DESPERTAR DE LA SEXUALIDAD DORMIDA        POR   MAPMAKER

Luego de la dosis de verga que me proporcionó Julián y que fue el detonante  que despertó mis deseos dormidos, decidí afiliarme a un gimnasio para tratar de tonificar mi cuerpo el cual mostraba el paso de los años por la flacidez y acumulación de tejidos adiposos en varias partes de mi anatomía; lo único que conservaba en buen estado físico eran mis piernas torneadas y casi perfectas; luego de un tiempo, los cambios en mis glúteos, cintura, abdomen y senos resultaron tan increíbles que tuve que cambiar la talla de todos mis vestidos.

Por otra parte mi ginecólogo me recomendó ejercicios para tonificar mi vagina;  todo esto dio los frutos deseados;  él me  sugirió como  hacer los ejercicios pélvicos; me cito para ver los resultados;  estando en su consultorio, me indico que me quitara la ropa interior  y me  acostara en el sillón de ginecología; así abierta de piernas empezó a examinarme; introdujo sus dedos en mi vagina palpando su interior.

Me introdujo un vibrador para medir el grado de firmeza que había alcanzado mi vagina;  el contacto con este me excitó,  de inmediato sentí la humedad de los  jugos que empezaron a inundar mi ardiente canal; me indico que contrajera la pelvis; sentí el medidor vibrando en el  interior de mi sexo; cerré los ojos e instintivamente empecé a gemir; los gemidos se fueron convirtiendo en jadeos; entreabrí los ojos y observé al doctor desnudo sosteniendo su miembro erecto; me lanzó una mirada solicitando mi aprobación, le devolví la mirada asintiendo.

Tenía un pene oscuro de considerable tamaño, no muy largo pero bien grueso con una cabeza acampanada en forma de hongo; lo colocó en mi empapada entrada; impulso sus caderas penetrándome suavemente hasta que nuestros pubis se encontraron; empezó a meterlo y sacarlo rítmicamente aumentando la lubricación; ocasionando sonidos de chapoteo; sentía aquella cabezota recorrer mi inundado túnel haciendo que  jugos cálidos chorrearan fuera de mi sexo cada vez que retraía el miembro.

El sillón de ginecología resulto muy cómodo pues tenía dos brazos ajustables donde descansaban mis piernas manteniéndolas completamente abiertas así que el doctor tenía las manos libres para acariciarme por todos lados; sentía los embates de su verga y sus empapados testículos rebotando en mis nalgas lo que aumentaba aún más mi lujuria;  empezó despojarme de la ropa que cubría la parte superior de mi cuerpo; se inclinó y empezó a mamar mis pezones haciendo que mis gemidos aumentaran de intensidad.

Las chupadas a mis tetas se tornaron más torturantes sacándome grititos de placer; mi vagina se contrajo violentamente a consecuencia del orgasmo que me acometió; esta contracción se repitió varias veces  estimulando la verga del doctor que empezó a embestirme frenéticamente hasta que esta  eyaculó su esperma en potentes chorros; sentí los cabeceos del grueso miembro al expeler el líquido seminal dentro de mis entrañas.

Continuamos culeando incansablemente; nos corrimos varias veces; cada vez que conseguía un orgasmo mi vagina se contraía fuertemente provocando  que el pene cabezón expulsara  semen;  comprobamos que los ejercicios pélvicos habían fortalecido al máximo el interior de mi panocha.

Los jugos fluían de mi sexo empapando la fruncida entrada de mi ano; mis glúteos resbalaban en el vinil del sillón  por la leche que destilaba de nuestros sexos; el doctor me extrajo la verga y empezó a meter el vibrador en mi esfínter; penetró todo sin dificultad, continuó haciéndolo hasta relajar por completo mi apretado ojete; una vez dilatado, colocó el amoratado hongo y presiono hasta que la hinchada punta fue desapareciendo en el interior de mi culo.

Nuevamente empezó la fornicación; la regordeta verga me entraba hasta la base de los cojones; el doctor miró asombrado el tamaño de mi erecto clítoris y empezó a pajearlo; esto desencadenó una reacción orgásmica incontrolable; los movimientos se hicieron frenéticos; los gemidos subieron de intensidad al liberar todos los deseos contenidos; la leche inundó mi recto; mi estómago se contrajo espasmódicamente a consecuencia del fantástico orgasmo que alcance.

Luego de recuperar fuerzas continuamos culeando; se acostó en el sillón y monte sobre el incrustándome su miembro en el culo no sin antes colocar espejos que reflejaran su miembro penetrándome y el cual  no alcanzaba a ver en mi posición; me apoyaba en los brazos del sillón lo que me permitía subir y bajar a mi gusto y antojo; luego alterne mis calientes orificios sacándome la verga del culo para incrustármela en la panocha.

