EL FIN DEL FUEGO UTERINO             AUTOR  MAPMAKER

Tuvo que aceptar que su fogosidad rebasaba los límites de lo normal; luego de su encuentro con el mulato, busco otras salidas para calmar aquellos deseos ardientes que invadían su cuerpo; se convirtió en una adicta al sexo; para ello adquirió vibradores de tamaños descomunales pero estos carecían de la textura y el calor corporal de un miembro real.

Su esposo la abandonó al percatarse de tal insaciabilidad; tuvo que reconocer tristemente  que ni su miembro, ni los artilugios que le introducía podían satisfacer el grado de lujuria que dominaba a su mujer.

Ella por su parte seguía incursionando los sitios de diversión en la búsqueda de machos que tuviesen el calibre para llenar sus espacios íntimos; se introducía en los baños masculinos sin recato alguno para observar la dimensión de los miembros de los hombres.

Cierta vez observó a un gordo que sostenía su pene con ambas manos lo que causó que una oleada de impúdicas ideas llenaran su mente ocasionado que su sexo empezara a rezumar jugos pegajosos; la imagen de verse empalada con esa verga de burro llenó su mente; sin pensarlo dos veces lo invitó a tener sexo.

Las ganas eran de tal magnitud que antes de llegar a un sitio íntimo lo introdujo en un  callejón  y sentándose en una saliente de la pared abrió sus piernas ofreciéndole su hambrienta vulva; el gordo iba con la verga templada al máximo, le elevó aún más las piernas y apartándole las empapadas bragas se lo dejo ir de un solo envión hasta las bolas.

Un grito de dolor salió de su garganta al sentir semejante bulbo de carne; la penetración la tomó desprevenida, no tuvo oportunidad de dilatar su sexo para disfrutar aquella descomunal verga; esta penetro violentamente hasta que  el enorme glande rebasó la entrada de su útero inundándolo con espeso semen; eso fue todo para el gordo que quedo exhausto sobre ella.

El placer se convirtió en dolor, dolor que continuó pues al extraerle el enorme miembro la cabeza de la verga se atoro en su cuello uterino halándolo hacia afuera; sintió como si le sacaran la matriz al salir la enorme verga salió cubierta de mucosidades y sangre;  un dolor lacerante se manifestó en su bajo vientre que la obligó a dirigirse a un centro de urgencias médicas; pasó el resto de la noche allí hasta la mañana siguiente cuando le dieron de alta con la recomendación de abstenerse de sexo durante un largo tiempo.

Aquella noche de terror cambió su vida; de su mente desaparecieron las imágenes de miembros satisfaciendo su sexo caliente; se deshizo de todos los juguetes sexuales que había adquirido; el único que la visitaba era su esposo que al darse cuenta que estaba convaleciente la visitaba para hacerle compañía y comprarle abastos.

Cierto día que el esposo le había reparado una tubería de lavandería, antes de retirarse se estaba duchando, ella entró al baño y lo vio desnudo con su miembro colgando; ese día se percató que ese miembro tenía una proporción aceptable; un ramalazo de deseo invadió su mente; se ofreció a secarlo con una toalla.

Juntaron sus cuerpos empezando a besarse, se dirigieron al lecho; él se  sentó en  la orilla mientras ella se arrodillaba entre sus muslos; el miembro estaba en completa erección, ella bajó su cabeza atrapando el glande entre sus labios; lo sintió rico,  no se explicó como no lo había hecho antes; era  la primera vez que se lo mamaba.

Él se dejó caer hacia atrás  mientras ella le engullía la verga con su boca; era la primera vez que se lo hacía; paladeó el sabor del líquido seminal sintiéndolo rico; chupo la inflamada cabeza con deleite acariciando con su lengua todo el relieve de glande deteniéndose en el orificio que no cesaba de manar liquido lubricante; le gustó, siguió paladeando.

Cerró los ojos sintiendo el placer de los jugos que empezaban a manar de su sexo; sin dejar de mamar, se fue irguiendo hasta colocarse de espaldas sobre la templada verga;   fue bajando lentamente sobre ella hasta incrustarse poco a poco todo el miembro en su lubricado túnel; realmente estaba disfrutando esta penetración.

Inició un movimiento de sube y baja poniendo todos sus sentidos en detectar todas las protuberancias y relieves de la verga de su marido; que rico lo sentía; quería prolongar ese delicioso placer pero una sensación de placer iba llenando su cerebro  recorriendo  su columna vertebral tomando un rumbo incontenible hacia su sexo hasta derramarse sin control.

Un sollozo de placer salió de lo más recóndito de su ser al explotar en un fantástico orgasmo; al calmarse sus estertores, se irguió dejando libre el erecto miembro, tomo este entre sus manos y comenzó a masturbarlo ayudándose con su boca hasta conseguir una erupción de esperma que bebió con deleita saboreando y tragando hasta la última gota mientras su marido convulsionaba todo su cuerpo.

Lo observó con deleite, maldiciendo el tiempo perdido en tener un verdadero y real sexo; se propuso ser feliz de allí en adelante, sin fantasear, teniendo sexo real con la persona que nunca la abandonó.