
Por
Anónimo
Tarde de estudio
Llamé al timbre pero tras esperar unos segundos no obtuve respuesta. Saqué el móvil para mirar su último mensaje, sí, habíamos quedado a la seis aquella tarde y el piso era el correcto. Me estaba empezando a poner nerviosa, bueno, más de lo que ya estaba simplemente por quedar con ella. Estaba a punto de pulsar el botón de llamar cuando justo abrió la puerta regalándome una sonrisa.
-Perdona, estaba recogiendo la habitación, que estaba hecha un desastre. -se excusó.
Me fijé en su pelo castaño que llevaba suelto y le llegaba casi a la altura del pecho. Llevaba puesta una camiseta ancha de color azul que le había regalado de uno de mis viajes por Europa, concretamente el de París. Un “je t’aime” se podía leer en unas letras blancas con una tipografía de estilo manuscrito (no era la típica camiseta que le regalarías a una amiga pero ella tampoco era para mí la típica amiga). La camiseta era algo larga y le llegaba hasta los muslos, permitiéndome así disfrutar de aquellas piernas.
-No pasa nada, solo me había rallado por si me había equivocado. Ya sabes que a veces soy un poco desastre. -dije riendo.
Acto seguido me invitó a pasar, llevándome a través de un pasillo hasta la habitación. Esta tenía las paredes llenas de posters de distintos grupos de música y de algunos carteles de sus películas favoritas. El escritorio estaba al lado de la cama y solo había una silla de estas giratorias. La miré extrañada por no saber dónde sentarme.
-Siéntate tú en la silla, yo me pongo en la cama, no me importa. -me dijo.
-Perfecto. Pues a ver si me puedes ayudar y acabamos pronto, que me gustaría invitarte luego a un café por las molestias.
-No molestas tonta. Los que molestan son los coordinadores de tu grado metiéndote matemáticas cuando no tiene nada que ver con tu carrera.
-Ya ves, eso pensé yo cuando vi el programa en la web. Pero bueno, menos mal que estás tú para ayudarme porque ando perdidísima.
Me senté en la silla como me había dicho y saqué el libro y los apuntes de mi mochila junto a un pequeño estuche en el que llevaba todo lo necesario para aquella tarde de estudio. En esas estaba yo, preparándolo todo, cuando me giré para mirar hacia la cama. Natalia se había tumbado bocabajo apoyándose sobre sus codos. Por la postura la camiseta cubría su culo por muy poco y, cuando me fijé en su pecho, vi que la forma de sus tetas se definía completamente, incluso marcando ligeramente los pezones. Aquella visión me dejó algo embobada pero volví a centrarme en los folios que tenía en frente de mí.
-Bueno, ¿por dónde quiere empezar? Podemos ir tema a tema o que me preguntes directamente cuestiones concretas. Lo que mejor te venga a ti.
«Lo que mejor me vendría sería que te taparas un poco porque así no me voy a concentrar», pensé yo. Obviamente descarté aquellas palabras pues no iba a ir tan a cuchillo desde el principio.
-Creo que mejor es que te pregunte. He traído algunas dudas escritas. -dije sacando un folio que traía doblado en el bolsillo de mi pantalón. -Así que vamos a empezar con ellas y si nos sobra tiempo pues vamos viendo.
Seguimos ese método y comenzamos con la ronda de preguntas. Pronto me di cuenta de que Natalia explicaba muy bien pero su habilidad para mantener mi atención en sus palabras era nula pues, para expresarse mejor, gesticulaba mucho con las manos. Con cada movimiento de sus brazos su camiseta se iba levantando más a lo largo de su tronco, revelando unas bragas de rayitas que marcaban un culo bastante prieto. Sin poder evitarlo me mordí el labio inferior fantaseando con aquel culo que estaba disfrutando con la mirada. Una de las veces me pilló mirándola y yo bajé mi mirada a los apuntes rápidamente, apuntando algo sin sentido. Siguió explicando y me di cuenta de que cada vez gesticulaba más. «¿Lo estará haciendo a propósito?», pensé. Cada vez era más descarado y no me quedaban dudas de que se había percatado de que aquello estaba llamando mi atención. Decidí entonces no cortarme y mantener mis ojos posados en su culo mientras ella continuaba explicando. Yo iba tomando notas, a veces copiando lo que decías y otras poniendo cosas que no tenían nada que ver con aquella lección.
