
Por
Anónimo
Mi amigo Diego
No sé con qué empezar.. Es la primera vez que escribo un relato en Internet.
Bueno, primero que nada, esto no es inventado, me pasó de verdad.. Yo era un niño como de 8 años, sin mamá o algún familiar que me prestara suficiente atención.
Un día nublado salí de la casa y me fui caminando hacia un centro comercial. Estando por allá me topé con un hombre joven, alto, moreno claro, como de 28 a 30 años con cabello castaño que me habló
– Hola amigo, ¿como te llamas? –
Y le respondí
– Daniel –
Y comenzó a sacarme plática
– ¿Como estás Daniel, con quién vienes? –
– Me vine solo –
Él hizo una mirada de extrañeza y me preguntó
– ¿Vives por aquí? –
– Sí pero mas lejos –
– ¿Quieres comer algo? –
– Pues no tengo mucha hambre –
– Si quieres algo, me dices. Voy a andar por aquí –
– Bueno –
Seguí caminando por ahí y al rato comienza a llover y él llega con un paraguas y dos rebanadas de pizza, una para mi y otra para él. Como no había donde sentarnos me llevó a su coche para comer ahí y siguió sacándome plática.
– Me llamo Diego, ¿puedo ser tu amigo? –
– Sí –
El sonrió y me preguntó
– ¿Ya te tienes que ir? –
– No.. –
– ¿Quieres ir conmigo?
Yo lo vi muy amigable y le respondí
– Sí –
Entonces me llevó a su departamento y cuando entramos él se quitó la chaqueta y encendió la televisión y me puse a ver caricaturas. Al rato entramos a su cuarto y él se sentó en su cama, yo también me senté al lado suyo y comenzamos a platicar.. Me hizo unas preguntas algo personales sobre mi vida y al responderlas con mi inocencia, él se conmovió y me sentó en sus piernas. En ese momento sentí mucho cariño y me preguntó
– ¿Te caigo bien? –
– Sí –
– Tú también a mí. ¿Qué más quieres hacer? –
– Pues lo que tú quieras –
Él comenzó a desabrocharse el pantalón, tomó mi mano y la puso entre sus piernas. Yo sentí su pene, y en ese momento me sentí protegido así que me quedé callado y él siguió. Se quitó el pantalón y también comenzó a quitarme la ropa hasta que los dos quedamos completamente desnudos. Se acostó en su cama y me cargó hacia él. Tenía unos brazos fuertes y frotó mi cuerpo con su pene, su abdomen y su pecho. En serio que me sentí bien, no me asusté ni nada. En eso me preguntó
– ¿Me das un beso ahí? – (Refiriéndose a su pene)
Yo lo hice y empujó suavemente mi cabeza y se metió a mi boca. Eso me gustó, me gustó sentirlo y seguí lamiéndolo. Él comenzó a gemir y por alguna razón me gustó que hiciera eso y cuando dejé de lamerlo me puso boca abajo mientras él sobaba su pene con un lubricante, me dio un beso en la espalda y puso su pene entre mis piernas y lo deslizó hacia mi culito. Ami me gustó sentirlo y me excité, entonces me dijo
– Si te gusta, lo puedo meter –
– Sí me gusta –
Entonces me puso su glande y comenzó a metermelo. Hice un movimiento brusco y le dije
– ¡Ah! Me duele –
– No te preocupes, lo voy a hacer despacio para que no te duela –
Entonces siguió entre metiendo y sacando hasta que se excitó demasiado y me lo metió de una
– ¡OOH! –
– Ya, ya entró. –
Entonces siguió haciéndolo. Yo comencé a llorar por el dolor pero él me decía que se me iba a pasar. Después de un rato llegó el momento en que ya no me dolía tanto y me tranquilicé. Yo gemía con dolor y él muy excitado. Hasta que llegó al orgasmo y comenzó a hacerlo mas rápido y mas fuerte, aún me dolía y cerré los ojos hasta que eyaculó. Sentí caliente dentro de mí y después de unos minutos, sacó su pene
– AH.. –
Encima de mi, me abrazó y me dio un beso en la frente. Se quedó dormido por unos minutos y yo me senté en la cama pensativo. Cuando se despertó me miró, sonrió y me dijo
– Eres bueno campeón –
Yo también le sonreí con un poco de pena, comencé a ponerme la ropa y él también. Entonces salimos de su cuarto y él fue a la cocina y me hizo un sándwich y me sirvió un baso con jugo. Después salimos, ya era de tarde y me llevó a la entrada de la calle donde yo vivía, paró su coche y me dijo amablemente
– No olvides que soy tu amigo –
Y yo un poco distraído le respondí
– Está bien –
Me bajé de su coche y me dirigí a la casa. Él se quedó mirándome hasta que me paré afuera de la casa, también lo miré, me sonrió y nos dijimos adiós sacudiendo la mano.
Un tiempo después me mudé y jamás volví a ver a Diego.
Hoy soy un estudiante bisexual de 18 años.
2 respuestas
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