
Por
Anónimo
Danae, el cumpleaños de mi novio 1
A mis 22 años no podía pedir más a la vida. Mi padre y madre me lo habían dado todo y gozaba de algunos lujos que mis amigas no podían darse; viajes al exterior del país, ropa costosa, cuidados de belleza y más. Sabía que era aventajada tanto económica como socialmente pero nunca presumí de ello ni sentí ser más que mis amigas por tener siempre algo más de dinero, o simplemente haber visitado lugares que ellas no conocían. Al contrario, siempre disfrutaba contándoles mis aventuras en distintos sitios y momentos a mis amigas más cercanas: Marcia y Fernanda. Habíamos crecido juntas he ido a los mismos institutos primarios y secundarios. Por esa amistad, habíamos decidido ingresar a la misma universidad a cursar la carrera de nuestros sueños, relaciones internacionales. Hoy a punto de graduarnos estábamos muy orgullosas de nuestro recorrido y logros académicos y seguramente, nuestros padres. Me llamo Danae y esta es parte de mi historia.
Por ser hija única, nacida en el seno de una familia de buenos ingresos económicos, siempre tuve acceso a todo lo que me placiera. Gustos, comidas, momentos con mis padres antes de su separación, ropa costosa y algunos lujos de belleza como cremas para la piel muy costosas. A pesar de eso, siempre quise mantenerme al margen de pecar en excesos como la comida, ya que tenía una tendencia a ser fácil de subir de peso. Mi vida social tan activa no me lo permitía y nunca estuve dispuesta a poner en peligro mi cuerpo y salud por gustos banales. Soy una mujer de piel blanca bronceada muy limpia, un cabello liso castaño claro con leves ondulaciones, de mis mejores atributos. Grandes ojos y labios muy atractivos, no tan grandes, pero sí muy limpios y salidos un poco hacia afuera. Mi cuerpo no es perfecto, pero si es muy esbelto, debido a las horas que le dedico al gimnasio todos los días, y a los cuidados y cremas que aplico en mi piel, se ve siempre tonificado y reluciente. Soy de estatura media, 1,68cms y mis medidas son 92, 64, 116. Sí, tengo una tendencia a tener más culo que cualquier otra cosa en mi cuerpo. Es lo que primero que crece y lo último que baja cuando aplico más rigor en mis dietas. Sin embargo, en ninguna de sus facetas es un culo mal visto, al contrario, entre más grande esté, mayor atención le dedican y más sugerente la ropa le ajusta. De mis amigas, soy la más sobresaliente de las tres, aunque no desacredito su belleza, pero llamo la atención más de lo que ellas pueden en la mayoría de los casos.
Aunque estaba muy orgullosa de mi vida académica, de mi vida social, existía una parte de mí que nunca se sentía llena. Era mi vida sexual. A pesar de haber tenido 3 novios ejemplares a partir de los 18 años, nunca había logrado estar con ninguno de ellos por más de 9 meses. Simplemente no soy una chica de novios, o al menos eso pienso a veces hasta ahora. Me había encargado sin ninguna mala intención, de hacer pedazos mis relaciones, de destruir los sueños de ellos, a causa de mi vida social tan activa, mi baja y deshonesta reacción ante los constantes acechos de chicos conocidos, y sí, mi putería. No creo que sea sensato llamar de otro modo a mi comportamiento y que, por culpa del mismo, haya perdido la oportunidad de estar con personas maravillosas en mi vida. Chicos excepcionales de buena familia, de gustos finos y, sobre todo, de una fidelidad inmejorable. Unos candidatos espectaculares para quien quiere forjar una familia e hijos. Por supuesto en ese momento, ni siquiera hoy en día, es mi caso. En general me arrepiento de la mayoría de mis actos que fueron en detrimento de mis relaciones y por supuesto de recaer, cuando creía que el cielo me brindaba una nueva oportunidad, un nuevo y atencioso novio, no podía muchas veces creer que llegara tan lejos y que siempre cayera en la tentación, y forjada por ese sentimiento, esa pasión por lo prohibido, lo inadecuado.
Ignacio.
