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Anónimo

septiembre 10, 2018

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Gesa Pt. IV - El Reporte

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Poco tiempo después de esa gloriosa mamada, Gesa y yo no habíamos tenido más intimidad por un par de semanas, claro que nuestras charlas demostraban nuestro interés por tener nuevamente un encuentro con el otro, sin embargo, nos tratábamos con normalidad, aunque en mi mente siempre pasaba la idea de entrar a besarla o jugar con sus pechos, darle una palmada en su nalgas cuando caminaba, o arrimarle mi paquete a su culo, pero preferí dolorosamente llevar las cosas con calma, no descontrolarme y buscar buenas oportunidades que nos brindaran el tiempo suficiente para satisfacer nuestros deseos. Estaba claro que, no podía gritar mi nombre fingiendo enfado más de una vez.

Sin quererlo ni buscarlo, al tercer viernes desde la última mamada, Gesa se encontraba haciendo su reporte de fin de mes, estaba algo apurada pues tenía un evento al que quería asistir,  y como si algo puede salir mal en el peor momento, saldrá mal, la página del seguro tenía varios problemas para funcionar, de manera que lo que hubiera sido una consulta de 5 minutos se convertía en una espera de 15, y no conforme con eso, Antonio, mi compañero del escritorio adjunto aún no había terminado su parte para ese día, cosa que la atrasó más. Gesa estaba bastante seria ese día, y mi compañero no se fue sin su pertinente llamada de atención “pinche tetona, algún día te voy a coger, vas a ver “. Susurró el muy sinvergüenza, apenas salió Gesa de la habitación, susurro que fue muy claro para mí.

Para las 4 de la tarde Gesa comenzaba a estresarse, tecleando lo más rápido que podía y golpeando el lápiz contra el escritorio cuando se trataba de esperar a que el servidor mostrará la información que necesitaba. A pesar de ser su ayudante, aún había un par de actividades que ella realizaba que apenas y tenía una idea básica, pero tratándose de un reporte creía que podía manejarlo. Así que como buen caballero y ciertamente, esperando que me lo pagara de alguna manera en el futuro, me adentre en su oficina, y le sugerí que me dejara a cargo del reporte, seguramente me llevaría mi tiempo, pero no me molestaba hacer parte del trabajo de Gesa, además de que eventualmente terminaría haciéndolo. Al principio se negó, diciendo que su formato era un completo desastre, algo que solo ella entendía, y que era su obligación, no era responsable de que la página del seguro fallará y que en principio la entrega de la información en su tiempo también fue su culpa. Eventualmente y después de insistir un poco ella cedió.

–       Ay, Gracias, muchas gracias, te lo pagaré – Me dijo, y se dispuso a mostrar a grandes rasgos cómo funcionaba su reporte sentándome en su escritorio.

Cuando dieron las cuatro y media de la tarde, su marido pasó por ella en su camioneta una F-150 Ford color blanco, se despidió de mí, nuevamente agradeciendo el favor. Por un momento me quedé pensando que fui un tonto, puesto que pude omitir la parte de hacer todo el reporte y ayudarla, de manera que tal vez hubiéramos salido tarde los dos, aprovechando para darnos amor el uno al otro, pero ¡oh tonto de mí!

Las horas pasaban y comenzaba a tomar el hilo de cómo funcionaba aquel documento, pero la página seguía tardando bastante en cargarse, por lo que a ratos me encontraba jugando con un lápiz o revisando Facebook, pues no podía hacer nada por esa parte. Dieron las cinco de la tarde, y todos comenzaban a retirarse, al principio fue algo normal, pero conforme pasaban los minutos y con el poco avance que llevaba comenzaba a desmoralizarme, dieron las siete, y finalmente ocho cuando empezaba a arrepentirme, para mi suerte el servidor comenzaba ser más veloz, de manera que resignado seguí con lo mío. De pronto el ruido de la puerta siendo golpeada me asustó, estaba tan concentrado en lo que hacía que el susto sin ser estruendoso me había sacado de mí, me levanté de la silla y caminé hacia la puerta, saque mi celular, el reloj marcaba las 8:43 de la noche, era tardísimo. Nuevamente tocaron la puerta.

