Sentí la brevedad con la que te giraste. No quería que te movieras, me encantaba que rozaras mis labios, y los sintieras. Pero no dije nada, no quería molestarte. Pasaron minutos, y oh dios, es que te tenía ahí, al lado, desnuda, mojada, ¿cómo quieres que me resista? No te toqué, no hizo falta para que sintieras qué placer me estabas dando aún sin tocarme. Me masturbaba como una maldita guarra, a tu lado, me daba igual, te deseaba con tantas ganas y me daba tanta verguenza decírtelo, que esperé a que tú te dieras cuenta. Me acariciaba con una mano, y con la otra estimulaba mis labios, rápidamente, estaba mojadísima. Tú me sentías, y querías girarte sin que se notara para verme..lo hiciste, aunque yo gemía tanto que no noté que te movistes y seguí. Para cuando acabé, me di cuenta de que me mirabas con cara de placer. Oh dios, qué verguenza, pero qué gustazo a la vez. Te miré, no sabía qué hacer, y tú sonreíste para aliviar tensión. Te deseaba, me deseabas, pero yo no me atrevía a nada. Entonces tú te subiste encima de mí, como jugueteando, me quitaste la blusa y me abrazaste. No podía creerlo, te tenía encima de mí, desnudándome y…me lanze a tu cuello. Lo chupeteé, lo jugué bastante rato, mientras tú me acariciabas por el abdómen, dios, cómo me ponían esas caricias, te deseaba aún más.