
Por
Anónimo
CUÑADA EN CASA pt4
A eso, de las 3 de la mañana subimos al cuarto de Jess. En cuanto entramos, le quité la ropa y se recostó boca arriba en la cama, permitiéndome apreciar su cuerpo desnudo a plenitud.
Es muy hermosa, más de lo que jamás hubiera imaginado. Era una completa locura que estuviera pasando todo esto. Siempre la deseé, pero nunca imaginé que pasara. ¿Por qué no creí permitírmelo, mucho menos que ella lo permitiera y, en este caso, ella fue dando pie a que sucediera?
Las cortinas estaban abiertas y podía ver su cuerpo a media luz, la silueta de sus grandes pechos sobre su abdomen plano, sus pequeñas manos intentando tapar un poco su intimidad. Ella me llevó y yo me dejé llevar. No tengo idea de cuántas veces lo hicimos; ella me pedía más y más. Terminé dentro de ella, sobre ella; no nos guardamos nada.
Yo creo que pensando que después de esto ya nunca volvería a suceder. Entre una y otra ocasión nos recuperábamos besándonos y acariciándonos.
Sin decir nada.
Solo haciéndolo.
Ella estaba encima de mí, moviéndose despacio; la tomaba del cuello y ella tomaba sus pechos. En eso, a lo lejos, puedo escuchar la alarma de mi celular.
Estiré mi mano para tomar el celular de Jess y ver la hora; ya era muy tarde. Yo apenas estaba escuchando la alarma, pero no era la primera.
La besé y la quité.
Le dije: —¡No inventes! Es tardísimo, me voy a bañar para ir con Liz. Ya deben de estar por pasar a tu mamá si no es que ya la pasaron. Me contestó: —Yo iré más tarde; me tengo que arreglar para quedarme con ella. ¿O me arreglo y nos vamos juntos? No tengo cómo moverme. —Como quieras, pero yo ya me voy.
Salí del cuarto, lo más rápido que pude, me bañé y cambié. Tomé las cosas que me había pedido Liz. Fui a ver si Jess ya estaba lista para irse conmigo o no.
El cuarto estaba completamente iluminado, ya era de día y ella estaba bien dormida. Estaba dormida en el centro de la cama; le hablé, pero no contestó. Cerré las cortinas, le puse una cobija y cerré su puerta con seguro. Me fui sin ella.
De camino, llegué por cosas que mi esposa me pidió; al llegar, mi esposa estaba con su papá esperando a mi suegra. De lejos me saluda y sonríe. Se ríe de solo verme. Me dice: —¿Vienes desvelado, verdad? Crudo de seguro. Jajaja, me imaginé que tomarían o algo, pero no para que te quedaras dormido, amor.
(Yo solo agaché los hombros y reí).
—Mi mamá ya salió, todo bien. La estamos esperando para pasar al cuarto. Quiero que se quede hasta mañana en observación. ¿Está bien, amor? —Sí, claro, lo que ocupe tu mamá y lo que te tenga tranquila, amor, no hay problema.
El suegro se rio y me invitó a desayunar. Fuimos los tres. Me preguntó por Jessica, le dije que no sabía, que suponía que se había quedado dormida. Después de desayunar. Liz me pide que la lleve a mi oficina para bañarse y cambiarse.
Camino a mi oficina, Liz me tomó de la mano caminando; me volteaba a ver traviesa. Sabía lo que pensaba y quería. Pero yo estaba molido de tanto sexo con su hermana. Nos veíamos y reíamos los dos. Como si estuviéramos “conectados”, pero mi risa era más de miedo de que notara alguna marca en mi piel o no poderla complacer y que sospechara algo más.
A medida que nos acercábamos a la oficina, le empecé a comentar que me sentía muy mal, cansado por el desvelo. Ella me veía y se reía.
Ya en la oficina, me empieza a besar, a abrazarme y a tocarme. Me dice: —Me voy a bañar, acompáñame para que te quites el cansancio. (Los dos reímos, (yo de nervios)). La seguí y vi cómo se empezó a desvestir.
