Soy inválida por un accidente y mi vida sexual no existía.

Ya en el colegio las chicas que eran amigas huían de mi , pero había una que siempre me ayudaba.

Era un poco retraída pero simpática.

En los largos paseos tomaba mi mano y la apretaba contra su regazo.

Notaba que se estremecía y yo recibía sensaciones placenteras.

En un paseo por el parque sentí ganas de ir al baño y ella entró conmigo.

Me ayudó y mi intimidad ya no era igual que antes.

Mientras lo hacía, ella miraba.El ruidito era lo único que se oía y npté que ella se turbó.

Pero no dejó de observar y con mucho mimo me limpió.

Noté algo dentro de mi que me dió un revolcón.

Al volverme a sentar , me dió un besito en los labios.

Pero ella también hizo lo propio y al sentarse vi sus braguitas y su vulva peluda y mis ojos se me iban para allá.

Al incorporarse se puso frente a mi y su vulva a la altura de mi boca.

Tomé sus piernas y besé ese nido peludo.

Como la excitación había calado en nosotras , nos entregamos a besarnos hasta que la puerta recibió unas llamadas del exterior.

A partir de ese día nuestros encuentros los programamos para tener más intimidad.

En mi casa y en mi cama , pasamos alguna tarde de sábado y ahora somos amantes.

Mi percepción del sexo ha cambiado y veo que puedo tener una vida sexual plena.Mi alegría es aún mayor porque desde mi relación , ahuyento mis ardores con mis dedos y soy una especialista.