Por

Anónimo

abril 14, 2020

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Mi delicioso primer Anal

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Era la última noche de una amiga mía en la ciudad, y habíamos decidido salir a un bar para pasarla en grande como despedida. Éramos un grupo grande de chicas, y teníamos toda la intención de pasar una noche tranquila y divertida.

Mis amigas habían comprado una ronda de tragos para amenizar la noche, bebimos con prudencia para pasarnos a la pista de baile, donde nos topamos con un par de muchachos que nos invitaban a bailar con ellos. Yo me negué a ir con uno de ellos al inicio, pero ante la insistencia de mis amigas, acabé cediendo.

Eres muy linda. – me susurraba al oído, estremeciéndome.

Le agradecí el cumplido y le pregunté su nombre, y demás detalles básicos de su persona. Fernando era su nombre.

La música estaba algo alta y era muy difícil conversar, por lo que Fernando sugirió salir a tomar aire fresco, yo dudé en aceptar pero tenía curiosidad por lo que me diría y pasaría una vez a fuera, por lo que acabé aceptando.

Nos acomodamos cerca a la puerta del bar, al lado de una columna para no llamar mucho la atención. Fernando sacó un cigarrillo, al cual dio un par de bocanadas antes de ofrecérmelo. Me negué, pues fumar no era de mi total agrado, pero me sentía cada vez más intrigada y excitada por aquel fornido muchacho.

Pronto me observó atento para preguntarme si podría besarme, ya que se encontraba muy nervioso para tomar la iniciativa (…).

Si era verdad o no, no lo sé, pero me bastó para permitirme probar aquellos tentadores labios.

Me besó con cierta timidez al inicio, para luego empezar a usar su lengua.

Pronto el beso pasó a ser más apasionado, y empecé a sentir las manos de Fernando en mi proporcionado culo.

Tienes unas buenas nalgas. – me susurraba al oído excitándose y poniéndome deseosa de más.

Sin embargo, estábamos en plena vía pública, no había nada que se pudiera hacer, pero Fernando tuvo la idea de escabullirnos a un callejón cercano al bar, nadie pasaba y los que lo hacían no nos prestaban atención.

Entonces metió sus manos bajo mi blusa.

Qué rico cuerpo tienes. – decía mientras mis pezones se endurecían al sentir sus dedos cada vez más cerca – me provoca tocarlo todo …

Ahogué un gemido de placer sin querer pues Fernando había empezado a rozar mis pezones con la yema de sus dedos pulgares, los acariciaba y frotaba para causarme más placer. Me mojaba deseando más de sus caricias, deseando sentir su lengua sobre mis tetas y que me las chupara ahí mismo, en ese callejón desolado.

Fernando frotaba mis pezones hasta que, para desdicha mía, pasó agarrarme el culo. Nos besamos nuevamente con pasión, mientras lo sentía meter sus manos bajo mis bragas para apretar mis redondas nalgas.

Ohh, qué rico … – me repitió entre gemidos para meterme el dedo culo – ¿Así te gusta? … déjame meterte el dedo, así … sí…

Enloquecí.

Su dedo se paseaba en mi raja, entrando y saliendo a libre disposición. Lo sentí entrar en mi ano, perforándolo, mientras él me demoraba con su boca.

No podía gemir, sólo podía apretar mi pelvis contra la suya, rocé su entrepierna para sentir su miembro grande y erecto. No me dejó tocarlo por mucho tiempo porque levantó mi blusa para darle unas delicadas lamidas a mis pezones.

Sentir su lengua sobre mis pezones era una sensación tan deliciosa, cada vez me costaba más contener los gemidos, sentía que me correría pronto sin habernos acostado, no quería que fuera así.

Qué ricas … mmm – decía dando lentos lenguetazos.

Espera … – lo detuve al oír unos pasos. Un grupo de chicos pasaba con dirección al bar, entendí que por muy caliente que me sintiera ese no era lugar para follar. Por lo que le sugerí esperarme ahí mismo dentro de media hora para poder ir a un lugar más cómodo.

