Por

Anónimo

octubre 13, 2025

317 Vistas

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Mi novia, la puta de su mejor amigo

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Sabía el nombre del “amigo” que había desvirgado a mi novia, así que, aunque ella me había dicho que después me contaría más detalles, no podía esperar, tenía que saber más.

Al día siguiente en la noche, mientras ella estaba dormida, aproveché que sabía su contraseña y entré a la conversación con el tipo.

Lo primero que vi hizo que mi corazón diera un saltito.

Los últimos dos mensajes eran de hacía poco más de un año (más o menos el mismo tiempo que teníamos de estar juntos). El penúltimo mensaje era del tipo, que simple y sencillamente decía:

«We, vamos a coger»

Y la respuesta de mi novia era lo que me había dejado ligeramente sorprendido.

«Ya te dije que ya tengo novio, y aunque sé que siempre lo hemos hecho aunque tengamos pareja, a él lo amo y quiero respetarlo y respetar nuestra relación»

El tipo la había dejado en visto.

Me sentí sorprendido. Tenía una curiosa mezcla entre alivio, agradecimiento, amor y… decepción.

Subí para leer los mensajes más antiguos y lo que vi me hizo tener una erección.

Al principio (es decir, los mensajes más “recientes”) los mensajes eran más escuetos. Básicamente sus conversaciones eran el hijo de puta mandando un mensaje con un simple “vamos a coger”, “tengo ganas de partirte, ven a mi casa”, “¿vas a venir por tu ración de verga?”… y las respuestas de mi novia siempre eran del tipo “sí, ya voy para allá”, “mañana we”, “sí, saliendo de la escuela voy”.

Tenía el pene más duro que nunca al ver cómo el sujeto prácticamente solo usaba mi novia para cogérsela, cómo ya ni siquiera fingía que tenían una relación de amistad o algo parecido, simple y sencillamente se limitaba a mandarle mensaje cuando tenía ganas de penetrarla y ese mismo día o al siguiente, ella iba a su casa… ¡El maldito ni siquiera tenía que gastar en hotel! ¡Se limitaba a mandarle mensaje, como si fuera su puta personal y ella iba sabiendo que era para que se la cogiera!

La sangre me hervía con la explosiva mezcla de excitación e ira. La curiosidad me hizo retroceder más en la “conversación”.

Noté que, aunque en los mensajes más “recientes” no había charla, simplemente el tipo mensajeando a mi novia cada que tenía ganas de cogérsela, conforme seguía retrocediendo en la conversación sí que había un poco más de “sustancia”.

«We, haz paro, ven a mi casa mañana», escribía el tipo.

«No sé si pueda, we, mañana tengo cosas que hacer. Además, si voy ¿qué haremos? ¿Ver la tele?», respondía mi novia.

«Jajaja, ¿ver la tele? ¡Te voy a coger, we!»

«Jajaja, ¡qué directo! Pero mejor arma algo el fin de semana y voy»

«Pues sí ya armé algo, te estoy diciendo que te voy a dar una buena cogida como las que te gustan, eso es armar algo, pendeja»

Apreté el puño con fuerza. Cómo es que el idiota ese se atrevía a hablarle así… y lo que era peor (o mejor, según se viera), ¿cómo es que ella lo dejaba? A pesar de que ella estaba a mi lado, sabía que tenía el sueño pesado, así que con cuidado me aparté un poco de ella y me bajé el pantalón de la pijama y el bóxer para empezar a acariciar mi pene mientras seguía leyendo la conversación.

«Jajaja, we, pero es que a veces siento que solo me quieres para eso»

¿De verdad? ¿En serio apenas se daba cuenta?, pensé yo mientras leía.

«Nel, sabes que no, eres chida y todo, pero la neta también me encanta darte verga… y a ti también, ¿o no?»

«Pues sí, la verdad sí, jajaja. Sabes que me encanta cómo me la metes con fuerza o cuando dices que te vas a venir y no me quito, jajaja»

«Jajaja no mames, un día de estos te voy a embarazar por andarle jugando al vivo… pero es que aprietas rico y me gusta venirme en ti»

¡EL HIJO DE PUTA SE HABÍA VENIDO DENTRO DE ELLA! Por un momento sentí que la irá, indignación y humillación que sentía subían peligrosamente, sin embargo la lujuria, la excitación de lo que estaba leyendo subía al mismo ritmo. Comencé a masturbarme lo más suave que fui posible, tanto para no despertar a mi novia como para evitar venirme demasiado pronto.

«Jaja, sí es rico, pero mejor ya hay que usar condones, we, no quiero sustos»

«Pues cómpralos entonces we, hay luego te doy»

¡¡¡Y ENCIMA ELLA ERA LA QUE LOS COMPRABA!!!!