–       ¿Quién es? – Pregunté sin abrir

–       Soy yo, Gesa – Dijo

¿Gesa? ¿Había regresado? Abrí de inmediato la puerta, la vi a ella con el conjunto con el que se había marchado, un pantalón de talle alto blanco con cuadros negros, una blusa de tirantes con un escote en “u” color negro y una chaqueta color blanco.  En la acera, la camioneta de su esposo esperaba con las luces encendidas ¿Había olvidado algo aquí?

–       Supuse que seguías aquí, aunque hubiera preferido que no ¿Como vas? – Preguntó entrado en el edificio.

–       Pues la página del seguro ya es más ágil, creo que estoy a punto de terminarlo – Le respondí casi suspirando.

Entró una su oficina y comenzó a revisar lo que llevaba realizado.

–       Pues sí, te falta poco, lo hubieras dejado así y ya mañana yo lo terminaba temprano –

–       No te preocupes, ya lo termino hoy, que tal si la página sigue teniendo problemas mañana y no lo terminas, no quiero que te llamen la atención –

–       No como crees, ya es mucho, si quieres vamos te llevo a tu casa – Me sugirió, pero pensado que seguramente su marido iba a manejar, me dio un poco de nervios.

–       Ah, no lo creo, lo terminó de verdad, total ya es tarde – Respondí – Pero si te hace sentir mejor, justifícame que llegué tarde mañana ¿Qué te parece? –  Lo pensó por un momento y finalmente cedió

–       Está bien – Dijo dando media vuelta – Pero tengo una mejor idea – Salió de la oficina y se dirigió a su auto, yo me quedé en la habitación esperando, hasta que decidí asomarme por la ventana, caminé por el pasillo para darme cuenta como las luces de aquella camioneta se difuminaban a lo lejos. Ella regresó y cerró la puerta

–       Listo, vamos a terminar ese reporte – Dijo animada dejando su bolso en el sofá junto con su chaqueta.

–       ¿Qué hiciste? – Pregunté extrañado.

–       Pues le dije a mi esposo que eras un tarado y que no habías avanzado nada, que todo lo hiciste mal y que me voy a quedar a terminarlo – Me sentí algo confundido.

–       ¿Porque hiciste eso? – Pregunté riendo con nerviosismo.

–       ¿No quieres que esté aquí contigo? – Comenzó a acercarse al escritorio.

–       Oh, claro que sí – Respondí en seguida – Pero no tenías que decirle que soy un imbécil – Repliqué.

–       ¿No lo tomes en cuenta, o prefieres quedar bien con él a disfrutar de mi compañía? – Me preguntó sensualmente sentándose en el borde del mueble.

–       Oh, claro que no –

–       Bueno, entonces vamos a terminar ese reporte – Exclamó.

Pero en lugar de sentarse en su silla, o a un lado mío, sin previo aviso comenzó a bajar los tirantes de su blusa, solo para terminar removiendo la prenda totalmente, permitiéndome ver su brasier color morado con encaje. Yo observaba aquella escena encantado. Prosiguió con sus pantalones, bajándolos lentamente mientras recorría sus largas piernas, hasta salir de sus zapatillas color blanco, quedándose únicamente con bragas a juego con su sujetador.

–       Te gusta mi lencería – Me preguntó dando media vuelta y mostrándome su culito.

–       Me encanta –

–       Eso me agrada – Dijo con voz sensual, dando media vuelta para mirarme de frente – pero me agradaría más que esos dedos teclearan más rápido – Me reprendió

–       Lo siento, es que me distraje un poco, sabrá dios porque – Respondí

–       Bueno procura no distraerte mucho de ahora en adelante – Tomó su ropa del suelo y se dirigió a mi – Si no tendré que hacer el trabajo yo – Dijo dándome un beso en los labios, colocando su ropa frente a mí, justo debajo del escritorio – Y tú te perderás de esto – Se arrodilló.

Acto seguido jalo la silla hacia ella y trabó sus rueditas, refugiándose bajo la amplia paleta de su escritorio, de manera que solo podía verla totalmente si me recargaba sobre la silla completamente, por lo que apenas veía su cabellera desde mi posición. De pronto sentí sus manos jugando con mi cinturón hasta desabrocharlo, pasando por mi bragueta, y el botón del pantalón. para finalmente jalarlos hacia ella junto con mi ropa interior, me recargue del escritorio para que no tuviera problemas con su labor. De forma que me encontraba desnudo de las piernas, con mi falo bien erecto apuntando hacia ella, expectante a su próximo movimiento.

