Mi madre despertó en mi el deseo de tener sexo con un hombre de color, y yo induje a mi hermana a probarlo, por lo que las tres nos gozábamos a un peón negro cada una, haciendolos felices y complaciendo todos sus deseos.

Mi amiga Lena era un poco racista, así que la invité un fin de semana a la Hacienda, donde la hice ver a mi mamá tirando con su amante en una quebrada solitaria, luego le enseñe a mi hermanita, mientras satisfacía oralmente al suyo en un taller, y finalmente le pedí a Lena que me fotografiara con mi amante. Ella estaba muy caliente y después de bañarnos un rato en la piscina, fuimos a caminar. Lena estaba muy interesada en el tema y comprendí que lo deseaba probar. Había hablado con mi amante, y el con un amigo nos esperaban en el aras. Al entrar tapé los ojos de Lena y el amigo de mi amante subió su falda y bajó sus pantaletas. Lena protestó, pero mi amante ya la sostenía por detrás y el otro negro empezó a lamer su cuquita. Lena se resistió unos instantes, pero luego dejo de oponerse. Esto permitió desnudarla totalmente. El hombre introdujo su enorme sexo en mi amiga y ella se corrió. Gimió ruidosamente de placer mientras él la poseía. Mi amante la soltó y muy pronto los cuatro gemíamos libremente de placer mientras tirábamos.

Lena estaba fuera de si y copuló con lujuria teniendo varios orgasmos.

Al separarnos le pregunté si deseaba dormir con un macho y me dijo que si.

Esa noche llevé a Lena al dormitorio de los peones y allí la desnudé. Al amanecer había recibido mucho semen en cada uno de sus agujeros.

Después de esto mi amiga se mudó a un pueblo de pescadores y quedó preñada de un negro enorme, con quien ahora vive.

Nunca imaginé que mi racista amiga terminaría dandole hijos a un hombre negro