-¿Eso bien o tengo que repetirlo? No te veo muy atenta eh, y yo quiero terminar pronto para que nos tomemos ese café. -dijo vacilándome.
-Si me lo puedes repetir más despacio, por favor.
Ella se rio y con una pícara sonrisa comenzó a repetir las últimas frases haciendo énfasis en cada sílaba, lo cual me hacía fijarme en sus labios carnosos. Me deleitaba con cada movimiento de aquella boca, mirando su lengua moverse para pronunciar cada sonido. «Si la mueve así para hablar, no quiero imaginarme para otras cosas». Cada vez me notaba más nerviosa pero no sabía si ella se estaría dando cuenta.
-Con eso hemos terminado, ¿no? -preguntó.
Se estiró entonces y mi mirada se fijó en su culo de nuevo. Pude asentir levemente para responder a su pregunta y repasé mis labios con mi lengua, hidratándolos un poco. Se levantó mientras yo seguía en aquella silla sentada y sus pechos quedaron en frente de mi boca, a unos 30 centímetros. Levanté la cabeza para mirarla, esperando su siguiente movimiento.
-¿Dónde vamos a tomar ese café?
-Pues hay una cafetería nueva a unos minutos de aquí. Creo que son especialistas en bizcochos y me gustaría probar uno. -le comenté.
-Genial.
Se separó de mí y se sentó en la cama. Sin que yo me lo esperara comenzó a subirse la camiseta y se la quitó, lanzándola a algún lado de la cama y dejando sus pechos sueltos, los cuales con el movimiento de los brazos, botaban ligeramente. Algo se me debió notar en la cara pues me miró.
-Perdona, pensaba que había confianza y para no perder tiempo…
-Sí, sin… problema.
Me miró un momento, como decidiendo qué hacer a continuación. Se mordió el labio y retomó la posición anterior pero ahora sin esa camiseta que me separaba de sus pechos.
-¿Crees que… podríamos… pasar del café?
Asentí y noté cómo llevaba mis manos hasta su culo, pillándome por sorpresa. «Joder con la amiga», pensé. Tras un primer momento con las manos quietas allí, comencé a apretar aquellas nalgas. Ante aquel contacto más intenso echó su cabeza hacia atrás, dejando más expuesto su cuello. Yo me tomé aquello como una invitación para recorrerlo con mi boca así que apretando mi agarre me acercé a besarle el cuello.
-Sí, cariño ven.
Me retiró agarrándome la cara con sus manos y me pegó un beso que creo no olvidaré jamás. Empezó suave, como si el contacto fuera tímido, pero pasó a convertirse en un beso apasionado en el que dos lenguas jugaban por ver quién tenía el control. Nos separamos tras un rato, mirándonos a los ojos con una sonrisa lasciva en nuestros labios.
-¿Te gustan? -dijo mirando hacia abajo, a sus pechos, y yo asentí. -¿Las quieres? Son tuyas ahora mismo.
No me lo pensé dos veces y bajé a comerle aquellas tetas que me volvían loca. Manteniendo las manos aún en su culo comencé a lamer sus pezones haciendo el mejor uso de mi lengua que sabía. Un gemido salió de su boca y aproveché aquella indicación para empezar a succionar. Retiré una mano de su culo y la llevé al pecho que no estaba atendiendo con la boca, pues no quería dejar ninguno sin tocar.
-Buf, cómo me gusta. -dijo entre suspiros.
Me agarró de nuevo la cara y me besó mientras llevaba sus manos a mi camiseta. Se separó lo justo para quitármela y llevó sus manos atrás para desabrochar el sujetador, el cual tiró a la cama junto a las dos camisetas. Bajó su cabeza para empezar a besar mi cuello, arrancándome los primeros gemidos de la tarde. Tras hacerme un chupetón que me sería difícil de explicar en casa, terminó bajando hacia mis pechos. Los besó con delicadeza para luego succionar los pezones dejando incluso un mordisco en uno de ellos. Aprovechó el momento para bajar su mano hasta mi pantalón corto, metiéndola por dentro, por encima de mis bragas.
