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Anónimo

julio 8, 2025

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La mamá de Pau pt.2

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Sus labios carnosos, su aliento caliente y el cómo apretabas sus manos a mi cara y tomaba de mi cuello. Me indicaban lo mucho que lo estaba disfrutando. Su lengua en mis labios. Una delicia, las caricias entre nuestras lenguas me tenían con la piel erizada. Generando en mí una muy fuerte y completa erección que ya no cabía en mi pantalón.

La empecé a apretar con más fuerza. Apretando y soltando sus nalgas, jugando con ellas.

Riquísimas, grandes, firmes. Pero no duras. Gordas, se escapaban entre mis dedos. Empecé a besar su cuello y pude escuchar un pequeño gemido que escapó de su boca mientras masajeaba su culo y lamia su cuello.

En eso se separó de mí abruptamente. Camino unos pasos hacia atrás.

Tal vez pensaba que habíamos llegado muy lejos. Le di su espacio un momento. Nos veíamos fijamente, ella estaba muy agitada, al igual que yo. Nos estuvimos comiendo y tocando con total entrega durante bastante tiempo.

—¿estás bien, Catalina? Mm… perdón Caty… Yo estoy bien, si tú estás bien, podemos seguir o hacer cómo que no pasó nada. Solo fue un beso, si tú así lo quieres ver. No tenemos por qué angustiarnos.—

Me puse de pie y caminé hacia ella. Ella estaba algo sorprendida. Aún se le notaba lo excitada en su cuerpo, pero ella estaba como en shock.

Me acerqué a ella lentamente, ella puso sus manos sobre mi pecho, me veía hacia arriba, la diferencia de estaturas parados uno frente al otro era muy grande.

No es una niña, tiene 58 años. Pero sus finas facciones, su rostro hermoso y verla ahí vulnerable y pequeña. Me parecía algo muy tierno y excitante. Estaba dispuesto a tomarla si ella daba el siguiente paso. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo hacia mi abdomen, dejándolas justo en donde inicia el pantalón.

Yo la tenía muy parada, se notaba mi erección atravesada del centro a la izquierda. Ella me veía y se mordía los labios, me veía a mí y me veía el pantalón. Pero sus manos no avanzaban.

En eso empezó a llorar y llevo sus manos a su cara. Gritando.

—¡Esto no está bien, tú eres como un hijo para mí! Fuiste el novio de mi hija. ¡No puedo hacerle esto!—, decía en un llanto desesperado.

Su vestido lo tenía todo mal puesto, los pechos estaban a nada de salirse del vestido. Tenía el vestido todo levantado de abajo. Jadeando, sudando, roja, llorando. Estaba viviendo muchas emociones al mismo tiempo. Me aparté un momento. Dándole oportunidad a que se tranquilizara.

—Catalina, respira. No ha pasado nada.— prendí un cigarro y se lo pasé. Serví dos copas de vino. Ella parecía tomar calma. Empezó a fumar el cigarro que le ayudó a controlar su respiración. Yo tomé otro cigarro y me senté del otro lado de la barra.

Saqué mi celular y puse música. Me fumé el cigarro y tomé la copa. Me serví otra, Catalina me veía pensando. Estaba mucho más tranquila. Tomó su vino y me pidió más. Se acercó a mí y me dio un beso en la boca.

—Gracias por venir, y por portarte tan bien conmigo. Me encantaron las flores. El que me llamaras me hizo sentir vista, el que vinieras me hizo sentir deseada. Me dejé llevar, pero esto no puede ser—, la vi fijamente y solté el humo solo para tomar vino.

—No tienes nada que agradecer, Catalina, estás preciosa. Una mujer tan maravillosa y hermosa como tú no debería de sentirse así, gracias por recibirme tan hermosa. —Asintió con su cabeza a todo lo que le dije, y con su cuerpo me invitó a irme sin decir más.

—Me acabaré esta copa y me voy. No quiero robar tu paz mental —, le dije y termine mi copa. —Me encantaría quitarte el vestido, romperlo todo… Pero, mejor me voy— me paré para irme, me volteo a ver frustrada. Desde el otro lado de la barra.

—¡¿Por qué tienes que decir eso?!—

—Porque es verdad, y por qué tú también quieres que te quite la ropa y. Que te tomé aquí en la cocina… O no te hubieras puesto ese vestido, ni me hubieras recibido así.—

Se quedó viéndome congelada. Se le veía quizá ofendida o indignada de lo que le dije. Estaba muy molesta. Nunca la había visto así.

Caminé hacia ella y la tomé de la cabeza y el cuello, besándola por la fuerza.

En un principio se resistía, pero fue cediendo. Y volviendo a entregarse igual o más que en un inicio. Le mordí el cuello y le mordí los labios. Gemina y me veía con una carita muy tierna cada vez que la trataba con fuerza.

