Nos reunimos dos parejas cuarentonas hace unos años y en aquella casa rural se respiraba un ambiente festivo.

Tras la cena y el alcohol llegaron los chistes y las bromas.

Mi mujer que es muy lanzada empezó a hablar de sexo y que a ella le encanta hacerlo.

Que además siempre le estoy animando a tener una aventura y que mucho hablar y después nada.

Hablamos de parejas , de intercambios y llegó un momento que mi amiga con mi mujer se habían encelado y se estaban sobando.

Aquello iba a más y no paraban.

Los contemplábamos y admirados nos guiñamos los ojos mientras la parejita se masajeaba bien y habían entrado en una fase sin retorno.

Nos apresuramos no sólo a observar sino a practicar también.

Mi amiga era objeto de mis mejores fantasías además de la que contemplaba ahora con mi mujer.

Los besos se transformaron en gemidos y tuvimos una orgía hasta las cinco de la mañana.

Exhaustos fuimos a la cama.

Cada oveja con su pareja.

Caímos rendidos pero el morbo nos podía con lo acaecido y no dejé de comerle el chocho.

Me pidió repetir la siguiente noche con la experiencia y estuvimos las dos noches del fin de semana en pelotas y chingando.

Hoy es el día que repetimos y la experiencia de contemplar follando a la tuya con otro y tú con otra es algo indescriptible.

Continuamos al menos tres años más y ocurrió que ella se enganchó con el otro y yo me quedé sólo.

Le propuse a la otra seguir al menos nuestra relación y no quiso.

Hoy les veo pasear a los tortolitos y yo me consuelo como puedo.