Valeria Sofía Mendoza

agosto 19, 2025

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Me quiero coger a mi primo, pero tiene novia

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Ay no, esto me tiene mal, malísima… Es que mi primo Andrés, ese hijueputa tan bueno que Dios me puso en la familia, me está volviendo loca. Desde que éramos pelados yo le echaba ojo, pero ahora con sus 28 años, ese cuerpo que se le formó de tanto gym y esa sonrisa de diablo… ¡me tiene podrida las noches! Lo peor es que tiene novia, una tal Camila que me mira con esa cara de culo como si me fuera a comer… Jajaja, ojalá fuera solo para comerme, porque lo que quiere es sacarme de su lado.

Pero vamos al grano, que esto es una confesión caliente. El otro día en la reunión familiar, en la casa de mi abuela, yo llegué con ese vestido rojo que parece pintado, sin brasier y con la tanga más cucara que encontré. Andrés estaba en la cocina, sirviéndose un trago, y yo me le acerqué por detrás, le pasé las manos por esa espalda ancha y le dije al oído: «Primo, ¿no me convidas?»… El muy hijueputa se sonrojó, me miró de arriba abajo y me dijo: «Claro, Valeria, lo que quieras». Pero no era el trago lo que yo quería…

Total que me serví y me le senté en las piernas, ahí mismo, en frente de TODOS. ¡Hasta mi tía me vio! Pero a mí qué… Yo empecé a moverme disimuladamente, restregándole el culo en su panta, y sentí cómo se le paraba… ¡Ay no, eso me mojó toda! Él trató de correrme, pero yo me hacía la loca, como si no me diera cuenta. Hasta le pasé la mano por el paquete, disimuladamente, y sentí ese bulto duro que me tiene obsesionada.

La novia, la tal Camila, me lanzaba unas miradas que si fueran cuchillos ya estaría muerta. ¡Y eso me excitaba más! Me levanté y me fui al baño, pero no sin antes pasar por su lado y rozarle la entrepierna con mi mano… Él se quedó tieso, y yo me encerré en el baño a tocarme pensando en él.

Ahí, contra la puerta, me metí los dedos en la concha, bien mojadita, imaginando que era su verga la que me estaba abriendo. ¡Ay, primo de mi alma, cómo te deseo! Me pajeé pensando en que me cogiera ahí mismo, en la casa de la abuela, con toda la familia afuera… Y que su novia se diera cuenta, que escuchara mis gemidos.

Desde ese día, no puedo parar. Cada vez que lo veo, me le insinúo más. Le mando mensajes subidos de tono, aunque no me responde, pero sé que los lee. A veces me lo encuentro en el centro comercial y me acerco a saludarlo, rozándole el paquete «sin querer», y él se pone nervioso, se corre… Pero se le para, ¡lo he visto!

Y la novia siempre ahí, pegada como lapa, tratando de alejarme. Pero yo soy más viva… El otro día, en una fiesta, me le senté otra vez en las piernas y le restregué el culo hasta ponerme bien caliente. Él lo sintió, estoy segura, porque se puso duro como piedra.

En las noches, me masturbo viendo sus fotos de Instagram, esas donde sale con su novia, y me imagino que soy yo la que está ahí, que me coge como a ella no lo hace… Porque estoy segura de que conmigo sería diferente. Yo le daría lo que quiere, lo que necesita… Una puta de verdad, no esa niña buena que tiene.

Y aunque no me ha dado el chance, yo sé que algún día se va a cansar de la novia y me va a buscar… O quizás no, y tendré que seguir así, calentándome con el primo que no puedo tener. Pero por mientras, me conformo con mis fantasías y con saber que le hago la vida imposible a la novia celosa… ¡Eso no tiene precio!

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