De verla me empecé a excitar, Lizbeth me encanta. Sus piernotas, ese culo que tiene. Me encanta cómo se ve en ropa interior. Se quitó el brasier y me preguntó que si no la voy a acompañar. Se me acerca lento y no podía dejar de ver su carita traviesa y sus pequeños pechos. Le dije que si me bañaría con ella, que le ayudaba a quitarse el calzón.
Me agaché quedando a la altura de su entrepierna, y poco a poco empecé a bajar su calzón. Me veía nerviosa y podía escuchar su respiración. Al llegar abajo, levanté una de sus piernas para sacar el calzón y la dejé arriba. Ahí tenía a mi esposa frente a mí, viéndome. Con las piernas abiertas podía ver el pulso en ella, su vulva dilatada. Me acerqué y la empecé a comer. Un deleite, con calma y lento, escuchaba cómo gemía. Me tomaba de la cabeza y jalaba mi pelo. Pero no me detuve, se vino.
La seguí comiendo, ella gritaba y se movía en mi boca, mi lengua estaba dentro de ella y sabía muy bien. Le metía los dedos y gemía. Los dos ya estábamos muy calientes.
Me puse de pie. Apagué la luz. Me quité la ropa. La llevé a la regadera; siempre me pone su culo enorme frente a mí para darle. Pero la quería de frente, le di la vuelta y nos empezamos a besar. Fue muy apasionado; la deseaba mientras nos besábamos. Yo tenía el pene muy inflamado, me tocaba e incomodaba un poco. Ella lo notó, me la empezó a jalar con cuidado. Me preguntó que sí qué pasaba, que sí, todo bien. Le dije que estaba demasiado excitado, que era eso, que la extrañé. Sonrió y me tomó de la cara, mordiendo mis labios. Me empezó a besar el cuello dando mordidas y empezó a bajar rápidamente. Estando frente a mi verga, la sujetaba y veía con detenimiento. Yo estaba muy nervioso y excitado. Me empezó a lamer despacio, a pasar su lengua por todo mi pene con detenimiento. Cómo inspeccionando.
Yo gemía, era una dulce tortura. Me tomaba y lamía mis testículos, mi glande lo recorrió con sus labios y lengua. En eso me dice: —Amor, si me extrañaste mucho. Estás muy duro y hasta más grande. Te puede hacer daño quedarte así; te voy a ayudar. Y metió mi pene en su boca, lo empezó a chupar, a succionar fuerte. O por lo menos yo sentía que me quería sacar el alma por ahí. La tomé del pelo queriéndola quitar; se separó y me dijo: —Amor, vente para mí, mira cómo estás. Quiero que te vengas para mí. (Puso mi pene entre sus pequeños pechos mientras me hablaba y vino a mi mente, Jessica.) Sentí que me vendría y lo noto; tomó mi pene y lo metió en su boca. Quería terminar, pero por alguna razón no podía; me empecé a masturbar y terminé en su boca. Eso le encanta, le gusta tener control y hacerme venir. Se trago todo con una sonrisa, mi pene estaba todo flácido. Le dio un beso y se puso de pie, me abrazo y dio un besito. Nos quedamos bajo el agua un momento to y me platico sobre su tarde/noche con su mamá. Se dio la vuelta para bañarse y me quede viéndola y escuchándola.
Me dijo que se quería quedar con su mamá el tiempo que estuviera ahí. Que había pensado en llevarla a la casa después por unos días, pero que ya teníamos a Jessica, que sabía que ya era mucho. Así que estaría visitando a su mamá una vez que estuviera de alta. Le comenté lo que Jessica había dicho. Que se iría de la casa a vivir con mi suegra cuando estuviera de alta, a lo que se sorprendió y me dijo que NO.
Que Jessica no se lleva bien con su papá, que sería muy impaciente con su mamá y ellos no le permitirían a ella vivir en libertad, que la estarían hostigando por todo. Que eso nosotros ya lo habíamos hablado y que ella hablaría con Jessica. Que no hacía falta que cuidara de su mamá porque ella era quien cuidaba de ella.
Que solo estaría en casa unas semanas en lo que pasaba el proceso del divorcio.
(Escucharla me tenía sorprendido; estaba feliz y preocupado por qué pasaría con el hecho de tener tanto tiempo a Jess en casa).
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