
Por
Anónimo
POR MIS NALGAS DEJÓ EL VICIO MI HERMANO
Un día como tantos otros lo había hecho, mi madre me mandó salir a buscar a mi hermano, y que si lo veía me lo llevara a la casa.
No tardé mucho en hallarlo, estaba en la otra calle en una tienda de la esquina con sus amigotes, yo llevaba puesto un mini vestido de rayón negro con vivos de varios colores.
Nomás me vieron los vagos y sentí me arrancaban la ropa para violarme con sus enrojecidos ojos, por una parte eso me horrorizaba y daba algo de miedo, pero por otra parte me agradaba que no me quitaran los ojos de encima.
Cuando mi hermano volteó y me vio atravesó la calle y me preguntó qué quería. Yo le dije que nos fuéramos a la casa, y estiré mis manos para tomar las suyas, no estaba muy pasado y me vio de pies a cabeza deteniéndo su mirada momentáneamente en mis muslos morenos y claros, y como que quedó encantado porque no protestó y alcanzó mis manos, en seguida me abrazó del talle oprimiéndome contra él, fue cuando sentí que se me subía más el vestidito y le dije.
-No me abraces tan fuerte porque se me alza el vestido y los vagos me van a ver los chones.
_¿Apoco traes? Bromeando.
_¡pues claro que traigo!
_¿A ver de qué color son? Siguió.
_Pues adivina. Le dije entreteniéndolo rumbo a nuestra calle.
_El rosa con olanes.
_¡Hay no! Con este calor.
_¡Ah! el bikini de negro de rayitas (rojas, blancas y azules)
_No, sigues frío.
_Pues dime
_¡Ah qué! Adivina.
El objetivo era llevarlo a la casa a cómo fuera lugar.
_Entonces no me vas a decir cuál traes.
_Te digo en la casa.
Así le dije mientras abrí la puerta de la casa y entramos. Mi madre estaba a esa hora se fue al mercado, y yo metí a mi hermano a su cuarto.
A la hora de acostarlo me dijo muy cariñoso.
_Te quiero mucho manita.
_Yo también te quiero.
_Pero yo te quiero como mujer, me gustas y estás bien buena.
_¡Qué! ¡Qué!
_Que me gustas como mujer.
Y cuando estiró la mano acariciándome la pierna, instintivamente empecé a luchar con él, y entre livianos jaloneos me tiró en su cama, mientras sentía sus manos por mis asentaderas sobre el calzoncito azul celeste de nylón transparente (con un diablito en la parte del pubis)… hasta que por fin me la chispó, y casi hundía sus uñas en mis nalgas buscando con sus dedos mi ano, yo por más que oprimía en culo sentí las toscas dedeadas, como pude me safé y salí casi corriendo sin calzones, él trató de alcanzarme, pero a esa hora tocaron el timbre (era una amiga) y salí abrir.
Con esa amiga de la infancia estudié la primaria y secundaria, luego ella entró al CCH y yo a la preparatoria, aunque al terminarla ya no seguí estudiando; pero mi amiga y yo nos seguíamos frecuentando.
_Hola. Te notó nerviosa Maribel.
_Pues sí, un poco.
_Por qué amiga.
_Ya sabes, la tensión y los problemas.
_Pues dime, desahógate conmigo que de algo ha de servirte.
_Eso sí, tienes razón.
Y subimos a mi cuarto, donde le platiqué el problema del alcoholismo de mi hermano, y su reciente comportamiento para conmigo.
_Ciertamente el alcoholismo y drogadicción son una «enfermedad», pero comprendiéndo un poco la situación, no tomes a mal lo que trató de hacer contigo, sino al contrario, ayúdalo.
_¿Cómo? Por más consejos que le damos nuestros padres y yo no entiende. Nomás deja unos días y vuelve a lo mismo.
_Mira, de lo que se trata es motivarlo a que dejé todo, y que mejor motivo que tus nalgas ¡cógetelo!