–       ¿Oh que tenemos aquí? Alguien está presentable esta vez – Dijo refiriéndose a mis testículos que había un rasurado un par de días antes – Parece que alguien está buscando nuevas sensaciones – Me acaricio mis huevos con sus suaves manos – No te escucho teclear – Dijo con un tono cantado.

Estaba lo bastante emocionado como para no trabajar nuevamente. Toscamente acomode el mouse y el teclado para que me permitiera teclear con cierta facilidad y aun así permitirme ver al menos su linda cabellera rojiza. Sin muchas ganas comencé a vaciar la información que estaba pendiente, primero lentamente, hasta tomar un ritmo algo lento a lo que habitualmente acostumbraba, puesto que estaba ansioso por disfrutar de las caricias orales de mi linda jefa.

–       Eso está mejor – Me susurró – ¿Ahora es mi turno verdad? – Su voz era encantadora.

De pronto, la sentí acercarse a mi miembro, lo tomó con ambas manos, pude sentir sus labios besando dulcemente parte del tronco. Estaba bastante excitado y poco podía teclear, pero aun así mantenía un pausado ritmo.  Nuevamente sentía los dulces besos de Gesa en mi pene, excitándome aún más, rogando en mi mente porque lo metiera en su boca de una buena vez. No fue hasta que sentí su lengua lamiendo mi frenillo como es su costumbre y sus suaves manos haciendo una ligera paja, que mi falo comenzó a sentirse atendido.  Gesa lamia con su sensualidad característica, y aunque no podía obsérvala pensaba que permanecía con los ojos cerrados disfrutando del sabor de mi verga, centímetro a centímetro. De un momento a otro sentí como sus manos abandonaban mi falo, pensé que en ese momento iba a ingerir mi pene finalmente, pero continuó lamiendo y besando con tranquilidad, bajé mi mirada y pude ver sus manos moviéndose en su espalda, y cuando me percaté su mano salió del escritorio sujetando su brasier.

–       Toma –  Dijo besando la punta de mi pene – Esto es por hacerte cargo del reporte, puedes quedártelo – Tomó nuevamente la base de mi falo – Soy 32C por si te interesa –  Tomé la prenda.

–       ¡Wow! supongo que gracias – Dije confundido.

–       ¿Qué, no te gusta? – Preguntó con una voz aniñada.

–       Pues sí, pero eso de obsequiar ropa interior no es muy de escuela o algo así –

–       Pues regrésamelo entonces –  Lo pensé por un momento.

–       ¡No es mío! – Exclamé y ella rio, saliendo del escritorio, dejando al descubierto sus hermosos pechos

–       Tonto, entonces sigue tecleando, que no pienso pasar toda la noche bajo el escritorio – Me beso en los labios, yo aproveche para acariciarle sus melones. Estaba por comerme sus pezones cuando ella me interrumpió.

–       “Shh” que te dije del reporte – Me reprendió.

Grácilmente se dirigió a su posición anterior, por mi parte comencé nuevamente a teclear con lentitud, pero me detuve abruptamente cuando sentí sus labios cernirse sobre mi carne, mamando de la forma en la que lo había hecho hasta ahora, ingiriendo una parte de mi pene, para retirarse haciendo presión en sus labios, y finalmente torciendo su lengua en la punta, mamando como tratado de extraer mi semen desde mis testículos.

Gesa continuó mamando mientras yo terminaba lo poco que quedaba del reporte, la verdad es que ya estaba prácticamente concluido, pero me excitaba el tener a Gesa bajo el escritorio, mientras yo realizaba una actividad, o más bien fingía que realizaba una actividad, ojalá pudiera hacer de esta manera mi trabajo todos los días. De repente sentí que Gesa comenzaba con el vaivén, uno ligeramente acelerado, diferente a la mamada que había estado llevando hasta ahora, y más parecido a una felación convencional, pero me sentó bastante bien, y solo hizo más placentera aquella mamada, de manera que, lleve mi mano a su cabeza, no hice presión en ella, puesto que estaba seguro que ella la retiraría apenas la sintiera, de manera que solo la coloque en su cabellera, ella se detuvo, abandonó el vaivén sin sacar mi pene de su boca, permaneció inmóvil por un momento, hasta que comencé a acariciar suavemente su cabello, no sé si por temor a que ella rechazará nuevamente mi mano, o porque simplemente era una forma de confirmarle el placer que me producía, no estaba seguro del porqué lo hice, pero unos segundos después Gesa continuó con su mamada tranquilamente, mientras yo seguía sobando su cabeza. A mi mente llegaba la frase “Que linda perra”, en cambio solo sonreía mientras veía su cabeza moverse rítmicamente. Resolví el cesar las caricias y proseguir a terminar el reporte, pero apenas retiré mi mano de ella, está abandono mi verga y me miró.