Regresé al bar para conversar y despedirme rápidamente de mis amigas, tomé mi abrigo y salí con cierto temor a no encontrarlo, pero efectivamente, Fernando me esperaba en el mismo lugar en el fuimos interrumpidos.

Fuimos a su apartamento, que no quedaba lejos del centro. Una vez en su cama, me pidió que me quitara la ropa.

¿Por qué no me ayudas? – lo invité muy coqueta y cachonda.

Él no esperó y me desvistió toda, antes de que pudiera mover un músculo, ya lo tenía lamiéndome la entrepierna.

MMmff! – ahogué un sonido de puro placer al sentir mover su lengua dentro mío. Me daba los lengüetazos más ricos que pudiera recordar en aquel momento. Su lengua, dura y húmeda, se paseaba por los contornos de mi húmeda rajita. – Awww sí … aaahh.

Me sentía enloquecer, quería correrme pronto, jugó con mi clítoris, le dio delicados y ricos lengüetazos cual campana, mi entrepierna era un río a estas alturas hasta que comenzó a penetrarme con su lengua.

Aahh sii … así así … awww sii ayyy sii – gemía yo idiotizada por el alcohol y el placer, moviendo mis caderas para sentirla más adentro.

Fernando cambió de posición bruscamente, se sentó en la cama para ponerme sobre su pene y dejarme cabalgar cual ninfómana sobre él.

Salté tanto como pude sobre rica verga, que estaba cada vez más que dura y gruesa. Me mordió las tetas haciéndome perder la concentración, y cuando supe ya estaba tumbada en la cama de nuevo.

¿Podrías darme tu culo, por favor? – Una pregunta algo extraña para mí en aquel momento, pero cómo negarse petición tan amable y prometedora.

No me imaginaba lo que iba a pasar, pensé que desearía lamerme más la raja que tan húmeda y deseosa se encontraba por él, pero grande fue mi sorpresa al sentir su lengua pasar entre mi culo. Tenía las piernas cerradas, y mis nalgas presionaban su lengua, haciendo mucho más rico todos sus movimientos.

Gemí yo sin entender lo que pasaba, sólo dejándome llevar por el placer de sentir como me lamía el culo.

Ven, ponte en 4 – me pidió. – Sí, así… ahh… qué rico … mmm …– repitió lamiéndome de nuevo, esta vez abriendo mis las nalgas para meterme la lengua a su antojo.

Aahhh sii … asii … sii – gritaba yo al sentir sus lengüetazos en el ano, no podía creer el placer que podía provocarme.

Mmm … qué rico culo tienes… mmm … así … córrete mmm – decía mientras me abría más el culo y sus lengüetazos se hacían más intensos, bruscos y deliciosos. – ¿te gusta que te coma el culo? mmm …

Aww sii … sigue … ayy!  – gritaba sin poderme contener mientras él empezaba a penetrarme el ano con la lengua – Aww … SII ASII AHHH

La incrustó en mi culo para seguirlo comiendo como fuera su antojo, arriba y abajo iban esos lengüetazos. Mi raja era un río de lo húmeda que estaba, deseaba sentir su polla dentro, no importaba donde fuera, quería que me la metiera.

Leyendo mis pensamientos, Fernando apartó su lengua de mi redondo culito para empezar a pasear su polla sobre él y por fin penetrarme con ella entre las nalgas.

Aahh … mmmfff! – Grité yo al sentir esa jugosa polla abrirse paso en mi virgen culo.

Ahhh sii … qué nalgas tan ricas!! …  ahhhh – gemía él sin control bombeándome salvajemente. Sentía sus bolas rozar contra mi raja, me excitaba sólo de saberme sodomizada. Sentía un placer agridulce con cada penetración, cada vez me mojaba más y más.

SIII … así, qué rico …sii ahhh! – gemía mientras me cabalgaba loco del placer, parecía que pronto iba a correrse dentro de mí.

Ah qué rica potra… sii grita, así!

Pude sentir su semen embarrarme el culo, lamenté que hubiera terminado, necesitaba más,  Yo no sabía dónde había estado mi cabeza cuando decidí aceptar fugarme del bar con un completo desconocido, pero me lo gocé la noche entera.

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2 respuestas

  1. nindery

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