Mi hijo Esteban es un chico de 17 años, delgado y fibroso, rubio, y un poco tímido. Por ello cuando conocí a Lyon, un chico negro alto, extrovertido, creí que sería una buena influencia para Esteban.

Un sábado perdí un vuelo y volví a casa. Mi esposa había ido a la playa con unas amigas. Oí unos gemidos que venían de la habitación de Esteban, eran gemidos eróticos y pensé que mi hijo estaba con una chica. Me asomé y quedé de una pieza. Lyon montaba a Esteban moviendose muy delicada y virilmente, mientras mi hijo recibía en su ano aquella polla negra. Lyon se cogía a mi hijo y el disfrutaba aquello y lo expresaba sin reprimir sus gemidos.

El pene de Lyon salió del ano de mi hijo y vi que era largo y grueso, pero a pesar de ello lo hundía completamente en Esteban. Al acabar vi como se besaban y acariciaban con ternura y comprendí que se amaban.

Bajé a servirme un trago y poco después Esteban y Lyon aparecieron jugueteando desnudos. Al verme se quedaron mudos. Los miré y pedí que se sentaran, ambos me miraban asustados y yo no sabía si golpearlos o acaptarlo, entonces dije: Los vi allí arriba, pero quiero saber si son unas locas o tienen una relación seria. Lyon contestó que amaba a Esteban, y vi como se tomaban de las manos, y quería tenerlo como pareja. Miré a Esteban, estaba muy ruborizado y dijo: Papá, Lyon me hace feliz, me ama y lo amo, me satisface y yo a él, quiero que nos aceptes y comprendas que somos novios.

No podía entender como con tantas chicas hermosas, ellos se habían enamorado, pero dije: «Esta bien, no me opongo, pero deben ser muy cuidadosos hasta graduarse». Les dije también que no tenían que esconderse ni cohibirse por mi. Ese fin de semana vi a esos dos jovencitos besarse, acariciarse, hacer el amor, complementarse totalmente.

Hoy 4 años después son una pareja abierta y ambos me piden consejo para muchas cosas.

Tuve que aprender a aceptar y comprender la homosexualidad después de verlos juntos