Sé que haz tenido una larga semana, así que me tomé la libertad de prepararte un regalito para que te relajes. Necesitaré usar tu cuerpo, así que tendrás que prepararlo con un baño generoso. ¿Lista? Recuéstate desnuda y dedícate a relajarte.

Tu olfato se llenará de los aceites que más te gustan. Luego sentirás sobre tus brazos alguna leve presión que iniciará en tus hombros para luego ir bajando hasta la punta de tus dedos. La descarga inicial se irá desvaneciendo a poco para dejar una sensación de adormecimiento, y con ello empezarás a olvidar todo ese estrés que tienes acumulado. No tienes nada de qué preocuparte, si yo estaré completamente dispuesto para ti.

Cada una de las fibras musculares dejarán ir su tensión, y ahora el resto de tu cuerpo espera ansioso por disfrutar de la liquidez que le otorga el movimiento de mis manos. Las distintas presiones subirán hasta tus hombros y desvanecerán los nudos que aquejan a tu cuello. Sientes la totalidad de mis manos sobre tus hombros desnudos, y puedes empezar a memorizar sus relieves y su potencia. Bajaré por toda tu espalda llevándome todas tus preocupaciones, y cada vez más partes de tu cuerpo se van entregando a un estado de relajación total.

Sigo bajando por tu espalda, y el calor de nuestra piel en contacto intensifica el aroma de los aceites que lubrican tu cuerpo entero. Daré un pequeño salto y rodearé tus piernas con toda la extensión de mis manos. La carne se deshace entre mis palmas y la piel exhala una mezcla de aceites que me hace pensar en el calor de tu cuerpo. Poco a poco voy relajando tus músculos y tu relajación es tan intensa que sientes haber extraviado tu cuerpo. Nada grave, pues te ha sustituido una extrema paz que inunda todo tu sistema nervioso. Has dejado de sentir tu cuerpo, pero tu piel se mantiene encendida y a la expectativa de cada uno de los movimientos de mis manos.

Vuelvo a subir por toda tu espalda, pero ahora sientes al mismo tiempo una pequeña presión entre tus nalgas. Hasta ahora no habías sido consciente de la sinfonía de gemidos placenteros que había acompañado esta sesión, y que parece intensificarse, como destilando en el aire una extraña atmósfera animal. La presión sobre tus huesos disminuye y baja poco a poco, mientras el calor entre tus nalgas desaparece, para ser sustituido por una nueva presión que se descarga a todo lo largo.

Lo piensas, pero tratas de disimilarlo, a un nuevo gemido, más lujurioso que los anteriores, le sigue una pausa en los movimientos de mis manos. Vuelves a sentir ese calor especial en tus hombros y adivinas que mi cuerpo está casi sobre el tuyo. Me deslizo, te invado y te conquisto. Se abre paso entre tu carne una nueva descarga que empuja contra ti, invitada por la humedad que antes habías intentado disimular. Sientes cómo me abro paso y el relieve de la larga presencia desata una tormenta dentro de ti. Tu cuerpo ya es completamente líquido. Te has vuelto deseo y disfrutas obscenamente de los estímulos recibidos por tus sentidos. Al estado pasivo le sustituye una furia salvaje que pide movimientos cada vez más profundos, quieres ser devorada, partida, atravesada. Te acercas al límite y te lanzas sin pensarlo. Me sincronizo contigo e inundamos tu ser de nuestra pasional mezcla.

Sé que así la siguiente semana será más llevadera…