Me desmadejé sobre su cuerpo aún con su miembro dentro de mí; el tiempo pasó sin darnos cuenta; nuestros cuerpos estaban pegajosos de fluidos; por suerte el consultorio contaba con una ducha en la que pude lavar mi cuerpo impregnado de semen y sudor; al llegar a casa tuve que ducharme nuevamente pues sentía las bragas húmedas por la leche; por demás esta relatar que todas las  consultas me salieron gratis                  

Luego de mis cambios físicos,  sorprendí varias veces a mi pareja espiándome cuando me duchaba, cuando me desvestía, cuando me inclinaba y mostraba la forma de mi tonificado trasero; lo pescaba masturbándose haciendo que se sonrojara cuando le sorprendía masajeándose el miembro; mis cambios representaban  un martirio para él.

Tengo que reconocer que el único que rellenaba mi sexo a cabalidad era Julián; era el único que me ponía los ojos al revés mientras gemía como una poseída, me descapullaba el clítoris para chupármelo hasta hacerme gritar; era el único que me sacaba pedos al culearme; me hacía orinarme al llegar al clímax  y el único  me llevaba a experimentar orgasmos múltiples.

Cierto día después de una ducha,  entre a mi recamara desnuda, sorprendiendo a mi pareja que estaba masturbándose frente a la pantalla de la pc; apenado no atinaba a decir nada; llena de compasión tomé su miembro  y empecé a proporcionarle una mamada; no resistió mucho y se corrió en mi boca; vertí en mi mano la cálida esperma extendiéndolo en mis orificios para lubricarlos; me coloqué en cuatro patas sobre el lecho y le pedí que me poseyera.

Tímidamente se colocó tras mis glúteos penetrando mi panocha, esta le quedaba grande; solo sentía una leve fricción en mi entrada; su pene no me llenaba a cabalidad; tomé con mi mano su miembro y extrayéndolo de mi concha lo coloque en la entrada de mi ano; un movimiento de mi trasero y lo engullí totalmente; bajé mi mano dirigiendo mis dedos hacia mi descapullado clítoris y  empecé a masturbarme mientras la imagen de la verga de Julián llenándome el trasero se proyectaba en mi mente.

Anhelaba estar cogiéndome a Julián; nada más  recordar las mamadas que me proporcionaba, mi clítoris se disparaba erecto fuera del capullo sobre mi vulva; de tantas mamadas  se había desarrollado;  había  crecido en tamaño y grosor, cuando estaba fuera de su funda, semejaba  un dedo regordete; no podía usar pantalones de licra o muy ceñidos al cuerpo pues si me excitaba, el bulto de mi clítoris se marcaba bajo la tela.

Mi pareja continuó dándome por el culo mientras yo me masturbaba meneándome el clítoris; imaginando la enorme verga de Julián  penetrando y rellenando mi apretado ojete; así continué hasta notar que una ola de calor se originaba en mi interior llenando todo mi cuerpo, tratando de escapar por algún lugar y estallé en un orgasmo al tiempo que mi pareja se descargaba dentro de mí. 

Los cambios en mi cuerpo despertaron los deseos de mi pareja que ya se consideraba impotente; esto me dio la libertad de salir cuando y donde quisiera sin dar explicaciones así que cuando se presenta la oportunidad corro a los brazos de Julián; mi pareja acepta mis ausencias pues se conforma con que de vez en cuando le brinde la oportunidad de cogerme y así satisfacer sus deseos de poseer mi cuerpo.

Me imagino que ahora que desperté su apetito sexual, tiene sus aventuras; pero también sé que se muere por cogerme; el morbo de sentirme deseada me hace pavonearme frente a él en batas cortas que al entreabrirse muestran que no tengo ropa interior; me ducho con la puerta abierta; salgo desnuda igualmente duermo desnuda;  lo dejo que me coja cuando me siento cachonda y no tengo oportunidad de estar con Julián.

Julián es otro caso; a pesar de estar casado con una mujer joven y bella; sólo conmigo satisface sus deseos sexuales ya que su esposa no aguanta su enorme verga; sólo puede culear con ella una o dos veces al mes y en sesiones cortas porque la deja toda maltrecha y despatarrada; descubrió que tiene un amante.

Julián está enamorado de mis piernas las cuales acaricia y besa antes y después de culearme por todos lados; adora mi clítoris el cual succiona como si fuera un pezón; me saca la leche solo con su boca; por mi parte me enloquece su verga; me gusta verlo desnudo; me gusta mamar su verga mientras él me mama la concha; sólo ver su verga entrar y salir de mi chorreante concha me lleva a orgasmos que jamás pensé tener a mis 57 años.  

Es el único hombre que me culea de manera fantástica; nuestras caricias y besos nos llevan a alcanzar niveles de placer inigualables, nuestras bocas se unen; nuestras lenguas se enlazan mientras que nuestros sexos se acoplan; nuestros gemidos aumentan acompasadamente a medida que vamos alcanzando el clímax;  llegamos a él sincronizados; mi vulva apretando su palpitante verga a medida que expele los chorros de esperma además es el único hombre que me saco de una vida insípida despertando toda mi sexualidad dormida.