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febrero 20, 2023

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Mi primo

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Hola a tod@s

 

Este relato es la continuación al de MIS COMIENZOS y en él os contaré como fui “abducida” prácticamente por mi primo.

En mi anterior relato os describí mi iniciación a lo relacionado con el sexo a una edad temprana y lo que os voy a contar sucedió ese mismo verano.

Como recordaréis yo vivía en un cortijo que estaba formado por una especie de aldea y en verano, un primo se venía en cuanto le daban las vacaciones en la Universidad, tenía por aquel entonces unos 23 años, y viviendo en un piso de estudiantes en Granada desde los 18, podéis imaginar lo “espabilado” que estaba en todo.

Pues bien, parece que aquel verano, su objetivo era yo, no se bien si es que apreció los cambios que se estaban produciendo en mi cuerpo o que estando acostumbrado a tener sexo a todas horas, pensó que en mi tendría lo que quería.

El tema es que yo notaba como me miraba de forma diferente a otros años, siempre estaba pendiente de mí, y no perdía oportunidad de mirar mi canalillo o mis formas, al principio con disimulo y después ya todo descarado.

Me decía que me había convertido en toda una potra y que, como tal, tendría que domarme para que me pudieran montar.

Yo no les hacía cuentas a esos comentarios, pero si fui notando que cuando estábamos más o menos a solas, se tocaba disimuladamente entre las piernas y se podía apreciar que aquello le crecía, haciéndome recordar lo que había ocurrido durante el curso en el autobús.

Así que mi interés por mi primo cambió y empecé a verlo de otra manera y más cuando me hacía comparaciones con los animales cuando me acompañaba a echarles de comer.

Un día que una de las yeguas estaba en celo, y el caballo no hacía más que relinchar e intentar olisquearla a pesar de estar separados por una valla, mi primo aprovechó y se me puso detrás pegándome su bulto y diciéndome que yo lo ponía como esa yegua al caballo, a lo que yo le dije que no dijera tonterías (yo recordando lo del bus, pero él no sabía nada de lo que había ocurrido) y como estábamos fuera, la cosa se quedó ahí, porque vino gente ya que nos encontrábamos al lado de la fuente.

Esa noche, volví a mi autosatisfacción en la soledad de mi cama. Me venían todo tipo de imágenes a mi cabeza, el chico del bus, los caballos, mi primo…ya no tenía suficiente con tocarme con mis dedos, ni acariciarme el pecho, es como si necesitase algo más, tan excitada estaba que no se me ocurrió otra cosa que ir a la cocina a por un pepino de los que utilizaba mi madre para hacer gazpacho. Todo el mundo dormía o eso es lo que yo pensaba, porque al pasar por la habitación de mi primo oí un leve gemido y al estar la puerta entreabierta, me asomé con curiosidad ya que él no podía verme a mi por la oscuridad que había. Lo que ví me dejó helada, mi primo se estaba masturbando mientras decía mi nombre, con una braguita y un sujetador mío, los olía, se los liaba en la polla y pude apreciar que era mucho más grande que la del chico del bus. Me quedé paralizada sin saber que hacer, y con la calentura que llevaba de antes, me acaricié hasta que vi a mi primo soltar chorros de leche que llenaron toda mi ropa interior y el resto salió disparado como una fuente. Salí corriendo sin hacer ruido hacia la cocina, y cogí uno de los pepinos y me fui a mi cuarto de nuevo, en donde di rienda suelta a mi imaginación, pensando que lo que tenía en mis manos no era el pepino, sino aquello que le vi a mi primo. Tan excitada estaba que no tarde en sentir un orgasmo como nunca lo había sentido.

Al día siguiente, todo cambió en mí, empecé a ver a mi primo con otros ojos, el miedo que me había metido mi madre con los chicos, iba quedando en un segundo plano, porque yo misma descubrí la satisfacción que daba todo lo relacionado con el sexo.

Ahora era yo la que intentaba buscarlo y provocarlo un poco, pero sin ser descarada, me ponía vestidos fresquitos, con escote y con vuelo y por supuesto, sin sujetador, cosa que advirtió mi primo que era un lince para esas cosas, jaja y me dijo: “Paqui, con el fresco de la mañana, se te notan mucho los botones del vestido” a lo que contesté (no sé ni como me atreví) que es que había perdido el sujetador y también una braguita, diciéndome él que me ayudaría a buscarlos y que si tampoco llevaba braguitas entonces, le dije que sí, que llevaba y ni corto ni perezoso, me subió el vestido para comprobarlo y yo me lo baje como pude no sin antes, darme una palmada en mi culo y diciéndome que vaya culito rico que tenía que era duro y que no necesitaba braguitas, que pasaba como con el pecho, que del año pasado a este, me había crecido mucho, pero que se veía duro, a lo que le dije que si también iba a comprobarlo como con las braguitas y me dijo que ahora no, pero que cuando la siesta me esperaba en los álamos de la fuente a lo que le contesté que no, contestándome que no me hiciera la dura, que sabía que iría.

