Diario de un padre III (Andreinita)
A principios de Agosto, se planeó el viaje de despedida de año (más que de año, sería de vida porque todos sabemos lo difícil que es verse con los amigos después de salir del liceo) y viajarían a Barinas, a la hacienda del tío de uno de los alumnos, de esa manera nos ahorraríamos el hospedaje y la comida. Pero además de eso tenían que ir 4 representantes. Mi hija me ofreció al grupo de padres que viajaría y al estar la mayoría ocupados para esas fechas, fui elegido con facilidad.
Mi hija y yo no volvimos a hablar del tema, dos días después de dormir juntos, se fue con su madre unos días aprovechando que estaba en vacaciones pero nos seguíamos comunicando con normalidad. Nos volvimos a encontrar justo antes del viaje, ambos fingíamos haberlo olvidado todo.
Además de los 36 alumnos de los cuales 19 eran chicas. Viajaron 3 madres y yo era el único representante varón, lo cual trae muchas ventajas. Sin embargo, la sorpresa del viaje estuvo en que una de las madres, Graciela, llevo a su hija menor al viaje al no poder dejarla con su padre en casa.
Era una niña preciosa, tenía 12 años cumplidos. Su carita era angelical, todos sus talles finos, era delgada con su cuerpo delicado apenas mostrando rasgos de lo que sería de grande, su piel era blanca y su cabello absolutamente negro, con unos ojos grandototes marrón claro. Se veía muy tímida e introvertida. Su nombre era Andreina.
Volviendo al viaje, se tuvo que dividir en dos partes, una llevaría a los alumnos y a dos representantes y otra llevaría los equipajes, la comida y uno que otro alumno que se quisiera ir con nosotros, el segundo viaje. Está de más decir que me fui con el equipaje, no solo para dar espacio a mi hija sino que en el bus del equipaje iría Graciela y su tierna hijita. No acostumbro a dormir en los viajes, soy un poco paranoico con eso. Dejé en el fondo del bus un espacio con 2 asientos para estar cómodo y no escuchar en el frente chismes y chismes entre la Señora Graciela y el chofer. De Mérida a Barinas son unas 5 horas con buen tiempo, y viajamos de madrugada para llegar temprano a destino, a eso de las 2am ya estábamos saliendo y en la primera hora de viaje parecían todos dormidos, yo estuve delante ese tiempo para socializar y conversar un poco de a donde estudiarían los muchachos y eso pero al dormirse Graciela y un profesor que viajó con nosotros, le dije al chofer que estaría al fondo, donde tenía mi sitio guardado.
Jugaba con mi teléfono cuando sentí que algo se sentaba a mi lado. Era Andreina, y enseguida me pregunto a que jugaba.
-¿Me dejas ver? No tengo sueño y mi mami no tiene uno de esos �dijo mientras sus grandes ojos miraban la pantalla.
-¡Claro! Siéntate allí y cuidado con las maletas�respondí casi incrédulo.
Una sensación de morbo se apoderó de mí. Su carita se apoyaba sobre mi brazo y era escalofriante, movía mis manos hacia ella para que pudiera ver mejor y además para recostar mis dedos sobre sus tetitas discretamente. Y un bache en el camino me devolvió a la realidad: �¡Es una niña!� pensé.
Comenzó a hacer frío, pues el viaje consta de darle la vuelta a 2 montañas y debíamos estar en la cúspide pues había neblina y el aliento ya dejaba humitos. Pues bien, en mi realidad decidí levantarme y dejar mi teléfono a Andreina, mientras iba a buscar una cobija entre el montón de maletas. Me hidraté, respiré, traté de bajar el calentón y volvía hacia mi puesto cuando noté que Andreina se había corrido hacia el lado de la ventana, cosa que no me sorprendió mucho, pero cuando llegué a sentarme, ella nerviosa comenzó a tocar la pantalla del teléfono con tal consecuencia de dejarlo caer. Enseguida vi que había conseguido unos videos porno que allí tenía.
Andreina tenía su cara completamente ruborizada. Tartamudeaba tratando de darme explicaciones y yo solo me reí.
-Tranquila, esto es normal. ¿Quieres verlo completo? No le diremos a nadie �le susurré
-Me da pena �respondió con su cabeza agachada.
-No tienes de qué, ya yo estoy grande. Te puedo mostrar lo que quieras.
-Vale, pero no le cuentes a mamá.