Mi primer y más amado novio. Digno de una buena mujer. En la época, 20 años de edad. Buen mozo, fino, de paso y movimiento delicado al caminar, al expresarse. Un cabello lacio, bien peinado hacia un lado siempre, ojos muy lindos. Encantador con las chicas, pero de una delicadeza única. No era el tipo de todas, pero yo sabía que era un gran partido como hombre y jamás desaprovecharía la oportunidad de estar con el cómo su novia. Me daba gusto en todo, me complacía en lo que quería comer, donde quería ir, y si quería estar con mis amigas en vez de estar con él, lo entendía y se iba a estudiar, mientras yo salía y me divertía. Incluso podía estar bailando con otros chicos y nunca ponía problemas por aquello. Era el sueño de toda mujer. Como lo he mencionado, desde muy niña fui una chica muy activa socialmente y siempre tenía que asistir a fiestas de mis amigas y de conocidos, siempre impactando, dando de qué hablar con mis atuendos, mi cabello, mi cuerpo, ser la envidia de muchos me gustaba, me llenaba. De no haberme metido con Ignacio, no hubiera podido seguir saliendo tanto, vistiéndome como quería y arrasando con miradas, con deseos.
Pasamos nuestro primer mes de noviazgo y ocurriría el primer evento que marcó mi relación con él y mi camino posterior: Su cumpleaños. Decidimos que yo recibiría a todos y mi novio llegaría después con sus amigos para celebrar en mi casa. Haríamos una fiesta con comida, alcohol y lo que mis padres permitían; Baile, música y barbacoa. Hasta el momento no he mencionado el nivel de cuidado con el que elegía mis prendas de vestir para cualquier evento y lo que quería causar con ellas, enseñando un poco o mucho de mi cuerpo y despertando deseos. Más de una vez oía mascullar gente al entrar un sitio sola o con Ignacio, amigos suyos, amigas, conocidos, extraños, me encantaba esto. Elegía muy bien mis prendas, cuidando no desvariar, o no parecer que había llevado la prenda muchas veces. Tenía prendas de todo tipo, shorts, mini-shorts, faldas, mini-faldas, pantalones vaqueros, tops, blusas, todo de muy buena calidad y de finos colores y texturas. Había que ver mis nalgas encajadas en unos mini-shorts en verano en alguna fiesta de amigas en algún patio, había que verlo.
Llegada la tarde de ese día, ya tenía como intención mostrar la hembra que mi novio tenía, a sus amigos y a mis amigas. De modo que elegí para abajo, unos mini-shorts de color verde-oscuro, de tela fina y elástica, con algo de brillantina decorativa, con el talle un poco bajo a nivel de mis caderas, una hermosa prenda que sabía que me iba a quedar de infarto considerando las curvas de mi cuerpo, pero esta vez, habiendo subido de peso, simplemente era una pasada; la prenda se me subía al caminar y se metía entre mis dos nalgas lascivamente dejando al descubierto la parte de abajo de mi culo, unos 6 o 7cms del mismo. Afortunadamente mis padres nunca criticaron mi vestimenta, de lo contrario algo habrían dicho ante este escándalo de short. Antes de ponérmelo había tomado el tiempo de bañarme y perfumar mi cuerpo para estar regia para este día tan importante. Sin pensarlo tomé una de mis prendas interiores más sugestivas, aduciendo una ocasión muy especial: Un tanga de hilo color verde brillante con la delantera de muselina, de finitas tiras laterales simulando una cinta de regalo, anudada a los lados, extremadamente sexy y pequeña, su mayor problema. Era muy pequeña delante y cualquier movimiento hacia que mis labios vaginales tragaran parte de la delantera del panty. Le resté importancia, me lo puse, y antes de calzar mi short, me miré al espejo por delante. Afortunadamente había tomado el tiempo de depilar todo, de lo contrario se habrían visto algunos bellos en los laterales y arriba. Escasamente tapaba un poco más de mis labios vaginales y arriba, mucho más debajo del nacimiento de mi inexistente monte venus. Era realmente pequeña. Me volteé, miré mi culo esta vez un poco más grande que de costumbre, unas nalgas de piel muy limpia, protuberantes. Un culazo. Abombadas y redondas, sin marcas ni celulitis visibles. Mi culo quedaba expuesto totalmente, dividido por las dos cintas de regalo, y encabezado en la intersección por un lazo muy pequeño, del mismo color del hilo a modo de decoración, ya que realmente el panty eran dos tiras por detrás. Siendo las 05:30 pm, a una hora de que llegaran algunos invitados tuve mi primer ataque; tomé mi móvil que estaba tirado en la cama, abrí rápidamente mi Snapchat, y abrí el modo de foto: Casi espaldas al espejo, empiné mi cuerpo sacando mis nalgas un poco más hacia atrás. Con mi mano izquierda tapé mis senos desnudos, y con la derecha saqué tres fotos rápidamente y las envié a mis dos amigas, sin importarme con quien estuvieran o donde. Mi culo se veía fantástico y quería que ellas lo supieran. Entre más gente posible supiera, mejor para mi ego; Marcia fue la primera en responder:
– Madre mía, que culo por Dios. Te ves fantástica amiga. Si fuera hombre y estuviera ahí, no estarías lista para la fiesta de tu amado Jajajaja.