«Va, ¡pero me das ehhhh!… y verga también, jajaja»

«Simón, we, te voy a dar rico como te gusta, pero ahora sí me la tienes que chupar, ¿eh?»

«Es que nunca he chupado una, no sé cómo se hace»

«No importa, yo te enseño así como te enseñe a coger y ahora te encanta»

«Eso sí, tú siempre me enseñas todo, por eso me caes bien. Fue buena idea darte mi virginidad, aunque la neta sí me dolió»

«¿Te dolió? Si bien que gemías de que te gustaba, jajaja, me acuerdo y se me para luego luego, ¿quieres ver?»

«A ver» Bajé un poco y ahí estaba la foto. Una foto de la verga del imbécil ese. La verga que no solo había desvirgado a mi novia, sino la que le había introducido incontables veces a lo largo de dos años cada que quería, cada que se le antojaba. Y lo peor (o mejor) es que efectivamente la tenía grande. Bastante más que la mía.

«¿Cómo ves? ¿Ahora sí me vas a dar la mamada que me debes?»

«Bueno, voy a intentar, pero me tienes paciencia»

«Simón, yo digo que sí te la has de rifar así como te la rifas cogiendo. No mames, we, de solo acordarme ya me puse bien caliente, mándame una foto de tu culo o de tus tetas para jalármela, ¿no?»

«Ne, ya sabes que me da pena, además no sé qué quieres ver, si ya me has visto desnuda completa muchas veces»

«Pues sí, we, pero no es lo mismo. Anda, yo te mandé una foto de la verga que tanto te gusta, me debes una»

«Bueno, está bien, pero la borras ¡ehh! No quiero que luego vaya a andar por quiensabe donde»

«Obvio, sabes que somos amigos, we, tú mándala que ya me la quiero jalar»

Bajé un poco y ahí estaba la foto. Había recortado la parte de la cara pero no había margen de error: eran los pechos de mi princesa. Aquellos grandes pechos, firmes, con su aureola café claro bien definida, aquella piel blanquita que tan preciosa se veía, aquellos pezones que me encantaba besar con ternura mientras lo hacíamos…

No lo podía creer, el imbécil literal la hacía como quería… y ella se dejaba. En ese momento mi princesa, mi novia se movió un poco y el corazón me latió a mil por hora. Pensé que, con la excitación del momento me había masturbado demasiado fuerte y quizá se había despertado, por lo que apagué rápidamente el celular y me quedé completamente quieto… Pero no, pasados unos minutos supe que solo había sido un movimiento nocturno inconsciente.

De hecho, al comprobar por su respiración pesada que mi novia seguía profundamente dormida, tuve una idea. Ella se había dormido, como de costumbre, contra la pared, dándome la espalda, así que con mucho cuidado aparté un poco la cobija… Me sentía muy nervioso. No era la primera vez que lo hacía, e inclusive mi novia lo sabía pues ella misma me había dado permiso (“cuando tengas muchas ganas, si quieres me puedes tocar, solo me tapas cuando termines”)… Pero esa ocasión era diferente. Me sentía sucio, culpable… Y muy, muuuuy caliente.

Con mucho cuidado bajé el pantalón de su pijama. Ante mí se encontraba el culito de mi princesa, aquellas nalguitas que tanto placer me habían y seguían proporcionando, pues aunque mi novia era delgada, tenía todo muy firme y en su lugar. Dude en su bajarle la ropa interior (un sencillo calzoncito morado de algodón), pero decidí no hacerlo para no despertarla, pues aunque ella ya sabía que yo hacía eso de vez en cuando, era la primera vez que lo hacía espiando su celular.

Lo que empezó aquí puede continuar en privado. Ver ahora

Puse una de mis manos en una de sus nalgas, sin moverla. Ella no reaccionó. Con la otra mano volví a encender el celular y seguí leyendo la conversación donde me había quedado.

«¡Mira nada más qué chichotas te cargas! ¡Estás bien buena, condenada! ¡Qué bueno que yo soy el que te coge!»

«Jajaja, gracias, gracias»

«Ahora manda una de tu culo o tu pucha, ya me la estoy jalando pero necesito ver más»

«No, ya así, confórmate con esa, ya mañana ves todo en persona, jajaa»

«Jajaja, te pasas, we, jajaja, pero está bien, me la voy a jalar pensando en la cogidota que te voy a poner»

«Bueno, pero me das duro, cómo me gusta»

«Simón, todo sea por los amigos… pero me la tienes que chupar ¡eh!»

«Voy a intentar, we»

«Eso es todo, ya quiero meterte mi verga en tu boquita y venirme en tu carita preciosa»

«Ya veremos, ya veremos, jajaja»

De ahí la conversación terminaba para continuar al día siguiente.

