Por
Anónimo
Mi amigo senegalés.
Soy Lidya, 52 años, casada, ojos claros, buen físico. Buscando un cargador para mi celular ingresé en un céntrico negocio del ramo. Me atendió un joven moreno, que se presentó como Wady. Atlético, de unos 28/30 años, bien parecido. Mi morbo me llevo a mirar su entrepierna y pude imaginarme un atributo interesante, seguramente superior a los 15 cm. Adquirí un cargador universal, como estaba solo seguimos charlando, los dos nos sentimos atraídos, el miraba mis pechos y mi entrepierna, sugerente mis labios vaginales por mi calza. Intercambiamos teléfono y al despedirnos, los que presumi un beso en la mejilla, corrió sus labios, besó suavemente los míos, me hizo estremecer y salí rápidamente. Mi vagina totalmente húmeda. En el roce de la despedida, pude sentir el roce de su pene, duro, erecto, bajo su buzo, muy grande, muy…Con ese pensamiento en mi mente volví a casa, y con mis dedos atenúe mi calentura. Solo pensarlo, me llevó a orgasmos inesperados. A la noche hicimos el amor con mi esposo, pero mi cabeza estaba con el pene de mi amigo el morocho senegalés. Mi esposo tiene un pene de 13/14 cm erecto, el morocho imaginaba que lo superaba en lo grueso y no menos de 18 cm de largo. Me excitaba y me daba temor, nunca me entregué a un hombre tan dotado, y con el agravante que era jovencito. Días enteros -el horario de trabajo de mi esposo – chateando y haciendo videollamadas con Wady. Mi esposo trabaja en otra ciudad, a 40 km. Se va a las 07.00 y regresa 18.00 hs. Tenía mucho tiempo para Wady. Las primeras videollamadas, los dos vestidos, luego fueron subiendo de tono. Descubrimos nuestros torsos, le mostré mis tetas. El quería verme desnuda, excitada accedí, teléfono por medio los dos volvamos, me mostró la cabeza de su pene eyaculando, muy grueso, negro, apenas le cabía en la mano. Su leche muy blanca volaba a chorros. Abrí mi vagina, se la mostré…la lluvia de su esperma continuaba. No quiso mostrarme su pene completo, me dijo, veni, quiero que lo sientas. No nos vamos a contactar mas, hasta que vengas…y lo cumplió, pasó una semana y no pude más, me puse un top deportivo sin corpiño, una pollera fina, larga, sin nada abajo. Calculé pasar frente a su negocio cerca de las 13.00 y cuando el salía para irse, apareci. Ingresamos al local, puso el cartel «Cerrado», me comió la boca de un beso, sus manos bajo mi top jugaban con mis tetas, me llevo hacia el fondo del local, dónde había una mesada, cocina y un sillón. Seguía besándome, yo temblaba, sacó mi top, beso, chupo mis tetas, mordía mes pezones muy suave, bajo mi pollera, sus dedos, jugaban en mi vagina, sacó su buzo y boxer, tomó mi mano, la depósito sobre su verga, muy caliente, dura, gruesa, la recorrí con mi mano, era inmensamente larga, mi primer orgasmo corrió por sus dedos, me tenía, completamente desnuda, me sento sobre la mesada, abrio mis piernas y sentí que algo muy grueso se abría paso en mi vagina. Estaba muy lubricada, dilatada, pero el dolor era intenso, el me besaba, me chupaba las tetas y el vaiven de su verga buscando abrirse paso era intenso, gemía, lloraba, el placer y el dolor mezclados, temblaba como una hoja, mis orgasmos se sucedían infinitamente y el aprovechaba para penetrarme más y más. Era muy joven, un semental, ya no me podía arrepentir, pero me estaba penetrando la verga más grande que había podido imaginar, mi morbo de entregarme a un negro me había puesto en esta situación, dolorosa y a la vez hermosa. No me entraba toda su pija, algo más de la mitad, el me decía que me la iba meter toda, yo volaba, le decía que si. De pronto Wady empezó a gemir, sentía que su pene se hinchaba, se ponía más duro, acompañado de sus jadeos sentí chorros de leche calentita en mi vagina, mucha, mucha leche. Me dijo, la próxima acabada va a ser bien adentro, se sentó en el sillón, me hizo arrodillar y comencé a besar y chupar su verga, en descanso, inmensa. No podía creer lo que había estado dentro mío, y lo que faltó entrar…calentura, sobreexcitación, miedo, más miedo cuando comenzó a ponerse erecta, dura, más gruesa. Wady se tiró de espaldas en el sillón y me hizo montarlo, fregó la cabeza y el monstruo fue buscando dentro mío, el muy cuidadoso, se movía con empujones suaves, hasta que me dolió e hizo tope. Toque con mis manos y tres o cuatro dedos, varios centímetros estaban aún afuera, el me tomó de las nalgas e inicio un vaivén de penetraciones suaves, hasta que llegue al orgasmo, gemía, temblaba…el estaba esperando ese momento, en ese subir y bajar endemoniado, abrió mis piernas, empujó muy fuerte y los 20 cm llegaron al fondo, un grito se me escapó, senti mi vagina desgarrada. Y el todo dentro mío. Me dió vueltas, sin sacarla, patita al hombro me hizo suya y su segunda acabada, las sentí MUY adentro. Cuanto la saco, mi vagina hizo como vacío… cataratas de leche y sangre, fue el precio de entregarme a un negro.
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Una respuesta
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