Porro por mamada
te voy a contar esta loquera que me pasó hace como tres años, cuando estaba empezando a fumar hierba de la buena. Siempre esperaba el día de mi descanso pa prender porque sabía que la casa se quedaba sola, sin mi jefa ni mi hermana molestando. Ese día, todo pintaba perfecto: mi hermana había traído a una amiga, Brenda, pero a la hora, ella y mi mamá tuvieron que salir de repente por un problema. Brenda se quedó sola en la casa, esperando a que su brother pasara a recogerla. Yo estaba en mi cuarto, ya bien high, viendo porno y con la verga dura como un palo, pensando en jalármela para bajar la calentura.
Recuerdo que mi hermana me había contado un chisme de que Brenda era bien atrevida, que hasta se había mamado a su dealer a cambio de un porro. En ese momento, con el viaje de la marihuana y la calentura, se me encendió el foco. Tenía dos blunts bien enrollados, mi tesoro para el día, y pensé: fuck it, voy a ver si es verdad. Bajé a la sala donde ella estaba en el celular, super tranquila.
She was looking hella fine, man. Tenía unos leggins negros que le moldeaban un culo redondo y unas chichis que se le marcaban bajo la blusa. Me saludó con una sonrisa y yo, sin rodeos, le dije: «Oye, escuché que te gusta el weed. Tengo dos blunts de la buena. ¿Te interesa un trade?» Ella me miró con una sonrisa pícara, como si ya supiera por dónde iba la cosa. «¿Qué tipo de trade?» preguntó, y yo, con los huevos bien puestos por el efecto de la hierba, le solté: «Un blowjob. Los dos por un blowjob.»
Ella se rió, pero no era una risa de burla, era una risa de ‘you got me’. Me miró de arriba abajo, con mis shorts de jardinero y la verga marcándose, y dijo: «I would’ve done it for free, stupid. No necesitabas quemar tu stash.» Me quedé froze, man. No lo podía creer. Antes de que pudiera reaccionar, ella se acercó, me agarró de la cintura y me bajó los shorts y los boxers de un tirón. Mi verga saltó libre, bien dura y palpitando. Ella no perdió tiempo. Se arrodilló frente a mí en el sofá, y con esas manos suaves, agarró mi pene y lo acarició un par de veces antes de meterse toda la cabeza en la boca.
Fuck, man. El calor de su boca era increíble. La sentía tan húmeda y calientita. Empezó a chuparme lento, como saboreándomela, pasando la lengua por todo el glande, metiéndose hasta el fondo y haciendo que se me erizara la piel. Yo me apoyé contra la pared, con la cabeza hacia atrás, gimiendo como un perro. Ella era una pro, man. No solo era un vaivén rápido; ella jugaba conmigo, me lamía las bolas con la punta de la lengua, las apretaba suavemente con una mano mientras con la otra me masturbaba al mismo ritmo que me mamaba. Los sonidos que hacía eran lo más dirty que he escuchado, unos gemidos bajitos cada vez que yo le metía la verga más profundo, como si le encantara tener la boca llena.
I was in heaven, bro. Con el high de la marihuana, cada sensación se multiplicaba por mil. Podía sentir cada textura de su lengua, cada vez que sus dientes me rozaban suavemente, cada contracción de su garganta cuando se la empujaba hasta el fondo. Le agarraba la cabeza y la guiaba, un poco rough, y a ella le encantaba, gemía más fuerte y se dejaba hacer. En un momento, la saqué de su boca y le escupí directamente en la lengua, y ella, en vez de asquearse, me sonrió con ojos vidriosos y se volvió a tragar toda mi verga, usando mi propia saliva para lubricar y hacer aún más wet la mamada.
Estaba tan into it que se desabrochó la blusa y se sacó las tetas. Tenía unos pezones oscuros y erectos, pequeños y perfectos. Se los empezó a tocar ella misma mientras me seguía mamando, y eso me volvió aún más loco. Agarré una de sus tetas y la apreté, masajeándola mientras ella movía la cabeza arriba y abajo. El squelching sound de su boca y mi verga era tan loud que se escuchaba en toda la sala. Yo ya estaba al borde, man. Sentía que se me iba a salir el alma por la verga.
«Voy a venirme,» gruñí, tratando de sacarla para no venirme en su boca, porque no sé, pensé que quizás no le gustaría. Pero ella me agarró de las nalgas con fuerza y me metió toda la verga de un golpe, hasta que sentí su nariz contra mi pelvis. Me miró fijamente a los ojos, desafiante, y ahí fue cuando perdí el control. Empecé a correrme como un toro, con jets y jets de leche que llenaron su boca. Ella no se movió, man. Se tragó todo, cada última gota, y cuando terminé, me soltó y se limpió la boca con el dorso de la mano, sonriendo como si acabara de ganar un premio.
«Not bad, gardener boy,» me dijo, y se levantó como si nada. En ese momento, sonó el celular; era su brother afuera. Ella se arregló la ropa rápido, me guiñó un ojo y salió corriendo. Yo me quedé ahí, tirado en el sofá, con los pantalones aún abajo, la verga todavía goteando y la cabeza dando vueltas. No podía creer lo que había pasado. Esa vaina fue tan hot y tan random que hasta el día de hoy, cuando me acuerdo, se me para al instante. Fue una de las mejores mamadas de mi vida, y eso que he tenido unas cuantas, te lo juro.
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