Intento quitar mi corbata, algo torpe. Tomé sus manos y las llevé a mi pantalón. Con sus dos manos empecé a masajear mi erección. Me veía a los ojos, mordiendo sus labios. Se moría de ganas porque la cogiera.

Me quité la corbata, la tomé de las nalgas y la senté en la barra. Le bajé con fuerza el vestido y le quité el brasier, dejando sus grandes y hermosos senos desnudos ante mí. Justo a la altura de mi boca. Ella temblaba, sus pezones estaban erectos, invitándome a comerlos.

Le chupé las tetas como a nadie nunca antes. Tenía toda la vida esperando este momento. Ella gemía y sujetaba mi cabeza con cuidado. Yo la apretaba con fuerza. Chupaba y mordía sus pechos y pezones salvajemente. Ella solo daba pequeños quejidos y gemidos. Apenas y se le escuchaba. Suspiraba suavemente, como descansando. Mientras yo chupaba sus tetas y apretaba todo su cuerpo con fuerza. Parecía como si mi respuesta violenta, la relajara.

Subí mis manos por sus piernas subiendo su vestido. Alcanzando su entre pierna, para encontrarme con lo mojada y caliente que estaba. Suspiro muy profundo y fuerte cuando el primero de mis dedos acarició su tanga. La tomé de las nalgas. Su vestido ya solo parecía una banda. Lo había bajado y subido lo más que se podía. Estaba jadeante. Yo estaba muy caliente. La tomé de la cara y le dije mientras la miraba a los ojos.

—Eres, mía catalina. No eres de nadie más. Esto es algo que siempre he querido y tú también. Te bajaré de la barra y te pondrás de rodillas para chupármela. Entendiste.—, ella solo asintió con su cabeza a todo lo que le dije. —Sí, si entendí ——dijo con una voz frágil.

La tomé del culo y la bajé de la barra, se hincó y me veía expectante, con una cara de resignación. Empezó a pasar sus manos por mi pene sobre el pantalón otra vez. Quité mi cinturón, y dejé que ella desabrochara mi pantalón. Los dos estábamos muy calientes. Sus curvas se veían perfectas mientras la tenía de rodillas frente a mí, viéndome, esperando, que le diera eso que tanto tiempo tenía esperando.

Me bajé el bóxer quedando mi pene frente a ella. Se acercó con cautela y metió tanto de mi pene como le cupo en la boca. Se metió casi todo. Rápidamente, empezó a hacerlo muy bien. Toda una experta. Jugaba con mis testículos mientras me la mamaba. Saco mi verga, de su boca para pasar su cara, restregando su cara con mis testículos y mi pene. Sintiéndome, disfrutándolo. Toda una puta.

Yo estaba muy caliente. Tomé mi pene y se lo metí todo a la boca ahogandola. Oponía resistencia yo empecé a cogerme su cara. No fue durante mucho tiempo por qué se quitó. Se alejó viéndome con los ojos llorosos. —catalina, párate. Voy a penetrárte. Quítate el vestido y ponte contra la barra—, limpio su boca y su cara. Se paró lento y se quito toda la ropa, inclinándose en la barra. Me puse detrás de ella y se la metí de un solo movimiento. —¡Aaahh..!…— dio un grito ahogado. Se la metí hasta topar con ella. Entre todo. Y se lo dejé ahí. Estar dentro de ella me tenía muy excitado. Estaba sintiendo cómo me vendría. Ella escurría cabron.

Se la empecé a meter, pero fueron unas cuantas metidas hasta que eyacule dentro de ella soltando una muy grande eyaculacion. Me volteo a ver satisfecha, sin decir nada. Sonriendo.

La tenía tomada del culo. Aún la tenía parada y le empecé a dar poco a poco. Cada que se la metía y sacaba de ella salía mi semen. Ella estaba volteando a verme mientras lo hacía y su cara era de total satisfacción.

Me veía complacida, la acariciaba del culo. Acariciaba su espalda y nos veíamos a los ojos. Quede vaciado completamente. Se la saque lentamente. Se le salía todo, escurría. Se paró y se acercó a mi para besarme. Nos empezamos a besar y acariciar. Le dije que me tenía que ir, no dejaba de besar mi boca. Ella quería continuar, empezó a desabrochar mi camisa.

—me voy a ir catalina. Ayúdame a ponerme el pantalón y a vestirme. Mañana vendré a verte temprano. Estaré aquí contigo desde la mañana. Y te haré mía todo el día.— me veía sonriente, me besó y se agachó a subir mi pantalón y bóxers, me lamió y me limpio todo antes de subir mi ropa.

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