Me quedan unos pocos créditos de libre elección en la universidad, decido entrar a teatro. Supongo que es una buena manera de relacionarme con más gente, ya que soy un chico tímido.

Es mi primer día en el grupo de teatro. No he actuado nunca, ni en las obras del colegio, pero es una gran manera de conocer a nueva genta, sobre todo a nuevas chicas, parece efectiva la cosa porque al poco rato de entrar en el teatro te veo llegar. Notas que me quedo mirándote bobamente, me miras y cuando me doy cuenta de ello aparto la vista algo nervioso. -Empezamos bien- pienso.

Una vez acabas de hablar con uno de nuestros compañeros te acercas a mí, parece que no te ha molestado. Me alegro un poco.

– Hola soy Marta, ¿eres nuevo en el grupo, verdad?

– Sí, yo me llamo Pablo- te contesto con voz nerviosa, hace mucho tiempo que no hablo con una chica.

Durante la hora y media que dura la clase estamos juntos; hablamos, nos vamos conociendo y nos reímos juntos. Es fascinante, tenemos muchos aspectos en común. Estoy confiado, hacía mucho tiempo que no tenía una conversación tan larga con una mujer, esto me llena suficientemente de valor para invitarte a merendar. A mi sorpresa aceptas.

Nos sentamos en un banco de la plaza que hay enfrente del teatro, con cara de cansada me dices -Tengo los hombros cargados-. Sin decir nada me levanto y empiezo a masajeártelos, primero pones cara de sorpresa pero a los pocos segundos la cambias por una de placer, empiezo masajeándote suavemente para acabar de una forma más brusca, notas mis cálidas manos sobre tus hombros, poco a poco los músculos se te van relajando y entras en un estado de relax total.

– Pareces que estabas muy tensa, ¿mucho mejor ahora?- te pregunto sin separar mis cálidas manos de tus hombros.

– Sí, muchas gracias. Últimamente tengo mucha faena y no tengo tiempo a practicar yoga.

– ¿Yoga?- respondo con cara de asombro.

Te levantas, coges mi mano derecha y con cara sonriente me dices -¿Te gustaría probarlo?-, con cara de asombro asiento la cabeza. Así que nos dirigimos hacia tu casa, no queda muy lejos de donde estamos, durante el camino me vas explicando en qué consiste el yoga. Llegamos.

-¿Quieres tomar algo antes de empezar?- me preguntas.

-No, gracias. Tengo muchas ganas de empezar.

Empiezas explicándome cuatro posturas muy fáciles, según tu, las dos primeras me salen a la perfección, a la tercera tienes que venir a corregirme, me tocas la cintura y las piernas para corregirme. Me pongo rojo como un tomate de la vergüenza, estoy nervioso, por mi cabeza pasan mil cosas menos dicha postura. Me resbalo y te hago resbalar.

Estamos en el suelo, caes encima mío, me pongo aún más nervioso, pero por suerte rompes ese incomodo silencio con unas carcajadas. Nos reímos los dos, aún sigues encima mío, al cabo de unos minutos nos callamos y nos miramos fijamente a los ojos. Te dejas caer del todo, noto sus grandes senos contra mi fornido pecho, tu notas mi abrasador cipote contra tu vagina. Nos seguimos mirando. No sé qué hacer, estoy muy nervioso, notas mis nervios, así que decides coger la iniciativa y con cara de pillín me empiezas a mordisquear el cuello, lentamente, me excito más y más. Estoy fuera de mis casillas, no pienso, o simplemente no pienso con la cabeza, te cojo y te pongo en el suelo, ahora estoy yo encima, aún tienes esa cara que tanto me gusta. Te beso, noto el calor de tus labios carnosos contra los míos.

Al cabo de un rato empiezo a tocarte. Primero suavemente, luego con más energía. Notas la fuerza brusca de mis manos, pero en ningún momento te quejas de dolor. Te tomo la mano y acaricio tus dedos, uno a uno. Rozo mis piernas contra las tuyas. Con mi mano derecha toco tu bello rostro, recorro las curvas de tus orejas y seguidamente te pongo un dedo en tus labios, te debe gustar porque con tu lengua empiezas a lamerlo.

Mis manos bajan suavemente por tus pechos, acariciándolos lentamente. Los noto erectos, los voy acariciando en círculos, arqueas tu cuerpo, se que estas disfrutando, con mi otra mano bajo más y la pongo entre tus braguitas y tus pantalones, acariciando tu almeja, aunque por ahora no llego a tocarla del todo. Tu a la vez acaricias mi pelo con una mano y me palpas el culo con la otra, estoy muy excitado. Me encanta.

Te desabrocho uno a uno los tres botones del pantalón y de un solo tirón te desnudo completamente, a la vez tu metes la mano bajo mi pantalón, sientes mi piel caliente y bajas hasta tocar con los dedos mi alargado y caliente cipote. Lo coges con tu mano y lo liberas de su prisión, vas subiendo y bajando tu brazo con parsimonia para poder recorrer toda su longitud. Siento la calidez de tu vagina en mi mano, introduzco dos de mis dedos dentro de ella, mientras tú vas moviendo la cintura rítmicamente para poder disfrutar más del momento. Vamos jugando con nuestras lenguas entre jadeos cada vez más fuertes según se incrementa nuestra excitación.

Empiezas a lamerme mi falo entero, con suavidad, mientras que con tu mano izquierda vas palpando mis huevos. Des de mi posición parece que te estuvieras comiendo un calippo de carne. Eso me excita. Lo que antes eran simples lametazos ahora se ha convertido en una mamada, tengo mi polla entera dentro de tu boca, la noto húmeda. A la vez que vas moviendo tu cabeza para poder practicarme la felación vas jugando con la lengua. Eso me excita, demasiado, no puedo resistirme y empiezo a gritar de placer. Tu extrañada retiras tu boca de mi polla y mientras que con las dos manos me sujetas la cadera me corro en tu cara, no he podido aguantar más. Te acabo de llenar de semen la cara: te rezuma semen por los labios y las mejillas, hasta tienes un poco en tu pelirrojo cabello.

Pones una cara extraña, una mezcla de fascinación y sorpresa. Sacas la lengua y de un solo lametazo engulles toda la substancia blanca que tenias alrededor de tus labios. Empiezas a reírte a carcajada viva, te tumbas en el suelo y me dices -¿es tu primera vez?-

– Sí, lo siento mu-mu-cho- digo tartamudeando.

pero sin dejarme de acabar la frase y entre medio de tus carcajadas me dices -No pasa nada, me encanta que llenen la cara de esperma- Y con un gesto con la cabeza me invitas a acurrucarme junto a ti, sin decir nada obedezco.

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