Como es lógico, cuando todos se fueron a la siesta, me faltó tiempo para ir a los álamos y mi sorpresa fue que no estaba allí mi primo, por lo que me senté a esperarlo. Tanto tardaba que me sentí una tonta haciendo todo lo que él quería, y cuando me dispuse a marcharme apareció de donde estaba escondido y diciéndome que a las potras para domarlas hay que hacerlas esperar. Venía con algo en la mano y cuando estuvo a mi lado pude ver que era mi ropa interior, por lo que le di las gracias por haberlas encontrado (como si yo no supiese que las tenía el). Me hice la sorprendida cuando vi las manchas blanquecinas que tenían y le dije que donde las había encontrado y qué sería aquello, a lo que sólo se limitó a sonreír diciéndome que ya lo averiguaría.

Lo que empezó aquí puede continuar en privado. Ver ahora

Como el era muy lanzado, se sentó a mi lado y me dijo: “primita, vamos a comprobar lo que nos quedó esta mañana” y empezó a acariciar mi pecho despacio, como sopesándolo, muy tiernamente, cosa que me excitó muchísimo, nunca me habían tocado así, sólo el chico del bus, pero lo hacía con ansia, no con delicadeza. Al rato y sin darme cuenta, tenía los tirantes bajados y mi pecho al aire, y mi primo se acercó a besar uno y succionarlo, pero con mucha delicadeza, mis pezones estaban durísimos y poco a poco, noté como me humedecía. No pude aguantar más y empecé a tocar por encima de su pantalón, cosa que le sorprendió y me dijo: “vaya con la Paqui, si parece que sabe de esto” a lo que contesté que no, pero que si no quería que lo dejaba, no contestó, simplemente se desabrochó y dejo salir a ese falo que la noche antes había visto, y os aseguro que era más grande de cerca. El siguió mordiéndome el pecho, tan bien lo hacia que creo que tuve un orgasmo y se dio cuenta, por lo que dijo que ahora me tocaba a mi hacerlo con él, le respondí que me enseñara, que no sabía y cogiendo mi mano, rodeo su grueso pene y empezó a subir y bajar despacito y cuando vio que ya podía hacerlo sola, empezó a tocar mi coñito por encima de las braguitas, y se sorprendió que estuviera tan húmedo. Estábamos tan excitados que me dijo que me iba a montar como a la yegua, a lo que me negué y le pedí por favor que no, que me daba miedo quedarme embarazada y todos eso, y parece que lo entendió, y no insistió más, me dijo que hoy solo sería terminar la paja que le estaba haciendo, pero que la pusiera entre mis tetas, que nunca había tenido unas así de grandes para eso, cosa que hice, y al rato, vi como salían borbotones de su semen hasta mi cara, cayendo incluso en mi boca, escupiéndolo y se enfadó diciendo que no volviera a escupir su semen. Luego me pidió perdón y me dijo que no le gustaba que lo tirasen, que me enseñaría a tragármelo.

Ese fue el comienzo de muchas cosas que ocurrieron en el verano, y que despertaron en mí, mi lado más sexual.

Los días siguientes, nos buscábamos como se buscan los animales en celo, no sé la de masturbaciones que le podía hacer a lo largo del día, era increíble, nunca se cansaba (y por supuesto, que yo tampoco, jiji), nos buscábamos de día, nos buscábamos de noche cuando todos dormían y aunque parezca increíble, mordiéndome el pecho y tocando mi coñito, tenía unos orgasmos muy ricos, como los de él, que había días que ya por ultimas, no echaba nada, jiji.

A los pocos días decidió enseñarme a comerla, no sin antes convencerme de que no pasaba nada por hacerlo y si os digo la verdad, me gustó y mucho y sobre todo a tragármela. Al principio y por mi inexperiencia, le hacia daño con los dientes, pero luego me enseñó a hacer como si la succionara y con los labios delante de los dientes y a darle con la lengua, y os aseguro que según él llegué a hacerlo muy bien.

Espero que os haya gustado y comenteis, en el próximo relato, os narraré como me desvirgó.

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Una respuesta

  1. helenx

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