Siguió Fernanda casi al instante.
– Joder Danae, quiero ser lesbiana por probar un poco de ese culazo.
Risas.
Debo admitir que estos comentarios me levantaron la autoestima y aumentaron la seguridad de salir con aquel short a recibir a 20 personas al menos. Solté el teléfono, aun de espaldas al espejo, puse mis dos piernas sobre la cama y las separé y puse mis manos para ponerme en cuatro. Quería ver como se veía. Lo que pensé; la fina tira no lograba cubrir mucho mi ano, casi que completamente al descubierto. Puse mis dos manos en mis nalgas para abrirlas más y lo vi atravesado por la ínfima cinta, más abajo mi vagina ya había tragado parte de la delantera de la tanga. Se veía muy morboso. Me puse de pie, me coloqué un top color negro muy lindo con escote en V, dejaba mi ombligo casi plano al descubierto y acomodando mi tanga otra vez, salí de mi habitación.
No lo pensé demasiado. Mi madre no estaba y entré a su habitación donde se encontraba mi padre leyendo con sus gafas, muy concentrado en su trabajo. Irrumpí y le pregunté:
– ¿Padre, que tal me queda?
Su mirada se fue hacia abajo directamente. Claro arriba no había nada interesante más allá de un escote.
– Te queda…
No lo dejé terminar de hablar y dándome vuelta, mostré el monumento completo. He de decir que no era muy irregular que les mostrara a mis padres una prenda de vestir, por más sexy que fuera. Lo inusual es que era un tanga, y de ese estilo tan sugerente. Sin embargo, sabia, que por su pensamiento progresista jamás me harían una crítica con respecto a esto.
– Magnifico Hija. Alguien va a estar muy contento.
Risas.
Me devolví muy rápidamente sin dejar pensar mucho a mi padre en nada, incluso vi como volvía a su trabajo una vez me desaparecí de su vista sin mayor atención al magno evento. Esfumé mi culo rápidamente y me metí en mi cuarto con una sensación de vértigo inigualable. Me gustaba que me observaran. Mi padre a sus 47 años, un hombre de muy buen ver, había conseguido ser alcahueta de muchas travesuras mías, y no tenía reparos en comprarme ropa por más sexy o insinuante que fuera, mientras yo se lo pidiera.
Ya en mi habitación calcé mi short notando como llegaba escasamente a mis caderas, tenía un problema. Si lo mantenía así, los lazos de mi tanga se verían. Y si lo subía para tratar de cubrirlos, ensenaría aún más mis nalgas. Preferí subirlo. Efectivamente mi culo salió un más, y ya eran casi 10cms de nalga que sobresalía. No me importó y puse mis zapatillas deportivas más coloridas, de gran plataforma. Encima me puse una camisa blanca transparente que no llegaba al culo, a modo de abrigo, sin serlo, elementalmente. Estuve lista alrededor de las 06:30, todo estuvo preparado ya que habíamos contratado una chica para la comida de ese día y los arreglos del patio que no es muy grande, pero había que arreglar la decoración con motivo del cumpleaños de Ignacio, decoración de sillas, preparación de platos etc.