–       Debo tener el aspecto de una perra como para que me acaricies como a una – Dijo Gesa, pero no pude distinguir enojo, ironía, o picardía en su tono, de manera que no supe cómo contestar por unos segundos

–       No Gesa yo no… –

–       Tranquilo, no me molesta, no seas tan serio – Su voz se convirtió en un susurro casi al final. Tomó mi mano y la frotó con su mejilla – De hecho, es lindo – Dijo metiendo mi dedo índice en su boca.

Ya había hecho eso antes, parecía que es algo que le gustaba hacer, nunca había visto algo así, bueno no al menos durante la felación, sino más bien antes, de alguna manera eso me éxito, retiré mi dedo de su boca y la jalé hacia mí, le besé los labios, nuevamente acariciando sus melones, solo para seguir bajando por su cintura queriendo saborear todo su cuerpo, sin embargo, tomó mis manos y las dirigió a sus pechos

–       ¿Ya terminamos con el reporte? – Me preguntó.

–       Ya casi, pero podemos… –

–       Termina primero – Me besó.

Así que sin poner más resistencia me decidí a finalizar de una vez por todo aquel dichoso reporte. Así que tomé mi posición mientras Gesa regresaba a suya, tomaba mi falo y continuaba con su labor. Al cabo de unos cinco minutos el reporte estaba terminado, y ahora me disponía a disfrutar de los placeres de su cuerpo.

–       ¿jefa, no está ocupada? – Pregunté infantilmente, y ella saco mi pene de su boca un momento

–       Dígame, que necesita –  Su tono era un serio fingido. Mi pene volvió a su boca

–       Le informo que el reporte está terminado –

–       Ya veo – Lamió mi falo – Muy bien señor, entonces déjeme darle su bono –

De inmediato tomó mi falo y comenzó a pajearme con velocidad, mientras su boca bajaba por mi tronco, muy peligrosamente hacia mis testículos, beso a beso, hasta llegar a ellos, y engullir ambos con facilidad. Apenas podía ver que hacía, pero las sensaciones de placer en mis huevos eran increíbles, Gesa tenía ambos en su cavidad, su lengua y labios los masajeaban maravillosamente, mientras que su mano continuaba pajeandome, no pude resistirme a eso, estaba a punto de correrme, aunque no lo quisiera.

–       ¡Me vengo Gesa! – Gemí prácticamente

Ella engulló nuevamente mi verga sin dejar de masturbarme, y a los pocos segundos recibió, el primer lechazo, seguido por otros tres, que ella resguardo en su boquita. Los espasmos del orgasmo me dejaron noqueado en la silla, mientras Gesa succionaba lo que quedará en mis huevos. Tomó el bote de basura que tenía a un lado y ahí dejo caer mi lefa.

–       Espero que el bono sea de su agrado – Me dijo besando la punta de mi pene.

–       No es justo, yo quería cogerte – Respiraba profundamente al quejarme amargamente, aunque el orgasmo fue increíble.

–       ¿Cogerme, no es usted muy soez al hablar?  recuerde que soy su jefa – Seguía en su papel.

–       Dilo cuando sueltes mi pene – No se había dado cuenta de que lo seguía sosteniendo. Me sonrió cual niña atrapada en su travesura

–       Ya te enojes ¿Seguro que quieres que lo suelte? – Me preguntó – Puedo seguir besándolo y si se pone duro otra vez … ya veremos qué pasa – decía mientras le daba ligeros besos a mi verga.

–       Me parece una buena idea –  Me sonrió y se lo metió a la boca nuevamente

Sin embargo, un ruido nos asaltó, se trataba de la puerta principal abriéndose, ninguno de los dos se había acordado de cerrarla con seguro, se me heló la sangre, y se me aceleró el pulso, escuchaba andar a alguien en el pasillo, y acercándose a la oficina de Gesa.

–       Quédate ahí – Dije finalmente, sin intentar subirme los pantalones.

