Caminaba por la hacienda y entré a un galpón, era sábado en la tarde y no había nadie por allí. Oí unos gemidos y me acerqué siguilosa, descubriendo a mi hermano cabalgando lujuriosamente sobre un peón negro muy alto y fuerte.

Al oir sus gemidos y ver como gemía mi hermano de placer, supé que estaba disfrutando el pene de aquel hombre. Al acabar lo atrajo hacia si y se besaron larga y lujuriosamente. Al salir de su cuerpo vi que aquel hombre tenía un pene enorme. Retosando fueron hacia una ducha, y al volver observé como mi hermano satisfacía a aquel hombre con la boca. Estaba en schock y muy excitada y volví a casa. En el camino otro peón que venía en una camioneta se detuvo y me miró diciendo. Muñeca, eres una tentación viviente, si no supiera quien eres te haría una propuesta muy subida de tono. Lo miré y ví que era un hombrazo fuerte, alto, negro, y no muy atractivo, pero si muy viril. Sonreí y le dije: Si me hicieras una propuesta tal vez tu sueño se haría realidad. Subí y aquel hombre tomó un camino solitario y colocó su mano derecha en mi muslo. Abrí mis piernas y guié sus dedos hacia mi vagina que estaba empapada. Nos detuvimos y el me beso con deseo y yo respondí a sus caricias. Me desnudó totalmente tocandome a placer y acostó los asientos. Allí, en medio de un camino solitario me entregué a aquel hombre, abandonandome totalmente a sus deseos. Al ver que acabaría me preguntó si quería que eyaculara fuera, a lo que respondí que lo mataría si hacía eso. Nunca había sentido un sexo tan grande en mi vagina, y nunca había sido cogida por detrás, pero aquel negro acabó completamente con mi virginidad a los 18 años. Comprendí el placer de mi hermano.

Ese desconocido me montó 7 veces esa tarde sin ninguna protección. Por fortuna no me embaracé. Hoy 6 años después estoy casada, pero de cuando en cuando me busco un amante negro porque me fascinan. Mi hermano lleva la hacienda, allí sigue con su amante aunque nadie lo sabe.