
Por
Anónimo
por mirar de mas(continuacion)
Desde el día que me cacho espiando a mi vecino, yo tenía que avisar y pedir permiso para todo y como me daban miedo de los azotes; lo obedecía al pie de la letra.
Ya no me había golpeado ni había tocado el culo, tal vez esperando a que sanara, pero habíamos seguido cogiendo muy rico.
Ese día en particular me había dicho antes de irse —te deje una blusa en la cama te la pones para recibirme —.
Todos los días lo tenía que recibir en la entrada y dependiendo de qué humor viniera es como me trataba, a veces me hacía que le sirviera la cena con las tetas de fuera o sin pantalón ni calzón. Óvidamente siempre me tocaba las nalgas o tas tetas me metía los dedos en la Pepa o también era muy normal la cosa.
La blusa que había llevado era de tela ajustable de color fiusha, era bonita y combinaba perfecto con mi pantalón pescador blanco, pero a mi marido no le gustaba el pantalón así que le llame para preguntarle si podía usar el pantalón con la blusa nueva. Aunque le molesto que lo llamara pues me lo tenía prohibido, me dijo que los usara pero que no me pusiera calzón también dijo—te tengo dicho que no me llames, has incurrido en una falta—esto me preocupo un poco, mas supuse
Que no había sido tan grave dicha falta.
Cuando ya me vestía para recibirlo, me puse los pantalones y se me pegaban tanto al cuerpo, además sin los calzones se me metía entre las nalgas. Parecía que tenía las nalgas forradas cada una por separado. De la blusa mejor ni hablamos era de tela ajustable de un escote bastante pronunciado y para acabar era una talla mas chica de lo que normalmente uso. Así que cuando me la puse parecía que en cualquier momento saltaban las tetas de su lugar. Me puse zapatillas y me puse frente al espejo y la imagen que me devolvió era la puta más vulgar que haya visto. Yo
Esperaba que cuando me viera Miguel se olvidaran todas las faltas que había cometido como llamarlo y ponerme zapatos altos o maquillarme sin preguntar.
En ese momento se oyeron pazos en la entrada y sin esperar a que entrara miguel abrí la puerta y cuál fue mi sorpresa que el vecino que yo había espiado estaba frente a mí, con los ojos fijos en mis tetas, supongo que esperando a que en cualquier momento saltaran de su lugar, apenas alcanzo a decir—vecina, ¿ me podría prestar dos limones?—yo sin contestar nada y apresuradamente entre por los limones y sentía su mirada fija en mis nalgas que parecía se tragaban el pantalón. Cuando regrese a entregar los limones el vecino ya estaba acompañado de mi marido y le decía a que había ido a la casa.
¡Ho cielos¡ con tan solo ver la cara de mi maridó supe que estaba en problemas .—aquí tiene sus limones vecino—, —mil gracias vecina, mañana se los devuelvo— diciendo esto se encamino a la salida no sin antes echar un ultimo vistazo a mis tetas, cosa que no paso desapercibida para miguel.
Sin decir una palabra, me hizo la seña que entrara, yo tenía mucho miedo, y empecé a decir una sarta de tonterías y miguel solo dijo —vamos a salir—entonces le dije—espera a que me cambie— el me tomo del brazo apretándome y dijo— dije que vamos a salir— casi arrastrando me llevo al auto, me sentó y cerró la puerta de un golpe. Manejo casi por quince minutos sin decir una palabra. Pero cuando empezó a disminuir la velocidad, los insultos no se hicieron esperar. —así que el vecinito fue por limones—, y tu muy buena vecina le sacaste los limones y no solo eso casi le sacas la chichotas que tienes— detuvo el auto, yo no podía articular palabra— pues ahora me vas a demostrar que tan puta te has vuelto—. En ese momento de di cuenta que estábamos parados afuera de una construcción y que la mayoría de los trabajadores estaba saliendo de sus labores. No me di cuenta cuando miguel bajo el vidrio del coche—¡ quien quiere ver las chichis de mi vieja?—gritaba miguel—si les gustan dejo que se las toquen— Primero no hacían mucho caso pero miguel insistía ahora no solo gritaba sino que me sobaba las tetas— ¡están riquísimas¡ ¡ grandes ¡ vengan a ver—entonces cuando empecé a protestar , no sabía de dónde me llovían los golpes, miguel parcia tener muchas manos, pues yo sentía cachetadas, nalgadas, azotes en las tetas, además ya más de cuatro o cinco trabajadores estaban atentos a lo que pasaba mi espose se bajo de carro y dio la vuelta y por la ventanilla de mi lado, jalándome de los cabellos me saco por la ventanilla hasta la cintura y delante de los trabajadores que ahora ya eran más, me saco las tetas a aire y sin ningún miramiento las empezó a sobar a pegarles a apretarlas, masajearlos y como iba a perder semejante oportunidad, —les voy a enseñar, como se ordeña una puta vaca lechera— y apretaba mis pezones, los jalaba y retorcía. Solo se escuchaban comentarios —que chichotas—. —para acabarme de criar—. —Yo si se las mamo—
—si parece vaca— y entonces mi marido volteo y al que había hecho los últimos comentarios le dijo —si parece vaca ordéñala—ni tardo ni perezoso a dos manos me agarro mis tetas y las ordeño hasta que me hizo gritar de dolor, y entonces mi esposo les dijo a los demás— y que ustedes no le entran— para que cuento lo que siguió manos por todos lados jalaban mis tetas en todas direcciones hacia arriba, o intentaban mamarlas y digo intentaban porque cuando algunos se las metían a la boca para mamar, otros las jalaban para ordeñar. Y en un intento de esos alguien cuando sintió que jalaban la teta para sacarla de la boca, la aprisiono con todos sus dientes y todas sus fuerzas, que me hizo pegar un verdadero alarido al tiempo que volteaba a ver a miguel. El sin decir nada arranco el auto empezó a avanzar primero lento como dando tiempo a los trabajadores a que me soltaran y acelero y acelero y acelero y no dejo que me acomodar en mi lugar así que una gran parte del trayecto a casa lo hice con las tetas colgando por la ventanilla del carro y nunca dejo que me acomodara la ropa, así cuando llegamos a casa baje del carro con las tetas al aire. Entramos a la casa y yo camine hacia la recamara, quería lavarme, pero miguel dijo Magda ven aquí, yo obedecí. —inclínate, ya sabes cómo— me dijo mientras señalaba la mesa de centro. Obviamente me incline colgando mis tetas y parando las nalgas. Entonces sacándose el cinturón me dijo— esto es por llamarme por teléfono— un cuerazo.—esto por maquillarte sin decirme— dos azotes mas— y estos por ponerte zapatos de puta.— tres azotes tan fuertes que mis nalgas temblaron y mis tetas se movieron chocando una con otra. — hay, hay— dije. El contesto—si te vuelves a quejar repito la dosis— cuando vio que ya no dije nada, me miro se sonrió y dijo — bien, muy bien—. — dame de cenar—. — así con tus chichis de fuera, rápido puta—
continuara…
2 respuestas
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