Mi pequeña groupie personal (parte 2)
(PARTE 2 DE 3)
Noviembre y diciembre fueron meses muy gratamente agitados para Conny y yo. A pocos días de ese primer encuentro, me despertó inesperadamente un timbre madrugador, cerca de las 8 de la mañana, uno de esos llamados que te pilla medio sonámbulo y te empuja a atenderlo. Era ella, en uniforme escolar cambiando de ruta hacia el colegio para meterse en mi cama, la primera vez de una práctica que se transformaría en rutina durante esos meses.
Creo que esa época desde que soy músico ha sido la única en que me levantaba temprano con regularidad ya que no es algo demasiado fácil para alguien que trabaja principalmente de noche. Recibía a Conny y ella me despertaba con una mamada, que varias veces empezaba furtivamente en mi antejardín por su entusiasmo, a vista y paciencia de quien pudiera pasar por la calle en ese momento. Así eran mis mañana con ella, follando, viendo porno, escuchando música, fumando mota, riéndonos como locos. Luego de prepararle almuerzo la encaminaba a su casa y la tarde seguía como habitualmente.
Cada día empujaba un poquito más sus límites sexuales, sus habilidades orales habían mejorado a niveles realmente pornográficos, podíamos pasar más de una hora felices en un 69 y horas follando en todos lados y de todas formas. También había descubierto su talento natural para pajearme con sus majestuosas tetas, sorprendentes para una niña tan joven al igual que sus ocultas habilidades.
Un día particularmente furioso, no fuimos capaces de parar, incluso seguimos tocándonos en mi auto frente a su puerta cuando supuestamente ya la estaba dejando por la tarde. Yo la frotaba con la mano izquierda mientras conducía, ella me chupaba en los semáforos y cruces. Ya el morbo era demasiado y le pedí que me llevara a su pieza de adolescente. “No se puede, ya llega mi mamá”, ante lo cual insistí no tanto hasta que accedió con gusto y temor.
Entramos en su habitación, para quitarse de inmediato su bombacha, pero no la falda de su uniforme y arrodillarse sobre la silla de su escritorio, apoyada con los antebrazos en el respaldo. Acudí al llamado de su culo expuesto y su coño mojado para darle sexo oral, con mi lengua penetraba su virginal ano, que aún no me dejaba coger, lo que parecía ser cosa de tiempo a juzgar por lo mucho que se calentaba de esa manera. Con mi cara entre sus nalgas nos encontrábamos cuando escuchamos la puerta de su casa.
– Conny, he llegado! – llamó una voz a pocos metros de su habitación
Efectivamente su mamá había llegado y nosotros recién empezábamos. Yo no paré de penetrar su culo con mi lengua y ella se llevó la mano a la boca para no hacer ruido.
– Conny, estás? – insistió más cerca la voz
– Si mamá! – le contestó agitada oprimiendo mi cabeza hacia su culo con su mano – Ya salgo! –
Luego de ese gesto se bajó de la silla, acomodó su falda y salió a recibir a su mamá, pidiéndome que no hiciera ruido. Me quedé esperándola masturbándome para no perder la erección que tenía. Volvió luego de unos minutos para decirme:
– Saldrá ahora a buscar a mi hermano, te tienes que ir.
– De acuerdo – le contesté – voy a irme, pero en tu boca
– Carlos, está mi mamá
– Quieres que me la folle a ella también? – bromeé.
Con una sonrisa se acercó a mi, me dio la espalda, se subió la falda y me montó. El morbo de ser pillados me obligaba a follarla más fuerte que nunca, haciendo chocar sus caderas en mi pelvis hasta el punto de hacerla eyacular sobre el cobertor de su cama dejando una gran mancha de sus fluidos sobre él. Esa era la primera vez que se chorreaba de esa forma, pero en el lapso de los siguientes 10 minutos en que seguí cogiéndola así de duro se repetiría 3 veces por lo menos. “Me tratas tan mal” se quejaba y me calentaba aún más. En un punto la abatí hacia mí y rasgué su blusa escolar para tener acceso a sus tetas y a su boca que quedó respirándome en el oído durante la nueva posición.
– Conny, voy saliendo! – gritó su mamá prácticamente en la puerta.
De un salto se recompuso, pero antes de que pudiera salir de la pieza otra vez, la tomé del brazo y la arrodillé frente a mi.
– Carlos, tengo que salir a hablar con mi mamá
– De acá no sales hasta haberte tragado toda mi leche
– Por favor, es en serio
– En serio, abre la boca y terminará pronto
– Te odio – me dijo con una sonrisa cómplice y caliente.
– Saca la lengua, ya acabo
Exploté en su boca expulsando casi todo mi semen en su lengua, algo en su mentón y algo en su mejilla derecha. Cerró la boca, tragó y la volvíó a abrir para mostrarme cómo había cumplido con su tarea. No se limpió más que con sus dedos, los cuales a su vez limpió con su lengua. Tomó el sweater más cercano para cubrir su blusa rasgada y salió otra vez al encuentro de su madre.
Tras pocos minutos entró de nuevo en su pieza, su mamá ya se había ido y podíamos concluir la jornada en su ausencia.
– Creo que algo ha sospechado – me dijo
– Estoy seguro que si, las madres lo saben todo – le contesté medio en broma, medio en serio.
Me vestí, ella se cambió de ropa y se veía radiante y juvenil como siempre. La ayudé a lavar los platos, le di un beso largo y una palmada y salí para subirme al auto otra vez. Al llegar, su ya tradicional mensaje de despedida en mi móvil leía “eres un cerdo, me despedí de mi mamá con tu semen en la cara. Te quiero”, acompañada de una selfie mostrando sus tetas de ensueño en el espejo.
Continuará….
2 respuestas
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