«Voy en el taxi, ya casi llego, bájame a abrir», decía el mensaje de mi novia.

«Nel, estoy acostado, sube tú, está abierto como siempre»

«Pero no hay nadie, ¿verdad? No quiero que me vuelvan a ver entrar a tu casa, van a pensar que hacemos cosas, jaja»

«Que les valga, tú sube. ¿Compraste los condones?»

«No, se me olvidó, pero ahorita vas por ellos, ¿va?»

«No, si no los compraste pues ni pedo, te cojo a pelo, jajaja»

«Tú bien sufrido, jajaja. Y oye… también me aviso que tampoco me puse falda porque a mi papá le dije que iba a hacer un trabajo en equipo a casa de una compañera»

«No mames, wey, sabes que me gusta cogerte con falda… la hubieras guardado en tu muchila y ya acá te cambiabas, pero pues ni pedo»

«Peeeero sí me puse la tanga que te gusta, jajajaja»

«¿La negra? Eso es todo, me encanta darte en cuatro con la tanguita a un ladito… ya se me paró, jajaja. Apúrale, que ya tengo la verga de fuera lista para ti»

«Ya, ya voy a bajarme del taxi, ahorita llego» Dejé el celular a un lado para masturbarme mejor. Mi princesa era la puta de un patán, un imbécil que ni siquiera se tomaba la molestia de ser caballeroso o gentil, que la trataba como puta, que la había desvirgado… Que se le cogía cuando y como quería… Con mi mano empecé a acariciar sus nalgas, esas nalgas que tantas veces habían sido fuente de placer para su “amigo”.

Imaginé con que ropa iría vestida ese día. Imaginé esa hipotética tanga negra… La imaginé en cuatro, con la tanga de lado, recibiendo verga de ese tipo.

No aguanté mucho. Solté chorros y chorros de semen, y aunque intenté interceptarlos con mi misma mano, era demasiado y salpiqué parte de las sábanas. Mi novia se enojaría cuando lo viera, ya que detestaba la rigidez que dejaba el semen al secarse en la tela. Sin embargo, de momento no me importó demasiado, había sido uno de los orgasmos más intensos que había tenido en mucho tiempo.

Casi de inmediato sentí mucho sueño, pero quería ver un poco más antes de dormir.

Me limpié la mano y el pene con un poco de papel y seguí leyendo.

El siguiente mensaje era del día siguiente.

«Mira, we, subí una foto de nosotros y ya tiene varios me gusta. Pa que veas cuánto te estimo», empezaba mi novia.

Bajé un poco más y había una captura de una publicación de Instagram, en donde ella había subido una foto del día anterior (el día que había ido a que se la coegiera). Ambos aparecían abrazados, ella se veía preciosa, con una blusa azul que resaltaba su sonrisa. Él… bueno, ver esa cara sonriente me hizo preguntarme si esa foto había sido tomada antes o después de. Aunque al ver más detenidamente la sonrisa del sujeto, de alguna manera supe que esa foto había sido tomada seguramente después de haberse culeado a mi novia.

El pie de la foto decía: “Aquí con mi compi, casi hermano del alma” y efectivamente ya acumulaba casi 20 me gusta.

«Jajaja, me pones compi y soy el que te mete la verga, jajaja»

En esa ocasión, ella fue quien lo dejó en visto, pero el tipo tampoco hizo intento de seguir la conversación; seguramente por el momento estaba satisfecho.

Quería seguir leyendo, pero el sueño me ganaba. Así que cerré todo, apagué el celular, lo puse en su lugar y me di la vuelta. Observé a mi princesa dormida a mi lado.

A pesar de lo que ella misma me había contado, a pesar de lo que yo mismo había leído con mis propios ojos… A pesar de todo, me seguía resultando difícil creer que la mujer que dormía a mi lado, la absoluta dueña de mi corazón, alguna vez se hubiera entregado de tal manera a un auténtico patán, alguien que solo la veía como un objeto sexual para satisfacer sus más bajos instintos.

Suavemente le volví a subir el pantalón del pijama y esperé a que mi erección bajara. En cuanto lo hizo, me acurruqué a su lado y la abracé, aspirando el aroma de su cabello. Ella se removió un poco entre sueños.

Cerré los ojos.

A pesar de que tenía mucho sueño, en mi mente seguía repasando una y otra vez todo lo que había leído. Sentí que mi pene comenzaba a levantarse de nuevo, pero no quería que ella se diera cuenta de nada, así que intenté distraerme pensando en mil y una cosas más que no estuvieran relacionadas con el sexo.

Finalmente conseguí dominarme y comencé a quedarme dormido.

Sin embargo, antes de hacerlo supe que no era suficiente.

Quería saber más. Quería saberlo todo.

Decidí que de una u otra forma, tendría que averiguarlo.

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