-Sigue, por favor. -le pedí.
La oí reírse por tenerme así de caliente y me pidió que me levantara para quitarme el pantalón y dejarme igual que ella, en bragas.
-Así mejor. -dijo divertida.
Subió sus manos por mis piernas, llegando a mis muslos y volviendo a atender mi sexo por encima de la ropa interior. Sus dedos jugaban por encima de mis bragas mientras mis manos se perdían en su pelo. Nuestros labios se buscaban con desespero y la temperatura cada vez aumentaba más y más.
-Ven, estaremos más cómodas en la cama.
Me senté en el borde de la cama como ella me pedía y se puso a ahorcajadas sobre mí. Eché un vistazo hacia su entrepierna y vi como su humedad comenzaba a traspasar la tela. Llevé mi mano a su centro para notarlo por mí misma.
-Estás… empapada. -observé.
Pasé mis manos a su culo para agarrarla bien y moverla más cerca, propiciando un mejor roce entre nuestros cuerpos. Quería atenderla lo mejor posible así que volví a comerle las tetas, disfrutando de aquel manjar que no pensaba que fuera a probar en mi vida. Entre los roces y los lametones que daba a sus pechos, sus gemidos comenzaban a hacerse más continuos, indicándome cómo le gustaba lo que estábamos haciendo. Aquellos sonidos de placer me ponían a mil, eran claramente mi debilidad. La tenía muy cerca pero me moría por estar dentro de ella. Una de mis manos se coló por debajo de sus bragas y comencé a explorar sus pliegues. Descubrí aquel clítoris hinchado por la excitación y, gracias a la humedad, pude tocarlo directamente. Un gemido más largo y sonoro me indicó que era el lugar correcto así que seguí atendiéndolo haciendo movimientos arriba y abajo y otros circulares. Bajé mis dedos tanteando la entrada de su vagina. Me separé de sus pechos para mirarla fijamente a los ojos, pidiéndole permiso para entrar en ella. Con una sonrisa asintió y yo no tardé en meter un primer dedo en su interior.
-Dios, sí. -gimió.
Mientras metía mi índice en su vagina seguía atendiendo su clítoris con el pulgar. Ella me agarraba por los hombros y sus uñas quedaron clavadas en mi espalda. Cómo le gustaba dejarme marcada, primero el chupetón y ahora esto. Viendo que mi dedo ya entraba y salía sin ninguna dificultad decidí meter un segundo, obteniendo como respuesta otro gemido que me encendió por completo. Estaba disfrutando mucho de tocarla y de que se dejara hacer. Me besó entonces, dejando un ligero mordisco en mi labio inferior. Se separó, poniéndose de pie.
-¿Dónde vas? -pregunté extrañada.
-Espera un momento, impaciente. -dijo riéndose.
Vi cómo se agachaba a buscar algo en un cajón y la visión de su culo hizo que empezara a tocarme yo misma por dentro de la ropa interior. Decidí que aquella pieza de tela ya sobraba y me quité las bragas, esperando que Natalia hiciera lo mismo cuando me viera. Seguí tocándome pero ahora directamente, explorando mi sexo con lentitud. Natalia se levantó escondiendo algo detrás de su espalda. Al verme usó una de sus manos para retirarse las bragas y me las tiró, jugando un poco. Yo las noté empapadas y las dejé a un lado de la cama.
-¿Qué tienes ahí?
Me respondió enseñando lo que escondía en sus manos. Era un arnés negro con un dildo semirealista del mismo color y una bala vibradora que se encajaba en la parte de quien lo portara.
-Yo no… -su cara de extrañeza me hizo explicarme mejor. -No he usado nunca uno de esos, Nat.
-Yo tampoco, está por estrenar. Y quiero estrenarlo contigo, ahora.
