros. Sabía que le estaba regalando muchos orgasmos continuos.
Aquella escena y el cúmulo de sensaciones me hizo sentir completamente un hombre, utilizando a mi antojo a aquella mujer, así que poco me preocupé cuando las pulsaciones sobre mi verga aumentaron. Continué penetrándola fuertemente hasta no poder más y vaciar nuevamente mis testículos, pero ahora dentro de sus entrañas. Sentí un placer indescriptible, y un calor sugerente en todo mi cuerpo. Casi exhaustos, continuamos besándonos, hasta que volví a recuperar mi erección. En ningún momento saqué mi verga de su interior, y cuando la sentimos nuevamente dura, ella nos volteó para empezara cabalgarme hasta deslecharme por tercera vez. Luego de ello dormimos unos momentos, con ella aún empalada, para después reiniciar su cabalgata erótica sobre mi y durante el resto de la noche…
Una respuesta
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