Ella llevaba puesto un jean remangado hasta las rodillas, un sweater blanco y unas sandalitas. Yo una bermuda y camisa negra.
Yo tenía unos auriculares y nos pusimos uno y uno para escuchar, por lo que tuvimos que ponernos más juntitos aún. El video era de 9min y constaba de una chica que se masturbaba en casa y luego llegaba un muchacho y se la follaba (sí, así de simples son las porno).
Ella estaba concentrada en el video, y yo en ella. Notaba como frotaba sus piernas, como cambiaba de posición sin quitar sus ojos de la pantalla, tan concentrada estaba que no noto que mi mano había tomado su cintura. Ella apretaba los labios, respiraba fuerte y entrecortado, era una delicia mirarla. Al terminar el video su respiración no disminuyó, volteó a mirarme:
-¿No hay más?
-No. ¿Pero te gustó?
-Mmm� Sí �dijo con una pequeña sonrisita.
-¿Te gustaría ver uno de esos de verdad?
Me miró con sus ojos grandototes mientras ponía su dedito en su labio inferior y�
-Sí �Me respondió.
Sonrisa más grande fue la mía al escuchar su respuesta. Tomé su carita entre mis manos y mientras miraba alrededor le dije:
-Pero tienes que hacer algo por mí. Darme un beso y así se me pondrá dura como el vídeo. ¿Vale?
-Pero no sé besar�
-Solo intenta saborear mis labios y deja un poquito abierta tu boca. Así mi lengua entrará en ella. ¿Lista?
-Mmm� Sí.
Me encantaba cuando ponía su cara de pensadora. Despacio la besé, que boquita tan pequeña, pensaba. No podía evitar reírme un poco por lo que estaba haciendo. Metí mi lengua y ella la chupaba como si de un fideo se tratara. Mi verga ya estaba en su punto, bajé con cuidado la bragueta tratando de no hacer ruido y saqué mi verga, tomé su mano, y la puse sobre mi falo guiándola para que supiera cómo debía hacer. Ella rápidamente la tomo, como si fuera una banana y apresuró a mirarla. Yo solo me recosté hacia atrás, gozaba ver como ella miraba mi verga y pareciese que mirara a ET.
-¿Te gusta? �le pregunté para que espabilara.
-Sí� Está calientita �respondió sin apartar los ojos de ella y sin dejar de mover su manito.
-Es tuya por hoy, amorcito.
En ese momento me soltó y cruzo mis manitos mientras me miraba, entonces me apresuré a besarla mientras desabrochaba su jean. Su olor era delicioso, sentía que inhalaba toda su juventud. La senté sobre mis piernas, de ladito, para así poder bajar su jean rápidamente, sintiendo sus pequeños jadeos. Sus nalguitas ya estaban sobre mi verga, y la hacía restregarse tomándola de su cintura mientras la besaba la recostaba contra el asiento de adelante. Bajé también su braguita hasta sus rodillas y metí mi mano entre sus piernas sintiendo su conchita húmeda� ¡Mmm! Mi mano podía cubrir toda su vaginita y mis dedos llegaban hasta sus nalguitas y su culito, restregaba mi mano contra ella de adelante hacia atrás, en ese momento comenzó a mojarse más y a retorcerse sobre mi verga, sentí como acababa mojando mis dedos y la palma de mi mano con sus juguitos.
A esa edad, las chiquillas acaban muy fácil. Y las pequeñas que tal vez lean esto, estarán de acuerdo conmigo. O aquellos que hayan tenido la suerte de complacer a una jovencita, por no decir �niña�.
Bien, el deseo de meterle mi verga era insoportable. La alcé un poco para empezar a metérsela pero no entraba. Así que le metí un dedo y empecé a follar su vaginita con mi dedo medio, ella, como niña buena, me abrazó y ahogaba sus jadeos mientras yo le empujaba mi dedo cada vez más fuerte, quería abrirla para meterle mi verga. Cuanto sentí que se relajaba, metí otro dedo y comencé a empujárselo con fuerza, hasta el fondo, sus deditos rasgaban mi espalda y comenzaba a gemirme al oído, yo mientras tanto besaba sus hombros y con la otra mano sobaba sus recién formadas tetitas, cuando recobraba la noción de lo que estaba haciendo, cuando me veía a mí mismo cogiendo a la hija menor de Graciela, sentía que mis ojos brillaba y una gran excitación recorría mi cuerpo de arriba abajo; sumándole a eso que estábamos en un bus y que su madre estaba a unos 8 metros delante, dormida.