Su determinación solo me provocó más aún. Si era lo que ella quería yo estaba allí para complacerla. Me levanté para ponérmelo, ajustando las correas a mis muslos y mi cintura. Mientras, Natalia se acercó a su estantería y cogió un bote de lubricante. Me lo pasó para que lo extendiera por el dildo pero una idea apareció en mi cabeza.
-Nada de eso nena. Quiero que lo chupes. -dije ya con el dildo puesto.
Ella me miró de forma lasciva y me besó de una forma muy sucia, dejándome luego con la respiración a mil. Obedeciendo se puso de rodillas y comenzó a lamer aquel dildo. Empezó metiéndose lo que sería el glande en la boca, aprisionándolo con los labios y ensalivándolo pasando su lengua por todo él. Yo estaba a mil con aquella imagen pues me permitía ver sus pechos botar con cada mete saca que realizaba. Empezó a besar el tronco de aquel pene y aprovechó para lamer mi clítoris, haciéndome gemir fuertemente.
-Ahí ahí. -gemí.
Siguió mis indicaciones y continuó lamiendo, llegando incluso a succionarlo mientras hacía como que pajeaba el dildo. Este estaba ya completamente mojado y yo me moría de ganas de metérselo dentro así que le pedí que se levantara. Nos besamos de nuevo, pues cada beso suyo aumentaba mi calentura. Se puso en la cama a 4 patas, poniendo todo su culo a mi disposición. Me acerqué y empecé a pasar el dildo por su culo, atrapándolo entre sus nalgas. Por lo mojado que estaba, tras un rato resbaló hacia abajo, situándose en su vulva. Aquello la estaba volviendo loca y sabía que quería tenerlo dentro. Me retiré y un gemido lastimero salió de su boca. Me acerqué a su cara y la besé.
-Me encantaría empotrarte en esa postura pero prefiero verte la cara mientras te corres para mí.
Se ve que la idea le gustó pues no tardó en moverse. Esperó entonces a que eligiera yo la postura y me tumbé en la cama con aquel falso pene mirando al techo. Ella se tumbó encima de mí y empezó a besarme las tetas. Su boca se sentía tan bien. Pero estaba tan cachonda que no quería esperar.
-Cabálgame, por favor. -le pedí suplicante.
Levantó su cabeza y me miró con una sonrisa pervertida. Pegó un último lametón a mi pecho izquierdo y se puso de rodillas. Agarró el dildo con una de sus manos para guiarlo y con la otra abrió sus labios. Fue bajando poco a poco, notando toda la dureza de aquel miembro, hasta introducirlo por completo. Notaba sus nalgas en mi pubis y cómo empezaban a botar con sus subidas y bajadas. Con sus manos se agarró a mis hombros, ganando estabilidad en aquella postura. Su ritmo cada vez era más rápido y yo trataba de ayudar elevando mi cadera para penetrarla mejor.
-Más, más profundo, sí. -pidió y no dudé en obedecerla.
La longitud del dildo permitía llegar bastante profundo, logrando incluso alcanzar su punto G. Con cada embestida sus gemidos aumentaban y yo me calentaba más y más. Maldecía no tener una polla de verdad para poder notar toda su estrechez pero tenía que conformarme con lo que había. De repente empezó a aminorar el ritmo y aquello me extrañó.
-No quiero acabar aún. -se explicó.
La mantuve quieta sobre mí y pasé a besarla lentamente, enredando mis manos en su pelo mientras ella seguía clavándome las uñas con intensidad. Ambas teníamos la respiración agitada y estábamos disfrutando de aquel momento único.
-Aún tengo un as en la manga. -dijo divertida.
Me encantaba verla tan cómoda y jugueteando conmigo. Alcé mis cejas en señal de pregunta y ella bajó la mano a donde nuestros cuerpos se unían. Pulsó un botón en la bala vibradora y recibí la vibración directa en mi clítoris.
-Jo… joder nena. Sí… -pude decir entre gemidos.
La vibración se repartía también por el dildo, proporcionándole más placer a Natalia. Llevó sus manos a mi cabeza y me besó apasionadamente. Bajó su boca a mi cuello y volvió a marcarme, parecía que no quería que olvidase aquella tarde. Volvió a poner las manos en mis hombros agarrándome fuerte.
