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DESCUBRIENDO EL VERDADERO SEXO AUTOR MAPMAKER
DESCUBRIENDO EL VERDADERO SEXO AUTOR MAPMAKER
Cincuenta y siete años para descubrir el verdadero gusto por el sexo; en realidad no me quejo pues fue la culminación de mi vida íntima; sin tabúes; sin vergüenza; sentir la excitación que nace en el cerebro y se refleja en mi sexo que empieza a destilar zumos viscosos con el olor característico e individual de la cachondez.
Sentir la humedad que va impregnando mis bragas mientras paso mi lengua por la comisura de mis labios en franca evidencia del deseo que invade todo mi cuerpo; el placer de sentir mi sexo relleno con la verga de Julián; las rugosidades de su musculoso miembro; sus testículos pegajosos golpeteando la entrada de mi convulso ano mientras me tiene despatarrada e indefensa.
La sensación de una corriente que nace en mi cerebro, recorre todo mi cuerpo; mi columna vertebral; disparándose por todos los puntos sensibles buscando salir por algún lado; se manifiesta en oleajes que finalmente emergen en el interior de mi vagina haciendo que esta se contraiga y estalle en convulsiones involuntarias.
Mis glúteos se contraen fuertemente para luego relajarse con la onda expansiva del orgasmo; mi abdomen convulsiona en rápidos movimientos que acompañan los espasmos que se manifiestan en mi vagina; todo esto a consecuencia de las culeadas que me proporciona Julián.
El me manifiesta que a pesar que le llevo diez años de diferencia; nadie le ha dado la satisfacción que yo le brindo; la rutina del gimnasio me ha tonificado y rejuvenecido asombrosamente; mis glúteos son redondos y poderosos; mi abdomen es compacto; mi cintura se redujo; mis tetas redondeadas están erectas y firmes aparte de mis torneadas piernas; todo esto hace que me vea mucho más joven.
El hacer el amor con Julián se convierte en una culeada fantástica; aprisiono con brazos y piernas mientras me contorsiono bajo su cuerpo engullendo cada pulgada de su enorme verga; siento el relieve de su pene venoso; mi boca se convierte en una ventosa chupando su pecho, su cuello, haciéndolo bramar como un animal en celo cuando se derrama dentro de mí.
No he perdido el hábito morboso de ver su venoso miembro entrando y saliendo de mi vagina; Julián se sostiene con sus fuertes brazos mientras me penetra dejando espacio para que pueda observar nuestros sexos; eso me enloquece y me lleva a un frenesí vehemente causando que mi uretra expela orina en fuertes chorros mientras muerdo la almohada con desesperación; esto hace que Julián se descontrole y se derrame dentro de mí.
Me eleva las piernas brindándome el panorama de sus embates; empiezo a gemir con cada penetración sin quitar la vista del espectáculo; mis gemidos se aceleran y aumentan de tono al compás de las embestidas convirtiéndose en gritos al sentir que llegamos al clímax; igual ocurre cuando lo cabalgo; miro nuestros sexos; mi vagina subiendo y bajando por el grueso miembro; engulléndolo hasta hacerlo desaparecer; hasta quedar pubis con pubis; me tiendo sobre él succionando su lengua; sacándole sonidos guturales hasta sentirlo explotar dentro de mi vagina receptiva; nos corremos al unísono.
Cuando me coloco de espaldas con el pecho sobre el lecho, le brindo el espectáculo de mi redondo trasero con mi mojada concha brotada suplicando ser penetrada; lo siento adentrarse profundamente; le extiendo mis brazos hacia atrás para que los aferre y me someta a su voluntad; siento su verga abriéndome el culo y sus bolas golpeando mi panocha; esa sumisión hace que nos corramos juntos.
Los compromisos de familia por Julián y de trabajo por mi parte hacen que nuestros momentos libres no coincidan pero el recuerdo de las culeadas que me da Julián ponen a palpitar mi panocha incitándola a tener sexo; es cierto que tengo mi pareja, pero su miembro no llena los requerimientos de mí renovada vagina; además no aguanta una sesión de sexo; finalmente termino masturbándome con un consolador imaginando que tengo dentro la verga de Julián.
Es tal la fogosidad que me causa el deseo que tuve encuentros fortuitos como con aquel mulato que conocí en la universidad; se creía un verdadero macho; usaba pantalones ajustados para mostrar su hombría a través de la tela; en realidad el bulto entre las piernas se notaba enorme haciendo que pensamientos lascivos vinieran a mi mente; sentí un cosquilleo al brotar mi clítoris de su capullo mostrándose bajo la tela de mi pantalón.
El mulato se percató pues andaba siempre desnudando con la vista al personal femenino; su mirada se posó en el bultito que se formaba bajo mi pubis causando que tuviese una erección involuntaria; mi mente se activó haciendo que mi clítoris aumentara de tamaño; corrió a sentarse en una banca para ocultar su tremenda erección; con una sonrisa maliciosa me senté a su lado colocando mi mano en su pierna como si lo conociera de toda la vida; su verga se marcó aún más.
Se convirtió en el cazador cazado, no sabía qué hacer, yo le sonreí maliciosamente mientras mojaba mis labios en señal que quería comerme su trozo de carne; le invite a un lugar privado pero él no atinaba a contestar; empezó a balbucear mientras yo lo tomaba de la mano y lo arrastraba hacia mi auto para dirigirnos a un motel.
Ya en la habitación ávidamente me arrojé sobre él bajándole la cremallera para ver el miembro que hacía babear a mi vagina; un enorme y negro salami quedo colgando frente a mis ojos: lo tomé entre mis manos empezando a mamarle el oscuro glande; estaba ansiosa de sentirme penetrada por aquel enorme instrumento.
Afanosamente me despoje de mis bragas empapadas con los jugos viscosos que manaban de mi vagina; lo empujé sobre el lecho presta a montarme sobre aquel ariete pero estaba tan flexible que no podía ponerlo erecto para sentarme sobre él; tome aquella verga por el cuello y la dirigí a la entrada de mi gruta; la restregué apartando los pliegues de mi vulva y sorprendida sentí los chorros de esperma brotando del glande mojándome toda la entrada y todos mis glúteos.
Se corrió con la pequeña mamada y el roce con mi concha; luego pasó a una flacidez increíble; parecía un una lombriz enorme y negra pero flácida; que decepción, no hubo manera de que tuviera una erección; como pude me introduje la cabeza de aquella enorme lombriz; moviéndola como un vibrador y recordando a Julián pude correrme.
Luego de ese episodio, sólo me quedo esperar pacientemente los días libre que concordábamos para dar rienda suelta a nuestra pasión culeando de día o de noche para calmar nuestra lujuria reprimida; es cierto que cada uno de nosotros tiene un hogar, pero ninguno es feliz en él; el mundo está al revés; Julián con una mujer que no le aguanta la verga y yo con un hombre que no me llena a cabalidad.
2 respuestas
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