Cuando recordaba eso, las embestidas que le daba eran más fuertes y ella ponía su boca contra mi cuello para ahogar los gritos. Ya sentía que mi verga podía entrar. Así que de nuevo la besé, mientras sacaba mis dedos y volví a alzarla y a bajarla, pero aún era difícil. Sin embargo, yo quería follarla, y ella quería ser follada así que empecé a empujársela fuerte agarrándola por la cintura y empujando mi verga hacia arriba una y otra vez hasta que la cabecita entró y enseguida toda mi verga con ella. Ella soltó un largo gemido y yo también, sentía mi verga ser apretada por su estrecha conchita y eso era exageradamente delicioso.
-¡Aaaahj! Amor, estas apretadita �le dije susurrándole al oído.
-Hágamelo, señor. ¡Soy suya! �me respondió entre jadeos.
Me calentó de sobremanera esa petición. La agarré de nuevo por la cintura y empecé a subirla y bajarla con fuerza, cada vez mi verga estaba más mojada y cada vez encajaba más adentro.
Ella comenzó a gemir más fuerte por lo que me vi obligado a taparle la boca luego de ese susto., pues vi claramente como el chofer se giraba a ver pero no le dio mucha importancia. Mientras tanto, al fondo del bus, mi amante amateur y yo, estábamos follando casi que con frenesí.
En un momento no sabía si ella estaba cumpliendo una fantasía conmigo o si era todo lo contrario, pero ¡qué importaba! Le levante el sweater y mamaba sus tetitas con gusto. Solté su cinturita pero ella se seguía restregando y eso me fascinaba. Aproveché para quitarle su jean y su panty por completo, entonces la giré hacia mí y la senté con las piernitas abiertas otra vez sobre mi verga. Esta vez le entró más rápido y enseguida comenzó a moverse y yo a mamar sus tetitas y a apretarle sus nalgas, sentía como vibraba, como se corría una y otra vez. Cuando se quedaba quieta, yo volvía a empujarsela y ella se corría varias veces. Podía sentir el olor de sus juguitos y yo también estaba a punto de acabar, y para no dejar rastro, quería que Andreinita se tragara mi leche.
-Baja, amor. Tengo algo para ti y lo vas a tomar todo, ¿entendido? �le pregunte mientras la alzaba y la acostaba de lado con su cabeza en mis piernas.
-¡Ummmjummm! �Sólo alcanzó a decirme.
La hice abrir su boquita y meter mi verga en ella. Solo la cabecita y mientras que con una mano sostenía su cabeza, con la otra me pajeaba y ella se agarraba de mi camisa para no caerse. Sentía como le daba chupaditas a mi verga y los destellos de luz de los demás carros que pasaban me dejaban ver por unos segundos sus grandes ojitos mirarme fijamente, ¡era excitante! Por lo que decidí tomar su cabeza con mis dos manos y empezar a follarme su boquita rápidamente. Parecía que mi verga iba a estallar, que todo el placer y la lujuria de ese momento se concentraban en toda mi verga y que en ese momento estaba entrando y saliendo cada vez más mojada de su boca, entonces ese gran escalofrío que recorre desde tu pecho hasta la puntita del falo anunció la mejor acabada que podía tener. Sentí su lengua en la rajita de mi verga y como mi leche chocaba contra ella y se disparaba a todos lados de su boca, como cuando le cae agua a una cuchara, así.
Justo en ese momento comenzamos a entrar en un pequeño desvío, con luces, que llevaba a un restaurante: era la parada de descanso. El otro bus nos estaba adelantando justo en ese momento y las luces ellos, del bus de los alumnos, iluminaron la carita de Andreina con mi verga saliéndole lentamente y sus labios mojados, lechita escurriendo al extremo de su boca… Indescriptiblemente hermosa la pude ver en esos segundos de iluminación. Mientras la contemplaba, acariciaba su rostro y limpiaba su boquita, la peiné de nuevo y la ayudé a vestir. Tardó unos 10 min en volver a su sitio después de que acabáramos, 10 minutos besándonos y jurando no contarle esto a nadie, pero para suerte mía, le contó eso a alguien más�
Puntúa y comenta. Pronto, la 4ta parte.
3 respuestas
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me encanta este relato ya espero la otra parte
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