Mi novio arribó minutos después a y estuvo sentado en la sala con mi madre y sus amigos charlando mientras yo tomaba algunos snaps en mi cuarto y subía historias, respondía reacciones, comentarios etc. Mi madre es una mujer imponente, 37 años de edad en la época, algunas operaciones de nariz, levantamiento de busto, e inyecciones mantenían a mi madre en los más altos estándares de una hembra total, un poco más alta que yo, de senos firmes y de un culo más grande, natural, mas imponente que el mío no solo por su tamaño y forma si no la forma en que lo vestía. No era raro verla en shorts muy pequeños, en mini faldas o vestidos muy cortos. La diferencia es que sus nalgas se bamboleaban más, tenían más soltura, ella en general, un poco más entrada en carnes que yo, tenía un aspecto algo morboso. Bastante maquillada siempre, con su cola de caballo en el pelo, pintada de una sonrisa encantadora y de un cuerpo bastante excitante. No se cortaba al vestirse y para este día eligió un vestido veraniego, muy muy corto, con la base muy cerca de las ingles, ligeramente más alargado en la parte de atrás llegando a cubrir hasta el último centímetro de sus grandes nalgas. Su problema eran los movimientos. En la parte de arriba el vestido era totalmente abierto, dos listones gruesos que salían de la falda y que disminuían de tamaño al nivel de las tetas, que evidenciaban su ombligo, la forma de sus tetas en todo su contorno y solo tapaban la parte central de ellas. De frente se veían sus tetas totalmente desbordadas. Era una pasada. Era mi madre. Entendía por aquella tarde y por muchas otras porque ninguno de mis padres criticaba mi vestimenta ni me reprochaba por mostrar o insinuar demás.
Estando todos los invitados en la sala, bajé finalmente a saludar a mi novio y sus amigos, pasando por todos dando besos a mi pasar, sintiendo como se depositaban miradas en mis nalgas, sin ningún pudor por parte de aquellos que estaban solteros, en su mayoría. Yo sabía lo que estaba provocando y me gustaba. Los más atrevidos me cogían de la cintura para besarme en las mejillas, y depositaban sus manos ahí, cerca al culo. Solo algún mínimo roce, nada importante. Fue ahí donde me anunciaron que el primo de mi padre, Rafael, iba a quedarse dos días en nuestra casa para festejar y visitarnos, conocer un poco la ciudad e irse, ya que se encontraba de paso. Aunque había escuchado hablar de él, jamás lo había llegado a conocer antes, ni en reuniones familiares ni cuando mis padres salían y se lo encontraban en alguna fiesta en la que tenían amigos en común. Es un primo segundo de mi madre y nunca tuve interacción con él. Rafael llegaría en algunos minutos, y yo estaba ya bebiendo un poco de alcohol, charlando con mis amigas, mientras los invitados se dispersaban entre el patio y la sala principal. Teníamos una pequeña piscina al exterior y la barbacoa estaba encendida de modo que a la comida los invitados se aglomeraron afuera junto con Ignacio. Me quede con mis padres adentro y casualmente en ese instante Rafael toco la puerta.
Mi padre corrió a abrirle recibiéndolo con un abrazo y recibiendo sus maletas, así como mi madre apuro a recibirle su saco, y otro bolso de mano.
– Y tú debes ser Danae, encantado. Veo que ya no eres la pequeña que me decían estos.
Risas.
– Anda, encantada.
Rafael era un tipo muy normal, nada atractivo, pero tenía algo particular y el hecho de ser mucho mayor que yo generaba en el ambiente algo de morbo pasajero. Era un tipo con barriga pronunciada, una barba de días y estaba un poco descuidado. Mi madre me dijo que lo llevara a la habitación de visitas mientras ella le preparaba una bebida.
– Ginebra y tónica o agua con gas. Rafa?
– Está bien. Me lo tomo seco.
Fui subiendo las escaleras y charlando con él, contestándole lo que me preguntaba y mirando hacia atrás de vez en cuando hasta que lo logré; lo pillé observando mis nalgas al paso de la subida. Debía estarle dando una buena vista ya que él venía debajo subiendo detrás mio. Ya en la habitación fue un poco más directo.
– ¿Qué tal te va? ¿Tienes novio ya?
– Si está abajo con sus amigos, es su cumpleaños.
– ¿Y cómo es que deja sola a una monada como tú?
– Jajaja, tampoco es para tanto, el me da mi espacio.
– Pero con ese culo créeme que va a sufrir si te sigue dejando sola.