_¡Ya!
_Sí. Yo conozco a una señora que quitó a su hijo de las drogas con sexo, dice: «que un buen culo es un buen remedio para todo»… y con el culo sanó a su hijo.
_¡Sí! Está raro.
_Ni tanto. Sinceramente, en lo personal yo hago sexo con mi hermano menor (17 años) desde hace más o menos un año, él andaba mál en la secundaria debía materias, fue cuando lo empecé atraer y dar consejos, hasta que le di lo que quería (subconscientemente)
mis nalgas, y ha mejorado pues salió de la secundaria y ya entró a bachilleres, y yo por mi lado a pesar que tengo buenas relaciones con mi novio, estudió en la Uni (sociología) más a gusto desde que cojo con mi hermano. Por eso te digo que es lo mejor que puedes hacer, cojértelo.
_Pero en su juicio es muy retraído y no se avienta.
_Cómo no, tu bríllale el mono y el ojete y vas a ver cómo sí se avienta, y si le haces buen trabajo hasta deja el vicio.
Siguiendo el consejo, cada que yo podía me agachaba casi en sus narices mostrándole mi trasero y bragas, o me sentaba negligente para que me viera las piernas y los calzones, y otras tantas seducciones a las que parecía estar indiferente.
Mi hermano es unos añitos menor que yo, es más o menos de mi estatura (1.65)y no es feo, no tiene un cuerpazo pero de menos tiene todos los miembros, aunque su mayor complejo proviene por su peñe chico (10 Cm. erecto) según lo comprobé después.
Yo no soy muy guapa, pero era la más buena de carnes y curvas en la cuadra, a mis 18 años medía 88-92-90, ya sabía lo que era el sexo pero efectivamente nunca había dado el trasero a nadie, ni lo pensaba antes de querer quitar a mi hermano del vicio.
Tengo el hábito de dormir desnuda, y al levantarme nomás me pongo alguna batita gruesa y holgada y así hago algunos quehaceres, hasta que me baño y me visto bien. O sea que decididamente empecé abrir las piernas delante de él para que me viera el mono como dijo mi amiga, y como no tardó en verme el chocho peludo abierto empezó acercarme con ligeros abrazos y leves rozones a mi trasero.
Una mañana que yo estaba lavando en pura mini bata, él subió y se sentó tras de mí (a 2 ó 3 metros) y como vio que no traía calzón se aproximó y me tomó por la cintura atreviéndose a decirme.
_Estás muy linda manita, y tienes unas nalgas preciosas.
Yo seguí enjuagando mi ropa mientras sacaba más el culo tratando de repegárselo más. En otra azotea de enfrente estaba un chamaco, y como posiblemente nos estaba viendo… le dije.
_Vente para acá dentro.
Y suavemente me llevó al cuarto de ropa para planchar, y ahí nos entregamos a lo prohibido aunque ya previsto, todo en pro de la salud de mi hermano.
Me quitó la bata quedando completamente desnuda, y le pedí.
_También quítate toda la ropa manito.
Nos acostamos en una camina y empecé a lamerle la verguita en sí dulcísima y guapa.
Hicimos el clásico (69) y después de un buen rato, me pidió el culo y yo me empiné para darselo, me puse en cuatro y abrí mis nalgas hasta donde pude, él me escupió 2 veces el ojete, y su pitito tan rico entró fácilmente, y aunque poquito me hizo gozar mucho hasta que sentí el chorro caliente dentro de mi ano.
Y estas pequeñas culeadas se repitieron cada que podíamos 3 ó 4 ó 5 veces y hasta diariamente. Con decirles que a pesar que «me sobraban vergas» no acepté a nadie que me diera por atrás, porque mi hermano me hacía feliz y no necesitaba de otro pito aunque fuera muy grande. Y mi hermano se daba gusto con mi «pinche culote» como me decía. Y así fue como por mis nalgas dejó el vicio.
2 respuestas
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