Cuando tenía 18 años era novia de un chico muy lindo y bueno, Alfonso. Era guapo pero chaparro, y aunque parecía chico rudo, en realidad era muy tierno, me encantaban unas pecas que tenía en sus rodillas y él decía que le gustaban las de mi espalda. Alfonso y yo estuvimos juntos por un año y yo salimos por un año, y nos separamos porque el se metió mucho en sus estudios y no me ponía atención. En ese entonces yo tomaba clases de tenis con un entrenador que tenía 37 años y a mí me parecía muy atractivo, era pelón así que realmente el atractivo era por ser mayor y una actitud dominante y segura que me encantaba, así que empecé a ser muy coqueta sin importarme mi novio.

Un día finalmente se me hizo, nos encontramos Joan (mi instructor) y yo en una bodega donde guardaba pelotas y raquetas y yo tuve que aprovechar el momento. Me agaché para recoger algo y al levantar roce con mis nalgas su paquete, y como sentí que no se quitó ni se molestó al levantarme me puse un poquito roja y le pedí perdón acercándome a su boca y nos besamos. Ahí empezó un romance mientras fingía inocencia con Alfonso.

No tardamos en acabar cogiendo en su departamento, yo iba con el pretexto de tomar clases extra y Alfonso no sospechaba nada. Joan siempre me preguntaba si me venía así de rico con Alfonso, sabía que no era así y le encantaba que le dijera que me venía más rico con él. Yo le decía que mejor cortaba a Alfonso, pero Joan me pedía que siguiera con el para que nadie sospechara de nosotros.

Alfonso era un niño muy lindo, el era virgen cuando nos conocimos y yo se la quite. Al poco tiempo yo le estaba enseñando sobre el sexo, aunque yo era mas chica que el yo le enseñaba donde estaba mi punto g y mi clítoris, le enseñaba todo lo que Joan me enseñaba a mi. Trate de ayudarlo a ser el amante perfecto. Pero el no era tan sexual como yo, el prefería tocar su guitarra eléctrica o estudiar. Así que yo saciaba mi sed sexual con Joan, quien me usaba a su placer.

Poco tiempo después termine con Alfonso, mi sed sexual me tenía cegada del mal que le hacía yo al pobre. Decidí que no quería romperle el corazón, así que le eché la culpa a que no quería quitarle tiempo a sus estudios. El había decidido estudiar leyes pues su papá lo presionaba para ser médico como el, y el por su rebeldía había decidido escoger la segunda carrera más difícil según el, ya que la primera era medicina. Sabía que le iba a romper el corazón, pero al menos sería menos doloroso para el.

Aparentemente esa sería la historia que lo condenaría con mala suerte en el amor. Ya que tiempo después saldría con una chica que lo termino porque se dió cuenta que realmente es lesbiana, ella ahora está casada con otra mujer y viven felices. Y el toque de ironía a la historia del pobre Alfonso fue cuando un amigo que tenemos en común conoció a mi novia, pues soy bisexual, y le comento a Alfonso que yo estaba de novia con otra mujer, y le dijo que él era como el rey Midas, pero diferente porque todo lo que tocaba se convierte en lesbiana.