Esas últimas palabras me parecieron un poco pasadas de tono, pero quizás con los tragos y la confianza que me había provocado al conocerlo, solo opté por reír ante su comentario. No me pareció de mala intención, aunque en su mirada siempre sentía otra cosa. Sin embargo, este tipo de comentarios en el fondo me gustaban. Me subían el ego y me llenaban de orgullo. Cometí el primer error de la noche:
– ¿Seguro que es un buen culo o no? – En ese instante me di vuelta en la puerta de la habitación e inclinándome un poco hacia delante le mostré mis nalgas metidas en la diminuta prenda, saliéndose por debajo del short y mostrando los cachetes. Sabía que no se lo esperaba y sabía que tendría poco tiempo de reaccionar o musitar alguna palabra de irrespeto. Siempre funcionaba. Y observándolo por segundos noté como se acercaba a mí.
– Anda vamos, tu novio te espera abajo. Y sin darme tiempo de reaccionar sentí como me empujaba y al unísono se escuchó el ‘‘Plas» de la pequeña nalgada que me propinó. Su mano tocó mayormente mi nalga izquierda tanto la parte cubierta como la que estaba desnuda.
No me lo esperaba, realmente. Creí yo tener el poder sobre la situación, pero era algo que realmente no estuvo en mis cálculos. Sin embargo, solo atiné a reír como tonta. Bajamos y encontramos a mis padres quienes hablaron con mi primo dentro de la sala mientras yo me reunía con mi novio y sus amigos, mis amigas y demás invitados fuera. Fotos, alcohol, baile, música. Eran el aliciente perfecto para que ya estuviera alrededor de las 11pm, un poco tomada en esta instancia. Mis padres se preparaban para salir ese día viernes a algún bar con mi primo a tomar unas cervezas más. Siempre lo hacían cuando había alguna fiesta o reunión con mis amigos en casa para darme un poco más de libertad y que no me sintiera cohibida. La fiesta se llevaba a cabo en el patio, solo entrábamos a la casa mi novio de vez en cuando, la chica de servicio que se contrató para la ocasión en caso de que algo hiciera falta de la cocina, mis padres que estaban dentro con mi primo y yo también de vez en cuando a hacerles charla. Tuve mi segundo ataque.
Estando todos los invitados fuera, yo adentro en el baño, dejándome llevar por la calentura, desabotoné mi top por detrás e hice aparecer mis tetas para mirármelas en el espejo, mis pezones estaban muy puntudos ese día y parecían enrojecidos por momentos por la opresión. Sin dudarlo, para mi colección personal y quizás para alguno más adelante, saqué mi lengua y posé. La imagen era de lo más sexy; mis muslos desnudos hasta las ingles, enfundados en el mini-short verde, con una camisa de tela fina transparente y las tetas desnudas. Aun con ese intento de abrigo, se veían totalmente la forma de mis tetas y mis pezones, por la transparencia de la prenda. Me saqué tres fotos y luego aparté la ridícula prenda para tomar fotos de mis tetas desnudas con la lengua afuera, y torneando ligeramente mis piernas. En ese momento, repentinamente, sonó muy fuerte la puerta del baño.
– Es urgente, apura Danae, es Rafa.
Joder. En mi premura por sacarme fotos, había dejado de lado el top, y si realmente era una urgencia no iba tener tiempo de ponérmelo de nuevo, los botones etc.
– Apura Danae, que es urgente joder.
No lo pensé mucho y abotoné dos botones de la blusa y salí así.
Afortunadamente mis padres se estaban cambiando arriba y no había nadie en la cocina cuando entré al baño, de manera que todos estaban fuera en la fiesta. No pasaría nada. Abrí la puerta y lo dejé pasar al tiempo que salía. Tenía cara de premura y se llevaba sus manos al área de sus genitales constantemente mientras pasaba por la puerta. Su mirada se fue directamente a mis tetas que se veían claramente a través de la tela. Tendría que esperar unos 2 o 3 minutos, seguro se estaba meando y era todo. En ese momento, me di cuenta de mi segundo error de la noche. Había dejado mi teléfono dentro. Joder. Me entró una preocupación extrema en ese momento. Porque mi Snapchat estaba abierto, mis fotos estaban al descubierto, y no estaba segura si había pasado el tiempo suficiente para que el celular se bloqueara automáticamente. El canalla podía ver mis fotos de mi cuerpo semidesnudo. Empecé a rememorar mis fotos y lo que allí tenia, no había nada pornográfico afortunadamente, pero si fotos en prendas muy pequeñas o en ropa interior. También me preocupaba que viera las conversaciones que tenía con amigos, a los cuales a veces les había mandado alguna foto picara, mostrando mis atributos. Los minutos pasaban. ¿Que estaría haciendo? No sé por qué, pero tomé la decisión de pegar mi oreja a la puerta del baño y lo escuché. Casi inaudible, pero en el fondo no se escuchaba el sonido de una meada, seguramente ya había terminado. No lo veía, pero podía identificar el sonido. Era una bragueta, sin duda. El canalla seguramente se estaba masturbando rápido antes de salir, seguramente con mis fotos. Le llamé.
