Mi madre ofreció mi virginidad a su amante para obligarme a ocultar su relación.

Tenía 17 años y un cuerpo muy hermoso para mi edad, lindo trasero, bellos y perfectos senos, ojos azules, cabello rubio, un rostro de portada. Mi madre comenzó a llevarme a un galpón escondida,donde se bañaban los peones de la hacienda haciendome ver sus bellos y fuertes cuerpos, y sus pollas. Me decía lo hermoso que eran los hombres negros y empecé a fantasear con ellos. Una tarde mi madre entró a mi cuarto cerrando la puerta y me habló de aquellos hombres y lo divino que era copular con ellos, y me enseño a masturbarme haciendome imaginar con ellos. Unos días después me preguntó si aún era virgen, y al responderle positivamente me dijo: Mi amor, te estás perdiendo lo mejor de la vida. Yo empecé a los 16 años y te tuve a los 20, eso tenemos que arreglarlo.

A media mañana del día siguiente me llamó a su cuarto y me ordenó desnudarme y me dijo: Mónica voy a vendarte, y por nada del mundo vas a quitar tu venda, no importa lo que sientas, solo disfrútalo. Estaba excitada y asustada, sentí que alguien me tocaba con sutileza primero y con lujuria después. Sus manos eran grandes, asperas, y fuertes. Me excité mucho. Aquellas manos me tocaban morbosamente, pellizcaron sutilmente mis pezones y gemí, agarraron mis nalgas, Aquel hombre me abrazó y beso con pasión agarrando mi trasero con deseo, gemí de nuevo, sentía su pene erecto en mi vientre y me parecía enorme. Oí que abrían y cerraban la puerta, comprendí que mamá me dejaba sola con él. El hombre me acostó en la cama, abrió mis piernas y comenzó a besar mis labios vaginales, pasando su lengua por mi clítorix. Estaba a punto de acabar y gemía quedamente, el se detuvo y besó mi vientre y muslos, luego volvió a mi vagina y al ponerme a punto de orgasmo, volvió a detenerse. Esto lo hizo varias veces, y perdí la cabeza, y le rogué que terminara, entonces se montó sobre mi, colocó su glande en mi entrada y empujó su sexo en mi vagina de un golpe. Sentí un dolor agudo e intenso y él empezó a moverse con lujuria, en unos instantes tuve un orgasmo fantástico que no pude reprimir. Grité, jadeé, gemi, y chillé como una loca, mientras aquel desconocido me cogía. Eyaculó rapidamente y me apretó contra el, hundiendo todo su sexo en mi cuerpo. Creí que me rasgaría en dos. Estaba temblando de placer, mareada. El empezo a moverse con delicadeza dentro de mi, besando mi boca con ternura, y pronto yo gemía lujuriosamente de nuevo. Al acabar se quedó sobre mi largo tiempo besandome y acariciandome, luego me llevó a la ducha donde me enseño a satisfacerlo oralmente. Creí que había terminado, pero volvimos a la cama, donde dilató mi ano sin premura y me cogió por detrás, dandome tres orgasmos con su mano mientras me cogía así. Nos besamos largamente y luego de bañarnos de nuevo, me hizo suya dos veces más.

Me dejó así en la cama, ordenandome que no me moviera. Entonces entró mi madre me quitó la vnda y me beso en los labios tiernamente diciendome: Ahora eres una mujer.

Dos días después me desnudó completamente y me hizo entrar a la ducha mientras 5 peones se bañaban. Aquellos hombres rústicos me abordaron y empezaron a manosearme y besarme. No me opuse y copulé con cada uno de ellos no menos de 4 veces.

Aquello me volvió loca de deseo y empecé a ir sola a la ducha a copular con aquellos peones. Mi madre me dió anticonceptivos para que tirara libremente. En poco tiempo fuí disfrutada por los más de 40 peones de la hacienda, quienes me cogían en cualquier lugar y a cualquier hora, hasta que conocí a un pescador negro en la playa, del que me enamoré perdidamente. Ahora vivo con él en la costa, pero de vez en cuando voy entre semana a la hacienda y tengo sexo con todos los peones que pueda. Mi madre me ofreció a su amante y ellos a los peones para que no dijera nada a mi padre.