Che, boluda, te tengo que contar esta locura que me pasó anoche. Soy Cleo, tengo 20 años, y estoy con mi novio hace como ocho meses. El tipo se llama Lautaro y siempre fue medio pelo e’ gato conmigo en la cama, nunca me cogía como yo quería, siempre todo rápido y sin gracia. Pero anoche… anoche me enteré de por qué.
Estábamos en un telo por Av. Corrientes, uno medio pelo que siempre vamos porque es barato. Lauti se quedó dormido después de coger (otra vez esos cinco minutos pedorros de siempre) y a mí me agarró el insomnio. Entonces, como una boluda, agarré su celular. Sé que no está bien, pero la curiosidad pudo más.

Desbloqueé fácil porque usa la misma clave para todo, y me metí en Google Fotos. Al principio eran todas fotos normales: nuestros selfies, fotos de su perro, esas cosas. Pero después empecé a encontrar unas que no conocía. Fotos de él mostrando los bíceps en el gimnasio, en calzones tipo modelo que nunca me mandó a mí, y después… ay, no te imaginas.
Encontré una donde le estaba tapando las tetas a una mina con sus manos. Se le veían unos dedos largos apretando unas lolas que parecían firmes. Y en otra, le tapaba la concha, pero se le veían los pelitos rubios y una mano que claramente no era mía. Mi corazón empezó a latir fuerte, pero no de enojo, sino de… no sé, de algo raro.
Bajé un poco más y ahí estaba. Un video. Lo apreté y… la concha de la lora, no podía creer lo que veía.

Empezaba con una mina arrodillada, una rubia operada que parecía sacada de un catálogo. Lauti estaba parado frente a ella, y la muy zorra le sacaba la verga del pantalón y se la tragaba entera. Entera, boluda, hasta el fondo, como si fuera un chupetín. Y Lauti, en vez de hacer ese gemidito pedorro que hace conmigo, le pegaba con la verga en la cara, duro, como si fuera una puta.
Después se detenía y le ponía un forro mientras la mina le chupaba los huevos. Se le veían las bolas grandes y peludas que a mí ni me deja tocar. La mina se levantaba y se ponía en cuatro, y ahí Lauti se la empezaba a coger por la concha, pero no como a mí, no. Le escupía en la espalda, le metía dedos en el culo, y la mina le gritaba «soy tu puta, papi» y él le contestaba «sos sólo mía, perra».

En un momento, la mina le saca la verga de la concha, le quita el forro y le dice que lo quiere sentir sin nada. Y Lauti, que conmigo siempre usa tres forros por las dudas, se la mete así nomás y se la empieza a coger más fuerte. Después le dice «ese culito es mío» y le pega con la verga en el ano. La mina gime y él le dice que nadie más se lo puede meter por el culo, que sólo puede usar la concha para coger con otros, pero que el culo es sólo de él.

La rubia le contesta que sí, que su culito es sólo de él, que cuando coga con otros va a usar forro y sólo por adelante. Y ahí… ay, boluda, ahí Lauti se lo mete por el culo y la mina grita de dolor pero de placer también. La saca y la mete entera, una y otra vez, hasta que se viene adentro del culo. Saca la verga chorreando leche y le pide que saque toda la lechita, y la mina obedece mientras él graba todo.

Cuando termina el video, yo estoy temblando. Pero no de rabia, sino de… calentura. Me di cuenta de que estaba mojadísima, que se me había escapado un poco en la bombacha. Me toqué y estaba hirviendo.

Lauti seguía durmiendo como un tronco, y yo no podía sacarme de la cabeza esa imagen de él cogiendo como un animal, tratando a esa mina como una puta, diciéndole cosas que a mí nunca me dice. Siempre quise que me cogiera así, que me tratara como una zorra, que me usara, pero conmigo es todo «amor» y «preciosa» y pelotudeces por el estilo.
En vez de despertarlo y armarle un bardo, me empecé a tocar ahí mismo, viendo el video de nuevo. Me metí los dedos en la concha y me imaginé que era yo la que estaba en cuatro, que era yo la que gritaba «soy tu puta», que era yo la que sentía su verga en el culo.

Me vine en silencio, mordiéndome el labio para no gritar. Después me limpié con la sábana y me quedé mirando a Lauti dormir. No sé qué me pasó, boluda. Debería estar re caliente, re lastimada, pero en vez de eso… tengo ganas de que me coja así. De que me trate como a esa puta rubia.

Hoy a la mañana, cuando nos despertamos, no le dije nada. Me besó como siempre, todo dulce, y yo sólo podía pensar en cómo le escupía a esa mina en la espalda. En el colective de vuelta a casa, me mandó un mensaje diciendo «te amo, mi vida» y yo… yo le contesté «vos también, papi», probando a ver si reaccionaba. Pero nada.

No sé qué hacer. Parte de mí quiere confrontarlo, otra parte quiere pedirle que me coja como a ella. Lo que más me duele no es que me cague (que también, obvio), sino que con otra mina sea un animal del orto y conmigo sea un nene de mamá. Quiero que me dé duro, que me use, que me diga que soy su puta. Pero si se lo pido, capaz se asusta y se va.
Mientras tanto, guardé el video en mi celular. Lo he visto como diez veces ya, y cada vez me pongo más caliente. Anoche, cuando llegué a mi casa, me pajeé otra vez viéndolo. Me puse en cuatro en la cama y me imaginé que era yo la que sentía su verga entrándome por el culo mientras me decía que ese hoyo era sólo suyo.

Es re fucked up, lo sé. Debería dejarlo, debería odiarlo… pero no puedo. Ese video me mostró un lado de él que siempre quise ver, y ahora no sé si enojarme o excitarme. Lo único que sé es que la próxima vez que cogemos, voy a intentar que sea diferente. Voy a pedirle que me dé más fuerte, que me hable sucio, a ver si así se le prende la lamparita y me trata como a la puta que quiero ser para él.

¿Soy una boluda? Probablemente. Pero che, ese video… ese video me voló la cabeza. Ahora cada vez que me mira con esos ojos de «te amo», yo sólo puedo pensar en cómo miraba a esa rubia mientras le llenaba el culo de leche. Y la verdad… me re calienta.