– Ya salgo, calma Danae.
Mi preocupación continuaba, no pensé que el primo Rafa era un depravado, y tampoco tenía razón para juzgarlo en ese momento ya que no tenía ninguna prueba de lo que estaba haciendo. Solo haber escuchado el sonido de una bragueta dando pequeños golpes. Ahora, bufidos. Estaba eyaculando. Pensé. Esto era demasiado iba a tocar fuerte la puerta. Me abstuve.
– Ya salgo, es que estoy lavando las manos.
En ese momento escuché el sonido del grifo. Y me calmé un poco. Mi sudor corría por mi cuello y mis tetas, y creo que empezaba a dar un espectáculo. Rápidamente la tela se humedeció mostrando mis tetas casi que dando la impresión de estar desnudas. Al fin la puerta se abrió, y el salió rápidamente. Volví a entrar al baño notando que sus ojos se dirigían a mis tetas. No le di importancia a eso y entré a buscar mi teléfono. Todas mis fotos estaban allí. Fui a los mensajes enviados y lo vi. Se había enviado un mensaje a partir de mi teléfono a un número desconocido. Supuse que era un pervertido y que se había enviado algunas fotos mías a su teléfono. Podía armar un escándalo con el jueguito del primo Rafa. Sin embargo, cuando abrí el mensaje, no había nada. Quizás lo había borrado. Ya lo averiguaría después. Necesitaba salir rápidamente, porque ya habían transcurrido alrededor de 30 minutos e Ignacio comenzaría a buscarme o preguntar dónde estaba. Busqué mi top y me lo puse no sin antes notar como mis pezones estaban húmedos por el sudor, pero un poco más mojados de lo habitual. No le di importancia y salí del cuarto de baño a encontrar a los invitados.
Estuve bailando y compartiendo con la gente mientras mis padres salían con mi primo a un bar cercano. Mas adentrada la noche, noté un olor particular en mí. Ya con mucho alcohol encima, me decía a mí misma que quizás eran mis ideas. Pero no se iba el olor en ningún momento. De manera que recordé también que mi top estaba más húmedo de lo normal. Cuando quedaban 7 u 8 invitados disfrutando de la fiesta, y observando bien a mi alrededor, me volteé, ligeramente dirigí mi mano a mi top y decidí ver por dentro del mismo. No me costaba mucho a causa de mi escote. Mi canalillo estaba húmedo y un poco más abajo se notaba un poco pegajoso. Miré hacia atrás nuevamente para asegurarme que nadie miraba, y dando la vuelta otra vez hacia el cercado del patio de la casa, me bajé completamente una copa del top. Mi pezón derecho, estaba envuelto en un líquido pegajoso, casi incoloro, apestaba, mi imaginación voló. El hijo de puta se había masturbado en el baño con mis fotos, y se había corrido en mi top.
Me comencé a imaginar todo y me dio un poco de rabia, pero al mismo tiempo, con el alcohol y la fiesta, me sentía un poco húmeda en la vagina. Mi novio a mi lado, hablando con sus amigos, todos bailando cerca a la piscina, solamente quedábamos dos parejas, y dos tíos quienes eran los mejores amigos de mi novio. Mis dos amigas se habían marchado minutos antes y las parejas continuaban bailando, cuando de repente escuché la puerta. Pensé que eran mis padres ya que hacía muy poco tempo se habían ido. Pero después que mi novio fue a abrir la puerta, entré a la sala y vi solo a mi primo.
