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MIEDO A LA INFIDELIDAD Autor MAPMAKER
MIEDO A LA INFIDELIDAD Autor MAPMAKER
Ya no podía echarse atrás, estaba en el umbral del cuarto del motel; sintió arrepentimiento y temor por lo que iba a hacer pero la vorágine de sentimientos la confundió aún más; él la atrajo hacia su cuerpo buscando sus boca con avidez.
Una lengua poderosa llenó su cavidad bucal hurgando lascivamente su garganta; un ramalazo inesperado sacudió su cuerpo haciendo que su mente se desposeyera de todo rastro de pudor; acepto ávidamente aquel apéndice carnoso chupándolo con deleite.
Se olvidó de toda su ecuanimidad, de su fidelidad; el deseo de apagar el fuego que invadía su cuerpo la dominó por completo; cayó sobre el lecho luchando desesperadamente por quitarse la ropa que le estorbaba.
Los broches del sostén saltaron al ser arrancados dejando sus senos al aire; la ávida boca bajó apresando los erguidos pezones sacándole gemidos de placer; la lengua reptó por su vientrerumbo a su pubis incrementando la magnitud de los gemidos.
Sintió un fuerte tirón en sus bragas y el ruido que hicieron estas al rasgarse para dejar su cuerpo completamente desnudo.
El grueso tentáculo continuo bajando hasta encontrar el capullo al inicio de la vulva que empezó a exudar baba lubricante; el contacto hizo que su cuerpo se estremeciera incontrolable ante el goce que le produjo el roce de la áspera lengua.
La gruesa lengua fue apartando los pliegues de la vagina deslizándose en su interior explorando las empapadas paredes causando contracciones a su paso; jamás había experimentado tal sensación; las oleadas de placer llegaban a las márgenes de su sexo incrementándose hasta adquirir proporciones torturantes.
Los músculos de su vientre se contraían espasmódicamente a medida que el placer adquiría niveles agónicos que se extendían a sus extremidades causando que estas se movieran como si sufrieran una reacción epiléptica; era el resultado de un orgasmo fantástico.
Por primera vez en su vida experimento algo increíble; su uretra se contrajo expulsando chorros incontrolables de orina que se generaban con cada contracción orgásmica; ella mordía el cobertor del lecho para acallar los aullidos que salían de su garganta.
Quedó extenuada, desfallecida tratando que su respiración se normalizara; sentía el cuerpo a su lado; se abrazó a él agradecida mientras su mano acariciaba su pecho dirigiéndose hacia su pubis para devolverle las caricias.
Se sobresaltó al encontrar el miembro de su acompañante; quedo asombrada de lo que palpaba; se elevó sobre un brazo para descubrir asombrada la clase de verga que se iba a tirar. Tragó en seco pero pudo más el deseo que el temor que sintió.
Decidió tomar la iniciativa que antes de ser penetrada forzadamente, introducírselo hasta donde lo aguantara; empezó magrearlo con ambas manos a la vez que le chupaba el glande; lo sintió crecer y endurecerse aún más.
Una secreción espesa y copiosa empezó a manar del glande; se armó de valor y se montó a horcajadas sobre él; sintió el grueso miembro resbaloso aprisionado entre sus muslos; palpó tras sus nalgas notando como sobresalía un trozo de miembro tras ellas.
Inició un movimiento elevando sus glúteos acanalando el falo a lo largo de su anegada abertura; cada vez se elevaba más buscando que la punta del falo se ubicase en la empapada entrada de su sexo; sentía su palpitar al rozarla contra el abultado glande.
Sus deseos desenfrenados y la intensa lubricación facilitaron la inserción; centímetro a centímetro la verga fue acomodándose dentro del palpitante túnel, pero aquellas palpitaciones se convirtieron en contracciones causadas por el orgasmo que le causó solamente la inserción del miembro.
Su cuerpo comenzó a temblar hasta desmadejarse por completo a consecuencia de la corrida que le había sobrevenido; temblorosamente intento cimbrearse para gozar cabalgando pero a la tercera embutida, nuevamente se derramó.
Unas fuertes manos aprisionaron su cintura mientras el cuerpo bajo ella se impulsaba a su encuentro; uno, dos, tres embates y ocurrió la inevitable corrida quedando desmadejada y temblorosa.
En uno de esos momentos de lucidez en que luchaba por no correrse, se quedó observando la imagen que proyectaban los espejos de las paredes y pudo verse sudorosa, empalada en la tremenda verga con el orificio del ano entreabierto por las manos del hombre que se aferraban a sus glúteos.
Este se cansó pues quería satisfacer sus deseos; la volteó quedando sobre ella inmovilizando su cuerpo con sus brazos; dejándola como un pollo para rostizar le introdujo la verga hasta los huevos y empezó a culearla como un poseso.
La enorme verga entraba y salía como un pistón produciendo una espuma lechosa entre los sexos; los huevos se impregnaron de estos jugos que escurrían entre el canal de los glúteos inundando el entreabierto ano para luego caer sobre las sábanas; oleadas de orgasmos le sobrevenían mientras ella se aferraba a las sábanas; gemidos estertóreos brotaban de su pecho sin poder convertirse en gritos pues su boca estaba rellena con la carnosa lengua.
Su cuerpo se desmadejo por completo lo que aprovecho él para enfundárselo en el culo; cuando volvió en sí, le había metido más de la mitad de la verga y se impulsaba para meterle el resto; miró la imagen que devolvía los espejos; y se vio empalada por el ano; los grandes glúteos impregnados de jugos; los enormes huevos golpeando su trasero; solo le quedó entornar los ojos y correrse nuevamente.
De pronto sintió la inundación de semen en sus entrañas proporcionándole un alivio pues la lubricación aumentó disminuyéndole el escozor que le causó la penetración anal; se lo extrajo y se tendió a su lado; observó la tremenda verga que se había tirado; de su culo aun manaba esperma.
Al llegar a su casa, ya su pareja estaba allí; la recibió con beso en la mejilla susurrándole al oído que quería tener una buena sesión de sexo; bueno si eso quería, eso le daría.
2 respuestas
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