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Anónimo

diciembre 26, 2023

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El mejor amigo de mi marido me hizo suya.

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Soy Jessi, 45 años, castaña, ojos claros, buen físico. Casada con Juan hace 25 años. Conocí a Raúl -48 años-, casado con Gladys de 42 años, ya que es compañero de trabajo de mi esposo y amigos íntimos desde hace mucho tiempo. A propuesta de Juan, comenzamos a compartir visitas a la casa de Raúl y viceversa, para acompañar a Gladys que transitaba algún problema de salud. El primer encuentro fue en casa de Raúl, Juan se encargó de asar carne en una parrilla en el patio, Gladys permanecía en el comedor a raíz de sus dolencias. Yo en la cocina elaboraba las ensaladas, asistido por Raúl, que me atrajo desde un principio. Por lo bajo me contaba los vaivenes de salud de Gladys, confesándose que hacía un año que no tenían intimidad. Ese secreto entre ambos fue el inicio de un roce de miradas cómplices y lo que vendría después. Agendó mi teléfono. Comimos opiparamente. Gladys quedó muy animada, quedamos en cenar en casa una semana después. Volvimos a casa con Juan, como dormimos separados, me desnudé, fui a su habitación e hicimos el amor, volví a mi dormitorio, me acuesto y reviso mi celular. Tenía un mensaje de Raúl. Muy formal. Le dije que dormía sola -y creo que allí comencé a entregarme a él -. Le dije que era su confidente, que me escribiera sin tapujos. Me confesó, que le dolían los testículos, toda la noche con el pene erecto y sin posibilidad de tener sexo con Gladys. Le conté que me ocurrió lo mismo, hice el amor con Juan, pero en mi cabeza tenía el bulto de su pene erecto, que miré con atención toda la noche. El fue por más, me envió una foto de su pene, de unos 15 /16 cm. Cabeza puntiaguda, pero el resto muy, muy grueso. Mi vagina se mojó, yo temblaba, me gustaba, pero me daba miedo. Le mostré mi vagina mojada. Raúl me preguntó si quería tener su pene y su leche dentro mío. Le dije que si, pero era muy prematuro, le propuse vernos, acariciarnos, conocernos, sin mantener relaciones. Llegó el sábado, Gladys y Raúl nos visitaron. Juan en el quincho, preparaba carnes a las brasas. El quincho queda al fondo del terreno, Raúl a propósito llevó a Gladys para que charlara con Juan. Yo en la cocina preparaba un postre. Esa noche me puse un vestido ajustado, tanga muy calada, y arriba tetitas sueltas. Apenas llegó Raúl me saludó con un abrazo y un beso en la comisura de los labios. Una mano recorrió mi cola, haciéndome temblar. Fue hasta el quincho regresando minutos después con la excusa de ayudarme . Su ayuda fue bajarme el bretel del vestido y besarme apasionadamente los pechos. Los dedos de su mano derecha hurgaban en mi vagina, ya muy mojada por un par de orgasmos. Abrió su bragueta y su inmenso pene quedó expuesto, me hizo arrodillar y se lo besé con tantas ganas, que se vino en mi boca, interminable, lo deseaba, tome toda su leche. Me dijo, el lunes, quiero estar todo dentro tuyo, era inmensa, muy gruesa, mi vagina temblaba. Le dije que si. Me ayudó a llevar cosas al quincho, la cena fue hermosa. Yo muy mojada, pero feliz. Gladys y Juan muy contentos por el encuentro. Gladys me invitó a su casa a compartir un té el día lunes. Como Juan viajaba, Raúl se comprometió en venir a buscarme. Cumplió, eran las tres de la tarde cuando vi que estacionaba su auto. Para la ocasión me vestí con una pollera deportiva, top sin corpiño y una tanga blanca – color preferido de Raúl -. Salí a recibirlo, me besó en la boca, el bulto de su pantalón dejaba ver su pene erecto. Entramos a la casa, se arrodilló, levantó mi pollera, corrió la tanga y clavó su lengua en mi vagina, me corrí en su boca varias veces. Se sacó el pantalón, boxer y remera, su tremendo pene me apuntaba, me dijo quiero tu conchita, me arranco pollera, top y tanga , me levantó en sus brazos y me llevó al dormitorio matrimonial, me puso de espaldas al borde de la cama, mis pies sobre sus hombros. Comenzó a fregar su verga en mi clítoris, labios y vagina. La punta era fina, el resto muy, muy grueso. Yo temblaba, el gozaba, yo era su trofeo. Le pedí que no me penetrara, ya que tenía miedo. Me dijo te voy hacer mía, seguía jugando con su pene, en un momento, sentí la punta adentro, su jadeo, el vaiven de la cabeza entrando y saliendo. El empuje se fue profundizando, mi concha se abría, la mitad de su verga estaba dentro mío. Esperó que me viniera un orgasmo, cuando comencé a temblar, abrió mis piernas y la empujó hasta adentro, sentí un ardor, dolor, placer. Solté un grito y me ganó el llanto. Me corrió más arriba de la cama, me besó para que no llorará, ni gritara y sentí dentro mío, una pija dura, gruesa, que me hacía sentir un año de no estar dentro de una vagina. Raúl nunca me la sacó, el vaivén y la leche de un año, me lo hizo sentir. Derramó su calentura dentro mío… leche y sangre salieron de mi vagina, es el precio que pagué por entregarme al amigo de mi esposo…

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Una respuesta

  1. helenx

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