Vi el brasier que estaba en mi escritorio y lo tiré al suelo, enseguida entró el esposo de Gesa, salte en mi asiento del auténtico susto, mientras el sujeto me observaba con una mirada inquisidora, mientras buscaba con la mirada por toda la habitación.

–       Donde está Gesa – Preguntó toscamente

–       ¿Eres su esposo? – Pregunté nervioso

–       Si, obvio – Hizo un sonido con los labios al iniciar la oración – ¿Dónde está? – inquirió mirándome fijamente

–       Yo… – Trataba de pensar en algo, pero no me venía nada a la mente – No sé –

–       ¿No sabes? si estaba aquí, aquí la deje ¿Como que no sabes? – Su tono era más tosco, yo solo podía imaginarme el miedo que sentía Gesa, le miré y traté de recobrar la calma.

–       Yo no sé, en serio – Le dije – Ella salió de la oficina, estaba enojada por el reporte – comencé – Así que solo salió y no sé a dónde fue – finalmente dije – Pensé que era ella cuando escuché la puerta abrirse.

–       ¿Y no te dijo a dónde iba o porque no se llevó sus cosas? – Dijo señalando la bolsa y la chaqueta.

–       No, para nada – Dije dominándome por fin.

El sujeto parecía estar algo convencido, pero sus ojos seguían buscando en la habitación, hasta encontrarse con el baño privado de Gesa, lo miró por un momento, y comenzó a caminar hacia él.

–       ¿Hay alguien en el baño? –

–       No – Respondí desconcertado.

–       ¿Puedo usarlo? –

–       Claro – Esa era mi oportunidad.

El tipo abrió la puerta cuidadosamente, encendió la luz y pude ver como buscaba algo, enseguida cerró la puerta tras él, unos segundos después pude escuchar el sonido de su orina chocando con el agua del retrete, rápidamente, subí mis pantalones, y los abroché, Gesa tenía una cara de preocupación, pero no podía ver en ella miedo o pánico, quizás estaba consciente de lo que podía pasar, pero no temía enfrentar a su marido. Le miré, hice un ademán de espera, pues pasado eso creía ser capaz de controlar lo que se avecinara. Ella asintió

Su esposo salió del baño, yo me encontraba recargado en la silla, de manera que ahora podía ver mis pantalones. Quizás no lo había notado, pero quería eliminar cualquier rastro de curiosidad que tuviera.

–       Voy a buscarla, si regresa, dile que vine por ella – Dijo para mi sorpresa, ya no tendría que deshacerme él

–       Claro – Salió de la oficina, a los pocos segundos pude escuchar como la puerta principal se cerraba, y a lo lejos el motor de su camioneta encenderse.

–       No salgas aún, trata de vestirte ahí – Le dije a Gesa tomando mi taza de café.

–       Sí – Respondió aliviada.

Me levanté de mi escritorio, y salí a pasillo, de repente, la puerta se abrió entrando nuevamente al edificio. Nos miramos por un tiempo.

–       ¿Qué haces? – Preguntó toscamente

–       Dejó mi taza de café … – Respondí totalmente extrañado.

–       Claro… vine por sus cosas, por si me la encuentro en el camino –

–       Adelante pasa –

Se dirigió a la oficina abrió la puerta rápidamente, y nuevamente busco con la mirada yo dejé la taza en mi escritorio donde no la pudiera ver, y rápidamente me dirigí al escritorio de Gesa, él ya tenía sus cosas en la mano, y parecía retirarse.

–       No sería mejor que dejará su celular – Lo intercepte – Puede que regrese y quiera comunicarse contigo … – Me miró fijamente

–       Si, tienes razón – Me dio el teléfono y se marchó.

Gesa salió finalmente del escritorio, había logrado vestirse ahí mismo, me abrazó y comenzó a reír, quizás de nervios, me dio un beso en los labios, y salió a una tienda cercana, cuando regresó con un café en la mano como prueba, le marcó a su esposo, quien a los pocos minutos estaba de regreso en la oficina. Al día siguiente me comentó que su coartada fue la siguiente “Era tanto el caos en el reporte que explote, el idiota no alcanzaba a entender en donde se había equivocado, y no quería gritar así que salí por algo de aire fresco”. El tipo ahora cree que sufro un retraso mental, pero eso solo hacía más cómica la situación.

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2 respuestas

  1. nindery

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