
Por
Anónimo
INVITANDO A SALIR A MÓNICA
Mónica es una chica de apenas 26 años, es delgada pues hace mucho ejercicio, mide aproximadamente 1:65; su cabello es castaño oscuro y le llega a media espalda, sus piernas son bonitas y torneadas; algo muy bonito de ella son sus nalgas pues las conserva paraditas y muy duras a la vista. A pesar que sus senos no son muy grandes, suele hacerlos atractivos a la vista con el uso de ropa entallada a su cuerpo.
Mónica por ser joven aún, le gusta vestir muy coquetamente para tratar de llamar la atención de los chicos de su edad, por lo regular le gusta usar faldas a la rodilla y blusas de tirantes con generosos escotes; su ropa interior suele ser chiquita y muy sugerente, pues casi siempre usa diminutas tangas y brasieres de media copa con encaje muy fino. En lo que respecta a calzado, siempre le gusta usar tacotes altos para hacer ver su figura más alta y sexy.
Aquel día como cualquier otro que nos veíamos, estaba yo en mi automóvil esperándola a tres cuadras de su casa, frente a un pequeño centro comercial. Habíamos quedado de encontrarnos un sábado a las 9:30 para ir a algún discreto lugar para «platicar».
El día anterior había ella ido a verme a la escuela donde le doy clase para recoger un trabajo que tenía pendiente de entregarme.
Desde el primer día que la vi en el salón de clases, me fascinó: una piel apiñonada encantadora, una carita súper agradable, un cuerpo delgado con un culito respingón y unas tetas que sin ser muy grandes las tiene preciosas, tal vez sus tetas fue lo que más me llamó la atención desde el principio junto con el color de su piel, pero la verdad es que el conjunto en su totalidad es lo que me gusta; hay algunas chicas muy guapas pero con feo cuerpo, otras están buenísimas, pero feas; es difícil encontrar una mujer que resulte atractiva por cualquier lado que se le vea.
Siempre aprovechaba cualquier excusa para coquetear con ella en forma discreta y ella a su vez me correspondía con coqueteos y sonrisas, pero nunca pasaba de ahí.
Toda la clase me había entregado un informe que posteriormente entregué a cada uno de ellos ya corregido excepto un trabajo, el de ella. Como desde el principio noté que también yo le atraía, le pedí que fuera a recoger su trabajo a la hora del receso, que lo había olvidado en la sala de maestros, sin mucha idea de que aceptara, pero me sentí como flotar en nubes cuando me dijo que sí que con todo gusto pasaría a verme.
Ese mismo día le entregué su trabajo y le dije que me gustaría invitarla a salir al día siguiente, al principio no aceptó puesto que dijo que no era correcto ya que yo era casado y mi esposa también le daba clases. Le dije que solamente platicaríamos y que pasaríamos un momento inolvidable, por lo que Mónica terminó aceptando.
Y ahí estaba yo en el auto, esperando, como un colegial nervioso, la verdad es que yo sabía hasta donde podía llegar con ella, puesto que ya habíamos estado juntos antes. Mónica me había dado a entender que quería todo conmigo pero yo no estaba seguro, la ocasiones anteriores que habíamos estado juntos solamente eran besos y caricias, igual y a la hora de la hora me dejaba con un palmo de narices y la verga dura. Tardó 10 minutos más de lo previsto pero valió la pena, llegó con su tradicional pantalón, de mezclilla en esta ocasión, y una blusa de tirantes negra, con un escote que me permitía ver medias tetas con cualquier movimiento; nos dimos un beso en la boca como amigos, y partimos; yo ya sabía dónde íbamos, pero ella no.
Al llegar al Motel como en otras ocasiones renté una preciosa habitación, pidiendo una limonada y una naranjada; para este momento yo ya estaba seguro de que me esperaba una de las sesiones de sexo más anheladas por mí.
Al entrar al cuarto estuvimos platicando algunos minutos de trivialidades y tomando nuestras bebidas, entonces me acerqué a ella y la bese en la boca, sentí como su lengua inundó mi boca y como recorría y succionaba mi lengua y toda mi cavidad bucal, fue algo sensacional, el despertar, o mejor dicho la liberación de la pasión tanto tiempo reprimida, sentados en un sillón ella se montó sobre mí, todavía con ropa y seguimos besándonos yo diría comiéndonos en forma cada vez más caliente, mi pene estaba que reventaba, y ella se frotaba con ansias sobre él, mientras yo fui quitándole la blusa y al fin pude nuevamente besar y morder sus pechos, aquellos pechos que me habían quitado el sueño más de una vez, quité con habilidad también su sostén con broche al frente, y las tuve en todo su esplendor, con pezones rosas y bien paraditos, estuvimos muchos minutos besándonos y yo disfrutando aquel pecho de placer; ella me pidió que fuéramos a la cama y así lo hicimos, al llegar yo a la cama ella ya había quitado su pantalón y sólo estaba en una diminuta tanga, me quite yo la ropa y me abalance sobre ella, la bese toda, bajé poco a poco, por sus tetas disfrutándolas cada vez más, lamí apasionadamente su abdomen, su ombligo, sus piernas y haciendo a un lado la tanga me posesioné de aquel tesoro, una vagina húmeda y sabrosa y un clítoris duro y caliente, subí nuevamente a besar sus labios y después fue ella la que bajo lentamente hasta llegar a mi pene y me ha dado la mejor mamada de mi vida, pasaba su lengua en toda mi extensión y la metía toda en su boca sin dejar nada fuera, succionaba con pasión y rozaba su lengua en mi verga mientras la tenía toda dentro hasta la garganta, es una de las mejores mamadas que he recibido.
Luego la acomodé de lado sobre la cama y levantando un poco su pierna derecha, le introduje mi verga, lentamente, sintiendo como sus líquidos mojaban mi miembro y resbalaba dentro de su coño con una fascinación indescriptible, ella me pide montarse y yo encantado, me acosté sobre la cama y ella se subió arrastrándose sobre la cama como un felino al acecho de su presa, brincó sobre mí y con su mano guió mi verga para dejar caer su vagina chorreando líquido sobre ella, dejo caer todo su hermoso cuerpo sobre mí y mi barra caliente se hundió en su rajita como cuchillo ardiendo sobre mantequilla, me cabalgó de una forma exquisita, no desesperadamente, más bien en una forma lenta y tranquila moviendo su cuerpo adelante y atrás y hacia arriba y abajo, giraba mi pene dentro de su vagina y era una compenetración total.
Estábamos en éxtasis, ella me cabalgaba, ella tenía el dominio, y así suavemente, con pasión pero con una gran ternura ella tuvo un orgasmo, ahora seguí yo moviéndome penetrándola, sintiendo su cuerpo, su vagina y me corrí con una exquisitez deliciosa y haciendo que ella tuviera otro ligero orgasmo, se quedó sobre mí unos minutos, estuve acariciándola y besándola, luego rodó a un lado y estuve acariciando y besando su espalda. Nos vestimos y nos fuimos.
Yo tenía que llegar a casa, no sabía cómo justificar mi tardanza con mi esposa Yolanda. Ese ciclo escolar estuvimos manteniendo relaciones al menos una vez por semana, cuando terminó el ciclo escolar desapareció y no supe nada de ella, ocasionalmente nos vemos por la calle, pero solamente me regala una sonrisa por ir con su novio, nunca más volvimos a estar juntos salvo la cena de graduación.
2 respuestas
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