-No dejes de embestirme hasta que me corra. No pares.
Aquellas palabras fueron como órdenes para mí por lo que retomé el movimiento de mi cadera arriba y abajo mientras me sincronizaba con su propio sube y baja. La humedad y el bote de sus nalgas en mi pubis se escuchaban en toda la habitación. Yo cada vez jadeaba más por el esfuerzo mientras que ella gemía sin control con cada embestida. Subió un nivel más la vibración y pude notar cómo se estremecía. Notaba su orgasmo aproximarse y comencé a hacer las embestidas más profundas, con golpes secos.
-Dios, me corro, me corro. -dijo entre gritos de placer.
-Córrete para mí, sí…
Un gemido largo y sonoro salió de su boca y sus piernas empezaron a temblar. Se quedó sentada sobre mí, sin apenas moverse y su agarre en mis hombros se relajó. Yo la besé suavemente, disfrutando de aquel momento. Iba a salir de ella cuando me miró fijamente y negó con la cabeza. Me quedé extrañada pues ya había llegado al clímax.
-Sigue, ahora. -pidió.
Empezó a cabalgarme de nuevo y yo no podía creerme la situación, esta chica era insaciable. Le hice caso y seguí embistiéndola, dejándome llevar. Volvió a gemir, poniéndome más cachonda todavía. Pasaron pocos minutos cuando otro gemido más largo se escapó de ella y yo noté un líquido resbalar por mi pubis. Su respiración agitada y su mirada lasciva me provocaban más.
-¿Eso ha sido…? -pregunté.
-Un squirt, sí. Me pasa si continúo después del orgasmo, por eso te he pedido que siguieras. ¿Te ha… gustado?
-Sí sí, dios, me has dejado empapada. -reí.
Se levantó retirando el dildo de su vagina y levantó mis piernas para quitarme el arnés. Lo cogió y antes de guardarlo de nuevo quitó la bala vibradora. Me miró con cara divertida mientras yo permanecía en la cama tumbada hacia atrás y apoyada en mis brazos.
-Bueno, pues ahora me toca a mí jugar contigo.
Se acercó gateando por la cama, como toda una pantera. Sus curvas de marcaban y mis manos estaban deseando tocarla de nuevo. Se puso sobre mí y empezó a besar mi cuello para luego bajar a mis pechos. Tenía ya los pezones duros y aprovechó para mordisquearlos levemente. Se detuvo allí un rato pero yo quería más así que empujé un poco su cabeza hacia abajo. Levantó su mirada y se rio.
-No no, déjame hacer. -dijo ella.
Obedecí y ella siguió recreándose en mis pechos. Bajó después al abdomen jugueteando tanto con la lengua como con los dedos. Subía y bajaba dibujando una línea por mi abdomen que llegaba hasta mis pechos. Decidió apiadarse de mí y encendió la bala vibradora colocándola en mi hinchado clítoris. Gemí por el contacto y obtuve una sonrisa por su parte.
-¿Te gusta? -me preguntó.
-Sí… sí… sigue porfa.
Me hizo caso y siguió atendiendo mi clítoris con la bala. La paseaba también por la entrada de la vagina pero siempre por el exterior. Vi cómo acercaba su lengua también a mi sexo pero la retiré.
-¿No quieres que…? -preguntó extrañada.
-Sí pero… cambiemos de postura.
La subí hasta mi boca para besarla de nuevo, como pidiendo perdón por interrumpir el momento. Le pedí que se tumbara y me puse de rodillas sobre ella como ella hizo antes pero subiendo mi coño hasta su cara. Me acomodó mejor, agarrando fuertemente mis nalgas y jugando con ellas. Yo quería ya sentirla y bajé un poco mi cadera para que empezara a atenderme. No tardó en comenzar y lo primero que hizo fue darme un lametón recorriendo los labios por completo. Aquello me estremeció y contuve un gemido a duras penas.
-No te calles. -me pidió.
