Por
Anónimo
Mi cuñada es muy caliente
Desde que mi hermano conoció a su esposa siempre me había atraído. Es chaparrita y con un culo muy delicioso, tetas normales pero muy bien formadas. Siempre me había llamado la atención, pero hasta ahí quedaba la cosa. Era mi cuñada después de todo, y aunque la miraba con ganas, nunca pasaba de ahí.
El asunto se puso bueno cuando cumplí 21 años. Un día en casa de mi hermano me prestó su computadora para hacer un trabajo de la escuela. Él tuvo que salir a comprar unas cosas y se fue junto con mi cuñada. Yo me quedé solo en la casa, concentrado en mi trabajo, hasta que por error borré un documento importante.
Entré a la papelera de reciclaje para recuperar el archivo y ahí me llevé la sorpresa de mi vida. La papelera estaba llena de fotos de mi cuñada en lencería y totalmente desnuda. Me quedé con la boca abierta y al instante se me puso dura la verga. Ahí estaba ella, en toda su gloria, mostrando ese gran culo que se veía aún más riquísimo sin nada de ropa.
No pude resistirme y al instante me la empecé a jalar viendo esas fotos. Las tenía todas guardadas en la papelera, como si fuera un tesoro escondido. Terminé bien rápido, con la verga chorreando y la respiración agitada. Fue una de las mejores pajas de mi vida, imaginando que era mi cuñada la que me la estaba chupando.
Con el tiempo no dije nada, pero empecé a inventar excusas para ir a casa de mi hermano y pedir prestada la laptop «para trabajos de la uni». En realidad me ponía a ver las fotos de mi cuñada y me las jalaba. Pasaron los meses y ya no podía ver a mi cuñada sin acordarme de sus fotos y lo cachonda que se veía en ellas.
A partir de ahí comencé a ver a mi cuñada con más deseo. Cada vez que la veía me acordaba de las fotos y se me ponía dura al instante. Siempre he tenido muy buena relación con ella, pero ahora la miraba con otros ojos. Pasó como un año y no me podía sacar de la cabeza cómo se veía desnuda.
Me armé de valor y decidí subir el nivel. Cuando iba a la casa de mi hermano, a veces esperaba a estar solo un momento con ella y me acercaba a platicar. Pero siempre se me ponía la verga dura y se me notaba por el pantalón. Me fijaba que ella notara mi erección, y aunque no decía nada, veía cómo me miraba de reojo.
Le empecé a mandar mensajes por WhatsApp más seguido, pero normal, por cosas de la familia. A veces ella me pedía que le cuidara a mi sobrino porque tenía que ir a pagos. Se me ocurrió un plan: esperaría a que me mandara mensaje para algún favor y ahí le mandaría una foto de mi verga, diciendo que me equivoqué de chat. La espera se estaba haciendo eterna, hasta que un día por fin me mandó mensaje para ver si podía cuidar a mi sobrino…



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