Por
Anónimo
Mis primeras mamadas y más.
esa parte que volvió loca mi última etapa en secundaria: mis primeras mamadas y las primeras veces que dejé que me frotaran la verga (sin meterla… todavía tenía ese miedo).
Para ese entonces ya se había corrido el rumor por los chicos del equipo, mis amigos y compañeros de la escuela de que yo era medio puta, que me dejaba meter mano y demás. Los chicos me buscaban con cualquier excusa: mensajitos después de práctica, “te llevo a casa”, “quedamos a estudiar”… y la verdad es que toda esa atención me volvía loca. Me sentía la más deseada del mundo y casi nunca decía que no (solo si el chavo no me gustaba nada).
Mis primeras mamadas: La primera fue con un compañero del equipo que me gustaba mucho. Ese día mi base titular falló y él me suplió en los stunts, así que nos tocó estirar juntos (ya saben, esos estiramientos de pareja para los splits y la flexibilidad). Ahí, súper cerca, noté cómo se le marcaba todo en el short… y se le estaba poniendo dura solo de verme. Hubo roces “accidentales” que me calentaron muchísimo, empecé a coquetearle descaradamente y él me seguía el juego.
Nos quedamos los últimos después de práctica platicando, yo sabía que si esperábamos podíamos quedarnos solos en los vestidores.
Cuando todos se fueron después de las duchas, nos metimos a los vestidores y directamente nos empezamos a comer a besos. Él me sacó las tetas, me las chupaba mientras me metía la mano en el short y me masturbaba (yo ya estaba empapada y tuve un mini orgasmo casi al instante).
Lo tenía contra la pared, gemía bajito para que no nos oyeran… hasta que no aguanté más, me arrodillé, le bajé el short y saqué esa verga durísima.
Primero solo lo masturbé, escuchando sus jadeos… y después no me pude resistir y le lamí la punta, probé el sabor por primera vez y empecé a chuparla de verdad.
Me fui soltando, me la metía cada vez más hondo, hasta que él me agarró la cabeza y empezó a empujar. Me daban arcadas suaves pero me encantaba. Así se la chupe durante un rato, tratando de hacer lo que había visto en videos.
De repente sentí como leves contraciones, el jadeó fuerte y se vino directo en mi boca sin avisar. Ya había probado semen antes, pero nunca así… me miró a los ojos y me pidió que me lo tragara. Lo hice y me fascinó la sensación.
Después de eso el rumor voló. En cuestión de semanas ya eran varios, compañeros de salón, del equipo, hasta de otros salones. Me invitaban a fiestas, a “hacer tareas”, a todo. Y si me gustaban, yo encantada. Me volvía loca oírlos decir que daba las mejores mamadas. Casi siempre terminaba con la cara o las tetas embarradas de leche.
Las primeras veces que dejé que me frotaran la verga en la vagina:
La primera fue con un amigo con el que quedé “para hacer una tarea” en su casa (los dos sabíamos que iba a pasar algo más). Sus papás no estaban, hicimos la tarea… pero rapidísimo ya nos estábamos besando en su como locos. Me quitó la blusa y el bra, me chupaba las tetas mientras me metía los dedos. Despues de un rato me pare y baje para mamarle la verga hasta que se vino y después me dijo que el me quería hacer oral a mi. Me encantó la idea.
Me acostó en la cama, me quitó el short y el panty de un jalón, me abrió de piernas y empezó a chuparme ( lo hacía bien, sentía su lengua pasando por los pliegues de mi vagina de arriba a abajo y separandolos, yo ya estaba tan mojada que gemía sin control), estaba extaciada. De repente senti que se levantó y empezó a deslizar su verga por toda mi vagina. Me asusté un segundo, pero me gustó tanto que le dije que solo por fuera… todavía tenia miedo de que me la metieran.
Me dijo que tranquila, que solo iba a frotar. Y empezó rozándome el clítoris con la cabeza,después se puso sobre mi, y empezó a besarme sin dejar de frotarme con su verga, yo estaba gimiendo como loca, hasta que exploté. Me vine gritando, abrazada a su cuello, con las piernas temblando. Él se corrió encima de mi, chorros calientes en el abdomen, encima de la vagina y escurriendo por mis piernas.
Después de esa primera vez ya era algo “normal”. Yo misma se los pedía, incluso me montaba encima y me frotaba yo sola como si los estuviera cabalgando. Lo hacíamos en sus carros, en casas vacías, en los vestidores, en las duchas, en salones después de clases… e incluso una vez hasta el fondo del autobús de regreso de una competencia (tapados con una chamarra y yo mordiéndome la sudadera para no gritar).Siempre “solo por fuera”, pero tan cerca que me dejaba temblando y con unas ganas de más.
Y así pasé los últimos meses de secundaria, siendo la puta que todos buscaban y la verdad me encantaba.
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