Volví a gemir ahora más fuerte y sin contenerme nada. Después de pasar varias veces con la lengua plana arriba y abajo, comenzó a hacer movimientos circulares por mi clítoris. Estos los alternaba con movimientos arriba y abajo. Empezó a succionar y aquello no podía sentirse más placentero. Su boca no dejaba de atenderme y darme placer. Noté cómo bajaba abandonando el clítoris para jugar en la entrada de mi vagina. Tras preparar la zona metió su lengua dentro de mí, llenándome de aquella humedad caliente.
-Oh sí. Joder Natalia.
Aquellas palabras la animaron a esforzarse más por hacerme gemir sin control. Quitó una de sus manos de mi culo y la llevó a mi clítoris. Entre su lengua entrando y saliendo dura y aquella mano yo no podía aguantar mucho más. El orgasmo estaba cerca y el temblor de mis piernas ya lo avisaba.
-Me voy a correr en tu boca, no pares, no pares…
Aprovechó para aumentar la velocidad de su dedo en mi clítoris y de su lengua en mi vagina, proporcionándome el mejor orgasmo que jamás me habían dado. Tras llegar al clímax mantuvo su lengua en mi sexo, recogiendo toda mi corrida. Subió a besarme y pude disfrutar de mi propio sabor.
-Wow, no sé qué decir. -dije exhausta.
-Bueno, yo te iba a decir que nos da tiempo a ir a comer ese bizcocho.
-Yo es que… prefiero comerme otra cosa.
Llevé mi mano a su entrepierna notando lo que me temía, volvía a estar mojada. Me miró con cara sorprendida por mi ofrecimiento pero enseguida la idea le convenció. Bajé por sus piernas para que ella se tumbara boca arriba sobre sus codos y abriera las piernas. Subí desde sus tobillos pasando por los muslos y llenándolos de besos. No quería dejar ninguna parte de su cuerpo sin besar pero el tiempo apremiaba y lo que quería era darle otro orgasmo. Le abrí bien las piernas para tener todo a mi alcance y comencé a besar su pubis. Pronto sus manos se enredaron en mi pelo pero sin llegar a presionar mi cabeza, dejándome que yo decidiera el ritmo. Me ayudé de una mano para abrir sus labios y descubrir su húmedo clítoris. Me abalancé sobre él con mi lengua recorriéndolo entero. Ella empezó a gemir y eso me animó a poner mayor esfuerzo a mi tarea. Quería llevarla al clímax solo con mi boca pero quería preparar el terreno primero así que le introduje de golpe dos dedos. Gimió por la impresión pero enseguida sus paredes acogieron favorablemente mis dedos. Animada por aquellos gemidos introduje un tercer dedo, el cual enseguida empezó a entrar y salir sin dificultad. Comencé unas embestidas más rápidas tratando de llegar a su punto G. Doblando mis dedos alcancé aquella zona rugosa que le hizo estremecer.
-Si sigues así… voy a aguantar muy poco…
Saqué los dedos sorprendiéndola y la agarré fuertemente del culo para pegar todo su coño a mi boca. Cogí aire para lo que se venía y empecé a succionar y lamer su clítoris. Viendo que lo que le gustaba era sentirme dentro, bajé hasta su vagina para meter mi lengua poniéndola dura y firme. Eso le gustó y emitió un sonoro gemido. No paré hasta notar cómo sus paredes se estrechaban y sus piernas temblaban, notando su orgasmo llevar.
-¡Dios! ¡Sí! ¡Sí! -gritó.
Note cómo se desbordaba en mi boca, llenándome el mentón de sus fluidos. Pegué un último lametón recogiendo los restos de su orgasmo y subí a besarla para que ella también se saboreara como yo había hecho.
-Me ha gustado mucho el bizcocho y las matemáticas… -dije vacilándola.
-Bueno, yo creo que anatomía se te da mejor.
Me siguió la coña y nos tumbamos en la cama abrazadas mientras yo jugueteaba con su pelo. Estar con ella era como estar en casa así que me quedé disfrutando de aquellos momentos en los que me regalaba su compañía.
2 respuestas
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