octubre 8, 2025

477 Vistas

octubre 8, 2025

477 Vistas

Mi compañera de trabajo se deja coger y no tengo ni que preguntarle

0
(0)

Wena, hoy les voy a contar una weá que me está pasando con mi compañera de pega. La mina es la típica niña linda que se cree la última coca-cola del desierto, pero con justa razón, porque está más buena que pegarle a un weón en el suelo. Tiene unos muslos que no puedo dejar de mirar cuando camina por la oficina, y un culo que pide a gritos que le den nalgadas.

Todo partió de a poco, como webiando nomas. Empecé a darle unas palmadas en el poto cuando pasaba cerca, disimulando que era en broma. La muy zorra se reía, como si le gustara la weá. Después me fui poniendo más atrevido, ya no solo nalgadas, sino que le agarraba las nalgas con toda la mano, apretando esa carne firme que se le marcaba hasta través del pantalón de vestir. Y la mina, la muy hipócrita, fingía que no se daba cuenta, seguía hablando por teléfono o tecleando en el computador como si nada.

Pero donde la weá se puso brigida fue cuando empecé a restregarle mi verga en el culo. Weón, me acercaba por detrás cuando ella estaba imprimiendo o buscando weás en los archivos, y le pegaba mi bulto duro contra esas nalgas redondas. Me movía despacio, haciendo círculos, y sentía como se ponía dura contra su trasero. Lo más increíble es que la mina ni se inmutaba, seguía con sus weás como si no tuviera a un tipo frotándole la raja con la pija pal duro. A veces hasta se ajustaba la falda o se recogía el pelo, pero nunca me decía nada, nunca me paraba.

Hasta que llegó el día donde la weá explotó. Era como a las cinco de la tarde, ya casi terminando el turno. La muy puta andaba con una falda gris cortísima que me tenía loco todo el día. La vi yendo hacia la fotocopiadora, en un pasillo medio escondido donde casi no pasa nadie a esa hora. No lo pensé dos veces, la seguí. Cuando se inclinó para agarrar unas copias, me le acerqué por detrás y le puse las manos en sus muslos, subiendo lentamente. Ella ni se movió, solo respiró hondo. Así que me arriesgué: le bajé el cierre del pantalón, me saqué la verga que ya estaba dura como un poste, y le levanté la falda. No traía calzones, la muy perra. Sin decir una palabra, le apunté a su entrada y se la metí de una.

La muy zorra solo soltó un gemido bajito, como un «ahhh» ahogado, y agarró con más fuerza la máquina. Empecé a cogerla ahí mismo, contra la fotocopiadora que se movía con cada embestida. Le metía mi pija a fondo, sintiendo lo mojada que estaba adentro. Ella no decía nada, pero su cuerpo me lo decía todo: sus caderas se movían al mismo ritmo que las mías, sus muslos temblaban, y sus gemidos salían cada vez que le daba más fuerte. Agarré sus caderas y la llené de golpes, el sonido de mis pelotas chocando contra su piel mojada era lo único que se escuchaba en el pasillo.

Después de como quince minutos así, no aguanté más y le eché toda mi leche adentro, con un gruñido que casi me sale del alma. La mina solo respiró profundo, se arregló la falda como si nada, recogió sus copias y se fue sin mirarme. Ni una palabra, weón. Ni siquiera «chao».

Y ahora es nuestra costumbre. Cada vez que podemos, en el baño, en la sala de archivos, en el estacionamiento, me la cojo así, sin preguntar, sin que hablemos del tema. Es raro, pero a la vez es la mejor cogida de mi vida. La muy perra sabe que es mi puta secreta, y a mí me encanta tenerla así.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Deja un comentario

También te puede interesar

Un hombre de verdad.

anonimo

15/04/2013

Un hombre de verdad.

LA AMIGA DE MI HIJA EN NUESTRO CHALET DE LA SIERRA

carlos53jl

09/09/2012

LA AMIGA DE MI HIJA EN NUESTRO CHALET DE LA SIERRA

Con la Ex secretaria de la empresa

chandler

13/06/2012

Con la Ex secretaria de la empresa
Scroll al inicio