– ¿Qué paso? ¿Dónde están mis padres?
– Oh, querían echar un polvo después de haber tomado tres cervezas y me dieron dinero para volver en taxi a la casa si quería.
Mi novio se quedó de piedra por lo directo que fue mi primo al explicar eso y después dijo que fuéramos afuera a continuar la fiesta. A mi novio ya se le veía bastante tocado por el alcohol al igual que yo.
Mientras mi novio se iba, y yo seguía a unos metros detrás, mi primo me llamó por mi nombre.
– Danae, disculpa. Y bajando la voz me preguntó. ¿Llevas coca?
¿Pero qué demonios me estaba preguntando este tío en mi casa? Joder. Sin embargo, no supe responder y solo me reía mientras mi novio se iba.
– No tengo, no uso drogas.
– ¿En serio nunca has probado? ¿Tengo una dosis aquí, quieres? Anda no seas estrecha.
Mi tercer error de la noche. Riendo le dije que fuéramos a la sala a ver. Nos dirigimos a la sala y nos sentamos en unos muebles en donde había una mesa de cristal muy pequeña en el centro. Nos pusimos uno al lado del otro, yo a su izquierda y él se aseguró que todos estuvieran afuera entretenidos para inmediatamente sacar una bolsita con la droga blanca. Distribuyó la coca en la mesita a modo de varias líneas y dijo:
– ¿Eres capaz de probar? Solo tapa una nariz, y con el otro orificio aspira.
Este tipo de retos me gustaba. No me gustaba que la gente creyera que era una estrecha y que no era capaz de hacer cosas de gente mayor. Sobre todo, con él, no podía quedar mal, debía llevarlo como algo normal. No paré de reírme y cruzando una mirada con él, bajé de mi asiento hasta colocar las rodillas en el piso, miré hacia la ventana en donde se veía muy lejos mi novio y los invitados, y me fui cayendo lentamente hasta que mis manos tocaron el suelo, quedé posición de cuatro. Con un dedo tapé mi nariz y con la otra hundí la cabeza en la mesita de cristal para aspirar. El alcohol se me subió a la cabeza y empecé a pensar que estaba muy borracha para hacer algo así. Pero me gustó. La sensación de estar haciendo algo indebido con alguien mucho mayor, con mi novio a unos metros de distancia, de estar en cuatro, metiendo cocaína por la nariz, simplemente me excitó, y comencé a moverme un poco al ritmo de la música, así como estaba. Estaba tranzada. Ensimismada empecé a disfrutar de la música y mover el culo al ritmo del rap que sonaba en ese instante. Sin querer empecé a mover solamente las nalgas a modo de twerk. Sin pensar más en que era mi primo quien estaba a mi lado, viéndome el culo moverse. Entonces lo sentí.
Una fuerte nalgada me despertó del trance.
– Anda, a por la segunda Danae.
Me animó el primo Rafa para meterme la segunda raya de coca. Yo no paraba de mover mi culo en círculos, y sentí de nuevo su mano tocarme las nalgas y apretarme un cachete. Joder debía tener la mano enorme para abarcar mi gran culo. Pensé. La sigueinte no fue una nalgada de modo que pude cerrar los ojos un momento y disfrutar de la siguiente raya. Al terminar me observé en de lado en un espejo que reflejaba lo que ocurría. Yo a cuatro patas, con el mini-short que más parecía una tanga en ese momento, ya que en esa posición se habían subido al máximo. El primo sobándome una nalga y mirándome mientras yo bailaba al ritmo de la música. Entonces me pegó de nuevo en la otra nalga. Esta vez sonó bastante fuerte. Ya estaba entregada a lo que sentía en ese momento entonces tuve otro ataque.
Saqué sin que él pudiera darse cuenta debido a mi posición, una de mis tetas, y en esa posición llevé mi mano para pellizcarme fuerte el pezón derecho. Lo que había olvidado era que estaba tan pegajoso, que pude entonces si darme cuenta de que era semen. Me puse demasiado cachonda en ese momento. Entonces recogí restos de esperma de mi pezón, y me los llevé a la boca. El primo observaba detenidamente mi comportamiento tan inusual y no dejaba de darme palmadas y de agarrarme el culo que ya estaba casi todo fuera.
– Anda por la tercera puta.
Estallé
2 respuestas
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