Me llamo Gladys, 45 años, casada. Castaña, ojos turquesa, buen físico. Hace muchos años que la rutina en mi matrimonio me llevo a buscar nuevas experiencias. Mi sueño, un encuentro sexual con un moreno. Hace dos meses, buscando un protector para mi teléfono móvil, ingresé a un local del ramo. Mi sorpresa fue que su dueño era un moreno fornido, de origen Senegalés. Me atendió amablemente, claramente se dió cuenta que me atraía, y que mi mirada se había clavado en su bultosa entrepierna. Me mostró varios protectores para móviles, pero ninguno coincidía con la botonera del mío. Me dijo que volviera en dos días, que recibiría un nuevo pedido. A propósito le dejé mi número para que me confirmará. Los dos nos agregamos en WhatsApp.

Creo que también le guste, miraba mis pechos y mi cola. Me retiré del local. Ya acostada a la noche, mi esposo estaba dormido, me puse a revisar el WhatsApp. Lo vi a Thomy en línea, automáticamente me saludo y pregunto si podíamos mensajearnos. Mi cuerpo se estremeció, mis pezones se pusieron duros, mi vagina se humedeció. Le dije que si. Una lluvia de corazones rojos invadió mi móvil. Me preguntó si podíamos escribirnos y expresarnos sin filtros. Le dije, mi marido está durmiendo. Parece que con esas palabras lo inspiré. Me dijo que mi presencia lo había dejado encantado. Te paso lo mismo?, me preguntó. Le dije que si. Te voy a mostrar lo que provocaste, me envió una foto parcial (la cabeza) de su pene erecto, grueso, entre su mano. Le recalque, que estaba en la cama con mi esposo, no podría enviarle ninguna foto. Me comprometí a mostrarle todo al día siguiente. Acordamos encontrarnos en su local, a las trece. Puntualmente llegué a su local de telefonía. Estaba atendiendo a otra persona, finalizó. Cerro las puertas con llave. Vino hacia mi, me besó en la boca, su mano busco mi vagina y sentí la caricia de sus dedos. Me llevo a la parte posterior del local, un departamento con una amplia cama, haz de luces giratorias. Me tomó de atrás, sus manos acariciaban mis pechos que explotaban, pezones rojos muy duros. Me sacó el top, se arrodilló, bajó mi pollera, hizo lo mismo con mi tanga , sentí su lengua dentro mío, derrame mi primer orgasmo en su boca. Me hizo arrodillar, abrió su bragueta y apoyó en mis labios la cabeza de su enorme pene. Se lo chupe con suavidad, no entraba en mi boca. Lo tome con las dos manos y no lo cubría, de un grosor importante, 20/22 cm de largo. Excitación y miedo recorrían mi cuerpo, el me acostó de espaldas en la cama, estaba muy excitado. Acomodo la cabeza de su pene en mi vagina, claramente no cabía. Comenzó con un vaiven tratando de penetrarme, me dolía pero lo deseaba, y el quería estar muy dentro mío. Esperó la llegada de un nuevo orgasmo y empujó con fuerza, se me escapó un grito seguido de llanto, sentí que su tremendo pene se abría paso desgarrando mi vagina, habiendo logrado su penetración, colocó mis piernas sobre su hombro y me sometió a penetraciones muy profundas, placer, dolor se mezclaban dentro mío. Casi cuarenta minutos de un vaiven salvaje y se descargo dentro mío, sentí su semen caliente muy dentro mío. Siguió eyaculando, acostado sobre mi, me besó y cada eyaculación me besaba, luego me hizo marcas en los pechos y alrededores. Al retirar su pene, chorros de semen y sangre pintaron las sábanas. Fui infiel a mi marido, esta única vez, cumplí mi sueño…Fue dolor y placer, pero no quiero soñar más.